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Gaultier se despide con una gran fiesta

El diseñador francés presenta su última colección de prêt-à-porter con una ficticia entrega de un premio de belleza

Eugenia de la Torriente
Una visión general de la atmósfera durante el show del creador francés Jean Paul Gaultier en la Paris Fashion Week.
Una visión general de la atmósfera durante el show del creador francés Jean Paul Gaultier en la Paris Fashion Week.Getty Images

“¡Moda, moda, moda! Francia, diversión, creatividad… ¡todo cosas buenas y alegres!”, el diseñador Alber Elbaz enumeraba los términos que asocia al nombre de Jean Paul Gaultier antes de que este presentara su última colección de prêt-à-porter. La temporada primavera/verano 2015 será la última que el diseñador francés de 62 años producirá en esta disciplina, que abandona para centrarse en la alta costura, la perfumería “y muchos otros proyectos”.

No quiso Gaultier que su despedida tras 38 años fuera una retrospectiva al uso. Ni un momento triste. Sí repasó sus grandes hitos (el corsé, el esmoquin, las rayas marineras, la apuesta por la diversidad de la belleza…) pero lo hizo en un formato lúdico, lleno de humor y de celebración. Organizó una gala para elegir a una ficticia Miss Jean Paul Gaultier 2015 en un teatro del corazón de París y el ambiente antes de que se levantara el telón no podía ser más festivo. La banda de reina de la belleza con los colores de la bandera francesa que servía como invitación al desfile se veía cruzando el pecho de muchos de los invitados, que esperaban a que el espectáculo empezara provistos de champán y cubos de palomitas. En el patio de butacas se agolpaban diseñadores como Elbaz, Jeremy Scott, Rick Owens, Gareth Pugh o Alexander Wang. Compartían platea con figuras de aquí y de allá: Boy George, Catherine Deneuve, Pierre Bergé. “No siento ninguna nostalgia”, aseguraba Deneuve antes de que se levantara el telón. “Seguro que hará colecciones cápsula y otras cosas que ni imaginamos. Nunca sabes qué esperar con Jean Paul Gaultier”.

El hombre que tantas veces ha revolucionado la moda se dispone a hacerlo otra más al negarse a continuar produciendo ropa en serie al voraz ritmo que hoy impone el sistema. Una máquina que consume ideas (si puede ser, geniales) a toda velocidad. Para Jean Paul Gaultier dar este paso supone, al menos, dejar de entregar seis temporadas al año (entre hombre, mujer y crucero). En cualquier ámbito, pocos son los que encuentran la valentía de decir no de esta manera. “El mundo del prêt-à-porter ha evolucionado mucho. Las restricciones comerciales así como el ritmo frenético de las colecciones no te dejan libertad ni el tiempo necesario para encontrar ideas nuevas y para innovar”, escribió el 16 de septiembre en la carta en la que explicaba su despedida a Women’s Wear Daily. Con la cara cubierta de marcas de besos con lápiz de labios, el diseñador se mostraba eufórico tras el desfile. “Me siento alegre”, admitía. “Como esta colección, porque hay mucho de mí y de mis 38 años de carrera en ella. Quería hacer una celebración divertida y lo he conseguido”.

“Siento una emoción colosal”, añadía Ralph Toledano, presidente de una firma de la que el grupo español Puig es accionista mayoritario desde 2011. “Y una gran alegría por ver a toda la familia de la moda reunida. No se imagina el número de llamadas que hemos recibido estos días. Todos los diseñadores querían venir. Sobre todo, los más jóvenes. En el fondo, somos una gran familia porque todos compartimos una pasión: la moda”. Toledano destacaba la “inteligencia” de Gaultier por no haber hecho una retrospectiva al uso, sino “una gran fiesta”. “Él insistió en que fuera así y tenía razón”.

La ceremonia de elección de Miss Jean Paul Gaultier 2015, conducida por Alex Taylor y Rossy de Palma, contaba con la coreografía de Blanca Li. “Ha sido una locura muy emocionante”, explicaba la española en un escenario atestado de cámaras que intentaban capturar las palabras de Gaultier. “Había un centenar de personas en total y lo más difícil era conseguir que cada uno supiera qué tenía que hacer. La mayoría no eran bailarines ni había tiempo para ensayarlo”.

A lo largo de las nueve irónicas secciones que componían el espectáculo se vieron bailarines y modelos de lo más variopinto. Cada categoría, además, presentaba un tema estilístico diferente. En Miss Vintage competían veteranas como Axelle Doué. Vestidas con cuero y encaje negro, paseaban por el escenario del brazo de musculosos jovencitos con el torso desnudo mientras sonaba La vie en rose. Al ritmo de Vogue de Madonna y bajo el epígrafe de Miss Editora de Moda, desfilaban chicas caracterizadas como Suzy Menkes, Carine Roitfeld o Franca Sozzani. Por cercanía gremial, ese fue uno de los chistes que más aplausos despertó entre los asistentes. Alessandra Ambrosio o Karlie Kloss, que competían como Miss Mujer de Futbolista, no soltaban sus teléfonos móviles y se hacían selfies sobre la pasarela para inmortalizar sus atuendos de denim y cristales formando estampados de pañuelo. Las bailarinas de Miss Lucha Libre exhibían capuchas que se transformaban en máscaras y las de Miss Marinera bailaban con grandes pelucas rubias y variaciones de las camisetas de rayas.

La pantalla pasaba de la lluvia al sol mientras desfilaban las candidatas a Miss Meteo y las de Miss Tour de Francia mostraban cómo transformar un maillot ciclista en un vestido de cóctel. Pero las dos finalistas al premio estaban (no muy escondidas) en la categoría de Miss Esmoquin. Las modelos Anna Cleveland y Coco Rocha lucían versiones del corsé rosa con el que Gaultier vistió a Madonna en 1990. Una prenda que fabricó por primera vez -siendo todavía un niño- sobre el mullido cuerpo de Nana, su oso de peluche. Tras ser elegida como reina de la noche, Rocha simuló desmayarse en el escenario de la emoción. Cuando se recuperó, la auténtica ganadora del certamen de Miss Francia en 2009 le entregó una banda y una tiara y la bulliciosa compañía recibió a Gaultier bailando mientras caía una lluvia de confeti sobre el escenario. El público aullaba y aplaudía a rabiar, completamente rendido a un espectáculo tan entrañable y divertido como el hombre que lo había concebido. “Tú hiciste que quisiera ser diseñador”, le decía un emocionado Jeremy Scott mientras le abrazaba tras el desfile. “Te quiero”.

En cierta forma, Scott portaba el mensaje que la moda quería transmitir a uno de sus creadores más originales del último medio siglo.

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