Los burgueses del Siglo de Oro toman el Hermitage de Ámsterdam
Una treintena de grandes retratos de grupo reflejan el poder de los administradores de las antiguas Provincias Unidas de los Países Bajos
La Edad de Oro holandesa de la pintura está marcada por las obras de Rembrandt, Vermeer y los monumentales retratos de grupo de los burgueses que administraron el Estado. En el siglo XVII, las Provincias Unidas de los Países Bajos estaban en manos de ciudadanos organizados en torno a milicias urbanas, gremios y el equivalente al consejo de administración de orfelinatos o casas de caridad. Eran los regentes, gente corriente a pesar de tan sonoro título, que se retrataron con el aplomo reservado en otros países a la monarquía o el alto clero. El más famoso de estos cuadros es La ronda de noche, de Rembrandt. Ahora, una treintena de telas firmadas por sus contemporáneos han sido reunidas en el Hermitage de Ámsterdam. Gracias a un préstamo a largo plazo del Museo Histórico de la ciudad y del Rijksmuseum podrá verse hasta finales de 2016 la Galería de retratos del Siglo de Oro. Son los hombres y mujeres que dirigieron las ciudades en su momento de más esplendor.
La ronda de noche no sale nunca del Rijksmuseum, pero los otros cuadros gigantes de la época resultan también únicos y su llegada al Hermitage ha sido espectacular. Como algunos miden hasta seis metros, tuvieron que ser introducidos por el tejado con grúas. La operación fue filmada por la televisión pública y el centro, situado junto al río Amstel, pidió que no se anunciara antes de tiempo para evitar aglomeraciones. En efecto, el tamaño impresiona, pero lo que permanece aún más en la retina es el estratégico reparto de asientos de los retratados.
Los más prominentes eran los que mandaban cuando la República iba por delante del resto de Europa en materia de comercio, avances científicos y lo que hoy llamaríamos seguridad social, entendida como una red de instituciones caritativas para enfermos, ancianos, huérfanos, viudas y solteras. “Eran como clubes sociales con ánimo benefactor, donde los directivos varones se ocupaban de la administración y mantenimiento del edificio. Las damas burguesas tenían más tiempo y estaban al tanto del día a día. Los cargos se heredaban y eran esenciales para estar bien conectado y reforzar el poder de la oligarquía”, según Norbert Middelkoop, uno de los conservadores de la muestra.
Para los delincuentes, mendigos y vagabundos la caridad se tornaba cárcel o correccional fuera de los muros de la ciudad, pero el sistema era igual, con los burgueses enriquecidos al frente.
Entre los “hermanos” de la obra de Rembrandt, como los llaman en el Hermitage, figuran cuadros como Lección de osteología del Dr. Sebastiaen Egbertsz (1619), de Nicolaes Eliasz Pickenoy, o Tres regentes y la encargada de la leprosería de Ámsterdam (1624), de Werner van den Valckert, que presenta a las gobernantas del hospital como mujeres influyentes y con poder de decisión en la ciudad.
Aparte de ser una franquicia del museo de San Petersburgo, el Hermitage de Ámsterdam está constituido como una fundación privada y ha cumplido cinco años. En su intento de ofrecer un valor añadido a sus 350.000 visitantes anuales, esta muestra da también un salto en el tiempo. Al final del recorrido, la República del XVII es comparada con la sociedad actual. Los retratados de entonces querían ser un ejemplo para generaciones posteriores.
“Sus ideales eran los del ciudadano trabajador, valeroso, caritativo y sobrio. ¿Tiene la mentalidad holandesa su origen en el alma comerciante de antaño?”, se pregunta la pinacoteca, que anima a buscar una respuesta entre sus paredes. Y a hacerse una foto de grupo antes de marchar.
Babelia
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