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OBITUARIO

Ralph Giordano, un escritor marcado por la indignación

Su obra refleja el sufrimiento de los judíos alemanes durante el Tercer Reich

Ralph Giordano, durante un homenaje por su 90º cumpleaños.
Ralph Giordano, durante un homenaje por su 90º cumpleaños. ANGELIKA WARMUTH (AFP)

Cuando Ralph Giordano (Hamburgo, 1923), una de las instancias morales de Alemania, periodista y escritor de éxito, cumplió 90 años, admitió que la inspiración de toda su vida y que había impregnado su trabajo había sido la “indignación”. El hijo de un pianista de origen italiano y de una profesora de música alemana judía tenía buenos motivos para estar indignado con el mundo. Giordano sufrió en carne propia el totalitarismo que ensombreció su país con la llegada de Hitler al poder y fue capaz de sobrevivir a todas las inclemencias de la vida.

La indignación que marcó la vida del escritor, que murió el pasado 10 de diciembre en Colonia a la edad de 91 años, se inició cuando tenía 11 años con una experiencia que nunca pudo olvidar. “Fue en las vacaciones de verano de 1934, en Hamburgo. Yo me sentía totalmente integrado en mi grupo de amigos del barrio. Cuando salí a la calle, mi mejor amigo me dijo: ‘Ya no volveremos a jugar contigo. Eres un judío”, dijo el escritor.

Seis años más tarde, a causa de las nuevas leyes racistas y antisemitas que fueron aprobadas en 1935, el joven fue expulsado del colegio, no sin antes haber sido interrogado y maltratado por la Gestapo. Fue el comienzo de su tragedia personal. La familia desafió al destino. Se quedó en Hamburgo, y cuando las primeras bombas cayeron sobre la ciudad huyeron a una localidad vecina, donde fueron denunciados. En 1944 regresaron a Hamburgo, donde lograron esconderse, gracias a la ayuda de una amiga alemana, en el sótano de una casa en ruinas. Un año después las tropas inglesas liberaron a la familia, que regresó a la vida con las secuelas del hambre y el miedo marcadas en la piel.

Después del fin de la guerra Giordano tomó una decisión radical. En lugar de abandonar el país, optó por quedarse para intentar explicar y analizar la deshumanización que vivió el país durante la tiranía nazi. Su primera acción fue ingresar en el Partido Comunista en 1946, al que renunció nueve años más tarde, una medida que justificó en un libro publicado en 1961 bajo un título sugerente: El partido siempre tiene razón.

A partir de ese año, Giordano inició una exitosa carrera como documentalista de la televisión pública. Hasta su jubilación en 1988 realizó casi cien documentales para la cadena regional de Colonia, WDR, una rica colección de películas donde intentó analizar y explicar el origen de la tragedia alemana, el fascismo, el estalinismo y los problemas del Tercer Mundo.

A lo largo de su carrera de periodista, Giordano nunca olvidó la tragedia familiar, que logró plasmar, en 1982, en un libro autobiográfico disfrazado como novela —Los Bertini— que fue aclamado por la crítica nacional e internacional. El éxito del libro hizo posible que Giordano iniciara una segunda carrera profesional que le convirtió en una instancia moral de Alemania, un luchador incansable que no tuvo reparos para denunciar la impunidad de los grupos de ultraderecha que aterrorizaron al país poco después de la unificación alemana.

En noviembre de 1992 Giordano escribió una carta pública al canciller Helmut Kohl, donde le recriminaba la pasividad del Estado ante los ataques de los neonazis, como el ocurrido en Mölln, donde murieron tres ciudadanos turcos. La pasividad del Estado, anotó Giordano, obligaría a la población judía a defenderse con sus propias manos de los ataques.

En el otoño de su vida, la “voz contra el demonio”, como fue bautizado por la prensa germana, dedicó su energía a luchar contra la islamización de la sociedad alemana, decisión que acompañó de declaraciones en ocasiones polémicas que le valieron justificadas críticas de la prensa, como cuando comparó a las mujeres musulmanas con pingüinos, a causa de la costumbre de usar un chador para tapar parte de sus rostros.

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