Polesello, maestro del ‘pop art’ argentino
El pintor y escultor porteño fue uno de los principales referentes del arte abstracto y óptico de Latinoamérica
Rogelio Polesello, uno de los máximos referentes del pop art de Argentina, exponente del arte abstracto y óptico de Latinoamérica, falleció el pasado domingo en su ciudad natal, Buenos Aires, a los 74 años tras un infarto que siguió a recientes problemas cardíacos. Polesello se ha ido, pero no sus pinturas y esculturas, que continuarán expuestas en museos como el Guggenheim de Nueva York, el Tamayo de México o el Cifo de Miami. También se puede ver su arte en la capital argentina, en los museos de Bellas Artes y el de Arte Latinoamericano de Buenos Aires (Malba), en la escultura que dedicó a los Juegos Olímpicos o a 157 kilómetros al norte de allí, en la ciudad de San Pedro, en el momento a la batalla de la Vuelta de Obligado, que en 1845 enfrentó en el río Paraná a las tropas de su país contra 22 buques de Reino Unido y Francia.
Polesello había nacido el 26 de julio de 1939 y de pequeño se acercó al arte: “Cuando chico, jugaba con un vidrio que me ponía en un ojo y así exploraba. Cuando empecé a pintar hacía monocromías buscando el oficio y me encontré un día sentado en casa pensando qué quería pintar; de pronto el sol atravesó la ventana y se deshizo en una de mis esculturas de acrílico, esos monóculos estridentes que conservaron mi infancia, y se expandió por todo el espacio ese mandato iridiscente y terminó la ceguera: aquí está, dije, agarré el soplete y junté el sol en el plano”. De joven comenzó a trabajar en una agencia de publicidad, mientras estudiaba primero en la Escuela de Bellas Artes Manuel Belgrano y después completó el profesorado de grabado, pintura y dibujo en la Prilidiano Pueyrredón.
En 1959, a los 20 años, expuso por primera vez. En 1965 participó de la Bienal de São Paulo y en 1969 debutó en el Instituto Di Tella, por donde transcurría toda la movida artística argentina de la que él fue uno de sus más famosos representantes, junto con Marta Minujin. Siempre se mantuvo vigente, pero en los últimos años se ha vuelto a poner de moda entre los coleccionistas. Para ellos pintó coches Audi, Ferrari o Porsche o motos Harley Davidson. En 2010 inauguró el monumento de la Vuelta de Obligado y en 2013, la escultura a los Juegos Olímpicos. El año próximo el Malba iba a rendirle una retrospectiva. Polesello seguía trabajando en su atelier del refinado barrio de casonas de Belgrano R, junto con su expareja y también artista Naná.
Babelia
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