Alejandrino Fernández Barreiro, romanista
Catedrático de Derecho Romano, fue diputado en el parlamento gallego y consejero de Educación y Cultura en la Xunta
Catedrático de Derecho Romano desde los 30 años, académico, decano, secretario general de la Universidad de La Coruña, parlamentario gallego, consejero de la Xunta. Son los impresionantes datos objetivos en la trayectoria de Alejandrino Fernández Barreiro (1943-2014). Una carrera universitaria, una vida intelectual, una vida es no obstante otra cosa. Discípulo académico de Álvaro d’Ors y espiritual de José Luis Murga, codirector de Annaeus, su vida gira en torno a tres polos físicos y metafísicos: Galicia, Sevilla, a las que tan profundamente amó, y de otro modo la Complutense (que no Madrid) por su relación fraterna con Javier Paricio, con el que publicó dos de los manuales más difundidos de la disciplina. Más allá de sus trabajos de juventud, deslumbrantes ejercicios agrupados mucho después en sus Estudios de Derecho Procesal Civil Romano (1999), o de su exquisita monografía Los estudios de Derecho Romano en Francia después del Código de Napoleón (1970), tan celebrada en la propia Francia, pasará a nuestra historia quizás ante todo como el más acabado introductor en España de los temas de recepción europea del Derecho Romano.
Serio, cultísimo, irónico, divertidísimo en la distancia corta, hombre de silencios compartidos y como suele ocurrir en esos casos conversador extraordinario, es sin duda el intelectual más dotado y encumbrado menos vanidoso y complaciente que la vida me ha dado conocer. Jamás presumió de nada, quizás porque solo se presume de lo que no es evidente. Su elegancia personal era una cosa del alma. En los últimos tiempos le desazonaba sobre todo la situación del país, la actitud de los políticos, los ataques mezquinos a la Universidad de quienes más debieran cuidarla.
Un grande se va, siempre, para quedarse. Toda su vida y su final de vida han sido ejemplares. Me será muy difícil continuar sin él en esto que cada vez parece más un naufragio y cada vez es más un negocio. Sé de otros a los que les costará un mundo también: Julio García Camiñas, discípulo que permaneció cercano y fiel hasta el final. Llueve en Sevilla y en La Coruña. Es la misma lluvia, el mismo llanto. Se le amó allí como aquí. Se le echará de menos. Se honrará su memoria. Se transmitirá su ejemplo. Se seguirá, porque no queda más remedio. Más tristes, más fuertes, más solos.
Alfonso Castro es catedrático de Derecho Romano y decano de la Facultad de la Universidad de Sevilla.
Babelia
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