Volker Schlöndorff: "Soy hijo de la reconciliación europea"
El cineasta alemán recupera un episodio histórico que frustró la destrucción de París en la película ‘Diplomacia’, presentada en la Seminci
Cuando Volker Schlöndorff llegó a París con 16 años, se encontró por primera vez con una ciudad sin destruir. Hasta entonces solo había vivido en lugares reventados por la guerra, todos en Alemania, el país del que salió en 1955 y que le sigue acosando con el peso de la culpa. No lo niega. Fue su padre quien le animó a trasladarse un par de meses a París que se convirtieron en años. “Yo, entonces, no quería ser un joven alemán sino un francés, para así poderme liberar de alguna manera de la culpa que arrastramos por el nazismo. Pasé de una cultura metódica a otra más rebelde, donde había debate y discusiones. Encajó mucho con mi temperamento”.
Trias de Bes filma la disolución de la UE en un documental
¿Qué mejor complemento para la película de Volker Schlöndorff que un cortometraje de ficción sobre una posible disolución de Europa? La gran invención,el estreno en la dirección cinematográfica del escritor y economista Fernando Trías de Bes, es un juego divertido en torno a la desaparición del euro y la disolución de la UE.
Estamos en París en 2027 y, con motivo del décimo aniversario de tan trágica decisión, una televisión pública francesa, dominada por ciudadanos chinos, emite un documental que explica que el detonante del final de la Unión fue obra de un desconocido director español que descubrió unos papeles, elaborados en la Alemania de 1942, donde se esbozaban las bases del futuro diseño de una gran Europa con moneda única.
Lo único real de este corto son los documentos que un grupo de empresarios y economistas alemanes prepararon en 1942 en un momento en el que Europa estaba dominada por los nazis y no había visos de cambio. “Mi intención era abrir un debate en torno a la fragilidad de la UE. Este guion lo escribí hace tres años, cuando parecía que el euro se iba a fragmentar. Aunque luego la situación se ha tranquilizado, lo que está claro es que persiste el conflicto”, defendió ayer Trías de Bes en Valladolid, donde se proyectó su cortometraje.
El economista, que explica su salto a la dirección por su amor al cine, dice que no quiere trasladar una visión pesimista de la UE, pero sí dejar claro el debate entre europeístas y no europeístas. “Lo que no podemos negar es que la invención del euro y de la UE no ha alcanzado al aspecto social, y eso es clave. El euro es algo más que una moneda. Tiene que implicar una cultura común que no hemos alcanzado”. Entre miedos y risas transcurre esta ficción que termina con la imagen de una bandera china ondeando sobre la torre Eiffel.
Sin París, Schlöndorff, un hombre dinámico, no hubiera llegado nunca a ser director de cine, o al menos eso dijo ayer en Valladolid, donde presentó su última película, Diplomacia, una historia basada en un episodio histórico que hunde sus raíces en la propia vida de este cineasta empeñado en mostrar una y otra vez la sinrazón de tanta barbarie en Europa.
Diplomacia, presentada en la sección oficial de la 59ª edición de la Seminci (Semana Internacional de Cine de Valladolid) y que se estrenará en España el 14 de noviembre, se centra en una noche calurosa, la del 25 de agosto de 1944, que se vivió en el hotel Meurice de París cuando, con los aliados a las puertas de la ciudad, el cónsul sueco Raoul Nordling convenció al gobernador militar alemán, Dietrich von Choltitz, un duro hombre de pasado destructivo y asesino, para que no ejecutase las órdenes de Hitler de volar la ciudad. Diplomacia, basada en la obra de teatro de Cyril Gely, es, además, un altísimo juego interpretativo por parte de dos de los más grandes actores franceses: André Dussollier y Niels Arestrup. “Yo soy hijo de la reconciliación europea”, confesó ayer Schlöndorff, que no sabe explicar muy bien el porqué de esta necesidad ahora, con 75 años, de volver de alguna manera a ese pasado que atenaza a tantos hombres y mujeres alemanes.
"El nazismo es una herencia maldita, igual que uno que nace con una deformidad"
Él nunca ha dejado de mirar las consecuencias de la II Guerra Mundial. “En la vida no hay coincidencias, y lo que está claro es que es un momento para recordar más individualmente que colectivamente porque no estoy seguro de que los alemanes quieran recordar tanto como los franceses. Uno no puede desembarazarse de esta tragedia. Para alguien nacido como yo en esos años, tu vida está determinada por el nazismo y sus consecuencias”, explicó el realizador de El tambor de hojalata, el filme que le lanzó al estrellato internacional después de conseguir la Palma de Oro en Cannes y el Oscar a la mejor película de habla no inglesa.
No le da la espalda a ese sentido de culpa o peso que arrastra toda una generación de alemanes por el nazismo. “Siento el peso colectivo como ciudadano alemán pero también, por ejemplo, mi hija que tiene 22 años vive con ese peso. Es una herencia maldita. Es igual que uno que nace con una deformidad. Llevo 60 años preguntándome cómo fue posible aquello y la respuesta no es nada fácil. Es más, hay millones de respuestas pero nunca una plenamente satisfactoria”.
Instalado en Berlín desde hace años pero con casa todavía en París, Schlöndorff reconoce que uno de los motivos que le han llevado ahora a realizar Diplomacia es justamente la de enfrentarse a la supremacía actual de Alemania en Europa, aunque dice que sus ciudadanos apenas son conscientes de ese poder. “Durante el último Mundial de fútbol, el verano pasado, me preocupaba que Alemania ganara el campeonato porque ya teníamos bastante con la supremacía financiera y económica de nuestro país como para encima ser los mejores en fútbol”, señaló, para, a continuación, confesar, paradojas de la vida, que a pesar de sus deseos, animó en la final a la selección de su país contra Argentina. Alemania ganó.
Babelia
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