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“El poder y la literatura son como el agua y el aceite”

El escritor nicaragüense Sergio Ramírez presenta en la Feria del Libro de Guadalajara su más reciente novela 'Juan de Juanes'

El escritor nicaragüense Sergio Ramírez.
El escritor nicaragüense Sergio Ramírez. SAÚL RUIZ

El nicaragüense Sergio Ramírez (Masatepe, 1942) ha sido periodista, abogado y político. Formó parte del bloque de oposición sandinista durante la dictadura de Anastasio Somoza, y en 1977 encabezó el Grupo de los Doce que apoyaba al FSLN. Pero, para la publicación de su última novela, Juan de Juanes (Alfaguara), ha dejado claro que no quería que se mencionase que había sido vicepresidente del Gobierno de Nicaragua: “Nadie se leería un libro escrito por un político”. Sobre todo, porque la obra habla del mundo que encontró cuando se reencontró con la literatura, en los noventa, cuando su editor lo introdujo de la mano al mundo bohemio, sorprendente, agotador, estridente y fascinante de la cultura, del que Ramírez habla con una pasión que es difícil de ocultar.

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Pregunta. Habla como un escritor. ¿Siente que ha cambiado de piel?

Respuesta. Siempre lo he sido, pero tenía que comportarme como un político, y sabía que había cosas que en un momento me estaban vedadas. No tenía esa distancia, esa frialdad que necesita un novelista. El poder y la literatura son como el agua y el aceite.

P. Pero, por ejemplo, Stalin fue editor de Pravda durante la revolución de 1917. Hay un ensayo sobre que su lápiz azul era temido por los editores. Hablaríamos, en este caso, de un ejemplo extremo. ¿Cree que la escritura refleja al personaje?

R. El poder y la literatura en sí son incompatibles, el estilo en que se ejercen no. Stalin era un dictador como editor, como jefe de Estado y como lo que fuera. Ojalá Stalin se hubiera quedado en una mesa, suprimiendo páginas o palabras y no matando a millones de personas. El oficio no nos refleja, sino cómo se hace.

P. ¿Por qué la escritura?

R. Yo disfruto mucho el hecho de escribir, y ahora más que nunca. La felicidad de levantarme por las mañanas, sentarme frente a un teclado y saber que en el resto del día solo pensaré en la literatura, y ya por la tarde, en todo lo administrativo que trae.

Yo voy un poco adivinando. Lo fundamental ya lo tengo

P. ¿Qué lee? ¿Cómo le gusta leer?

R. Leo cuando viajo, en la tableta [electrónica], en el papel. Siempre cargo una maleta llena de todo lo que quiero leer. Me gusta llevar siempre esta valija aparte con los libros que me regalan y los que compro.

P. ¿Cuáles le han llamado la atención recientemente?

R. Yo voy un poco adivinando. Lo fundamental ya lo tengo. Ahora solo tengo el vicio, me gusta encontrar libros extraños, ahora busco mucho la literatura oriental, la literatura de Europa de comienzos del siglo XX.

P. ¿Y ahora qué es lo que le interesa?

R. Por ejemplo, ahora la novela que saldrá en Alfaguara trata sobre la figura de Sara, la esposa de Abraham, la figura bíblica.

P. ¿Por qué?

R. Porque es misteriosa, sugerente. Es una mujer que al final de su vida tiene que convivir con dos criterios: el de su marido y el de Dios. Decide ella misma que su esclava, Agar, se meta con su marido y cuando la criada tiene a Ismael, actúa como mujer celosa y la expulsa de su casa.

La felicidad de levantarme por las mañanas, sentarme frente a un teclado y saber que en el resto del día solo pensaré en la literatura

P. Y ahí tiene el génesis del mayor conflicto geopolítico de la historia…

R. Es una historia personal. Dramática donde haya ocurrido.

P. Es como mirar como un microscopio un hecho fundamental en la historia reciente del mundo.

R. Quizá soy un minimalista. Y los sentimientos más humanos. Disfruto mucho esos mundos.

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