Guatemala, de Oliver de Ros
Los nuevos talentos de la fotografía española eligen las obras que mejor les representan
Aunque nació en Barcelona (1988), a Oliver de Ros le ha desaparecido el acento catalán en solo el medio año que lleva trabajando en Guatemala como fotógrafo; así que salpica la conversación telefónica con varios "ahorita" y "acá". Él se interesó por el arte de tomar imágenes desde que en su adolescencia quemó una foto por un exceso de exposición y quiso averiguar qué error de principiante había cometido. "Empecé a aprender comprándome libros de Magnum sobre sus fotógrafos, hasta que me compré una cámara". Formado de la mano de Rafael Badía en la escuela GrisArt, referente en Cataluña, Ros es otro nombre en la extensa lista de fotógrafos españoles que se han marchado al extranjero. "Es una lástima pero creo que es algo pasajero, por la crisis".
Ros eligió Guatemala para instalarse porque allí tiene familia y porque sus propuestas gustaron. Dedicado al fotoperiodismo y a la fotografía documental, subraya que "es muy importante conocer el background de lo que estás retratando y saber moverte entre la gente, tener su confianza porque si no, el resultado no será el que buscas".
Las mujeres de esta imagen, tomada hace unos meses para un trabajo que Ros aún no ha finalizado, "son víctimas" de una decisión de sus gobernantes. En los años 80, durante la dictadura, los habitantes de "las fértiles tierras junto al río Chixoy" fueron desplazados de sus hogares a las duras montañas de Alta Verapaz por la construcción de una hidroeléctrica. “Se les prometió agua y casas”. Sin embargo, se incumplieron las promesas y hoy malviven sin luz eléctrica. Cuando se va el sol, tienen que encender velas, y esa pobre iluminación es la que da a esta foto, realizada en interior y de noche, ese color y esa luz tan especial.
El seguimiento a los habitantes de Alta Verapaz le lleva a Ros a reflexionar sobre Guatemala, "que salió de una guerra civil para entrar en otra guerra, la del narcotráfico y el crimen organizado. Es una pena, un país tan bonito y con tan buena gente…". Sin embargo, no cree que por hacer su labor documental "tenga que pensar que voy a ayudar a cambiar las cosas. El fotógrafo no puede ir con esa predisposición porque te obcecas y acaba perjudicando lo que haces".
Ros forma parte del periódico guatemalteco Metro y considera que la prensa es "una gran escuela diaria" para un fotógrafo que además le permite pagarse "las habichuelas", aunque lo que le guste sea "lo documental". No contempla "por ahora" la idea de regresar a España. "Me gustaría conocer Centroamérica y Sudamérica y seguir trabajando en diferentes países".
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