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LA FOTO DE MI VIDA

‘Pero, ¿esto es educación?’, de Julián Barón

Los nuevos talentos de la fotografía española eligen para la ‘Revista de Verano’ las obras que mejor les representan

Tommaso Koch
JULIÁN BARÓN

En las plazas de toros se escenifica desde hace siglos un espectáculo emocionante para algunos y horroroso para otros. Sin embargo el duelo entre hombre y animal no es la única función de esos estadios. A veces han sido —y todavía son— empleados para exhibiciones de policía y guardia civil ante varias clases de colegios. Caballos, perros, unidades motorizadas y hasta helicópteros, para que los niños descubran el poder de despliegue de los agentes.

“Me parece brutal que esos miles de escolares asistan a estos eventos, asesorados por los profesores y avalados por sus padres”, asevera Julián Barón (Castellón, 1978). Por eso, ha dedicado uno de sus proyectos fotográficos, bautizado Tauromaquía, a recoger imágenes de estas exhibiciones. De hecho, de ahí procede la instantánea que Barón ha escogido para La foto de mi vida: “La saqué de Internet, hice una captura de pantalla y la fotocopié”. La elección no se debe tanto a que la foto le represente más que otras sino que el autor quería “ver y experimentar como resulta esta imagen incorporada en la prensa diaria”.

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“Nuestro modelo político opta en todos los casos por el control centralizado de la obra y por la reducción de la ciudadanía a la condición de público”, reza un texto de Luis Navarro que acompaña en la web de Barón a Tauromaquía. “El proyecto tiene la intención de reflexionar sobre el régimen de educación, captación y miedo que nuestro sistema, tan sutilmente, desarrolla desde su imagen oficial”, añade el fotógrafo.

Por si no quedara claro el concepto, hay otro proyecto de Barón que deja todavía menos lugar a dudas: se titula directamente C.E.N.S.U.R.A. “En ese gran circo que es la política, fotografía y censura se alían para manipular al pueblo a través del falso uso de la imagen como documento”, escribe el fotógrafo sobre su obra. Se trata de una galería de imágenes —en la que aparecen banderas de España, dinero, fotógrafos y, sobre todo, personajes como Carlos Fabra o Alfredo Pérez Rubalcaba— que aprovechan la sobreexposición para lanzar su mensaje: “Enfocando de manera diferente a la política y sus adalides, tratando de utilizar la cámara en descomposición, se puede conseguir que la fotografía también censure a la censura para, así, negativo contra negativo, ofrecer algo positivo, unas nuevas perspectivas sobre los políticos y su estado superficial, revelando cómo el estado que tanto defienden se desvanece con sus acciones”.

A pesar de sus denuncias, Barón cree que una imagen puede hacer “muy poco” para cambiar las cosas. Sin embargo, el fotógrafo no considera que sea algo negativo: “Es por eso por lo que tiene sentido para mí, justo porque no hace nada y es desde ahí donde uno puede comenzar a caminar con menos miedo”. Aparte de andar con sus propios pies, Barón muestra a otros el mismo sendero en la escuela de fotografía BlankPaper, considerado uno de los institutos de enseñanza más vanguardistas.

Allí crean a los autores del futuro. Pero ¿qué está pasando en el presente del mundillo? “Todo está cambiando muy rápido en estos tiempos, pero tampoco me preocupa más allá de conseguir bailar a mi ritmo. La fotografía está viviendo, que ya es bastante”.

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Sobre la firma

Tommaso Koch
Redactor de Cultura. Se dedica a temas de cine, cómics, derechos de autor, política cultural, literatura y videojuegos, además de casos judiciales que tengan que ver con el sector artístico. Es licenciado en Ciencias Políticas por la Universidad Roma Tre y Máster de periodismo de El País. Nació en Roma, pero hace tiempo que se considera itañol.

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