Marilyn Burns, bella del horror
Fallece la actriz que encarnó a la única superviviente en la terrorífica ‘La matanza de Texas’
Son tres minutos 24 segundos. Desde que salta por la ventana de la familia de caníbales hasta que ríe y llora y ríe, cubierta de sangre, sentada en una camioneta. Es Marilyn Burns (Erie, 1949) en su momento de mayor gloria, la escalofriante secuencia que cierra La matanza de Texas (1974), que cumple 40 años. Su personaje, Sally Hardesty, era la única superviviente de la película. Solo ella conseguía escapar de Leatherface (Cara de cuero), un monstruo de voz aniñada con una máscara de piel humana y una motosierra por arma. Al otro lado de la gran pantalla, la actriz dijo adiós el pasado martes a los 65 años. Murió durante la noche, en su hogar de Houston.
“Ojalá se haya ido mientras dormía. La encontró su hermano y nadie sabe qué ha pasado. Pero la familia lo hará público en cuanto se sepa”, asegura Shawn Ewert, el penúltimo director de Burns en la película Sacrament. Ewert no se cree que se haya ido tan de repente: “Hace dos días que hablé con ella. Y en julio estuvo en la premiere de la película, firmando autógrafos y recibiendo el cariño de los fans. Es una enorme pérdida para todos los que amamos el horror. Te echaremos de menos, querida”.
Eramos unos ‘hippies’ en el rodaje más duro de nuestras vidas".
Burns estaba en plena efervescencia después de casi 10 años sin pisar un plató. Su filmografía dura un suspiro, 11 títulos en 40 años de carrera, cinco de ellos en los dos últimos años. El éxito de La matanza de Texas fue casi una maldición para la gente que participó en ella. Solo su realizador, Tobe Hooper, y el director de fotografía, Daniel Pearl, pudieron hacer una carrera más o menos estable. Burns, como su antagonista tras las cámaras, el gigante islandés Gunnar Hansen que interpretaba al asesino enmascarado, fue olvidada durante décadas. Hasta que una joven generación de directores, inspirados por su escalofriante papel en el clásico, la recobraron.
En el último filme en el que pudo contemplarse, Sacrament, interpretaba a una mujer madura. De Texas, cómo no: "Beulah Standifer. Una trabajadora muy dura, dueña de un ultramarinos que gestiona con su sufriente marido desde hace décadas", explicaba la actriz por mail en una de sus dos últimas entrevistas. Lo curioso es que su marido en el filme es Ed Guinn, un viejo conocido de Burns: “Es el camionero que me salva en La matanza de Texas. Fue algo maravilloso volver a coincidir con él”.
Había vuelto a los platós con fuerza en 2012 tras casi 10 años de ausencia
La actriz es muy consciente de haber dejado huella. Quién le iba a decir que aquel rodaje insoportable en el verano de Texas, en jornadas récord de hasta 26 horas seguidas bajo un calor insufrible iba a entrar con letras de oro en la historia del cine: “Éramos cinco actores, un director de fotografía, un sonidista, un cineasta y un asistente todos amontonados en una furgoneta. Un puñado de hippies que podían haberse quedado en casa en vez de filmar el más duro y largo rodaje de nuestras vidas”.
Y es que labrar el nombre de uno en el legado del séptimo arte no es tarea fácil. Burns sabe que lo hizo más de una vez en esta película. Cuando corre en el bosque perseguida por un titán con motosierra. Cuando está atada a una silla obligada a cenar (y ser cena) de unos caníbales. Y más que nunca cuando ríe y llora y ríe en esa gran escena final en la que conseguía escapar de la muerte: “Tuvimos que volver a rodarla. Reía y lloraba porque me preguntaba si alguna vez iba a terminar aquella película”.
Babelia
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