El despegue del cine latinoamericano
La venta de entradas y los ingresos en taquilla crecen un 40% desde 2009 Las películas nacionales logran colarse entre las más vistas en cada país
El cine latinoamericano, que siempre ha vivido a la sombra de las producciones europeas y, sobre todo, de Hollywood, ha conquistado cada vez más su espacio en los últimos cinco años. El sector sigue dominado por Estados Unidos, pero cada vez se producen más y mejores películas. Algunas incluso se convierten en éxito de taquilla, como la mexicana No se aceptan devoluciones, la más vista en México en 2013. Además, todo el sector cinematográfico en América Latina ha registrado datos positivos en ese mismo periodo, mientras se encuentra estable en EE UU o en descenso en Europa. Según datos del Observatorio Audiovisual Europeo, la venta de entradas y la facturación en taquilla han aumentado en media un 40% entre 2009 y 2013.
La producción ha sido estimulada por incentivos fiscales y subvenciones
Este resultado positivo ha sido impulsado por ocho países de la región, de los cuales destacan México, Brasil y Argentina. Cada uno tiene sus propias políticas para estimular el sector, pero todas se han desarrollado a partir de una idea central: “Están haciendo políticas de desarrollo cinematográfico que son constantes. Se trata de medidas que apoyan el sector y hacen con que circule más el dinero”, opina Mariela Besuievsky, socia de la productora española Tornasol Films, responsable de la producción de diversas obras en Latinoamérica, como la argentina y ganadora del Oscar El secreto de sus ojos.
México es el país donde el cine ha tenido más éxito en los últimos cinco años en América Latina. En 2009 se vendieron un total de 178 millones de entradas, una cifra que en 2013 aumentó hasta 248 millones. La facturación en taquilla también ha crecido, de 563,4 millones de dólares en 2009 a 911,2 millones en 2013. Este incremento se debe, en parte, al aumento del precio de las entradas, siempre según el informe del observatorio.
Martha Sosa: “En México, el sector cinematográfico se profesionalizó”
No solo los beneficios han mejorado, sino que gran parte de ellos vienen ahora de las producciones nacionales. En 2009, 66 obras fueron producidas. En 2013, 127 películas nacionales se distribuyeron en las 5.547 pantallas del país —es decir, 46,9 pantallas por cada millón de habitantes, la mayor proporción del continete—. “Hay una ley de incentivos fiscales que ha impactado toda la cadena de producción del sector cinematográfico”, explica Martha Sosa, productora de la exitosa Amores Perros, entre otras obras. “El proceso se ha profesionalizado bastante. Antes, por ejemplo, no tenía alguien responsable por prensa. Hacíamos una película y luego buscábamos cómo exhibirla. Ahora, esto tiene que estar claro desde el principio”, añade.
Pero para esta veterana del cine mexicano, una de las ventajas del incentivo fiscal es que el productor no depende de la ayuda directa del Gobierno, sino que han participado muchos fondos extranjeros. Algo que, en su opinión, “es mucho más saludable”.
“Hay que subrayar que no se trata solo de un boom comercial, sino también de creatividad. Todos los proyectos son evaluados antes de recibir incentivos y solo los mejores lo logran. Es un proceso muy sofisticado que nos ha costado mucho construir”, finaliza. Jorge Sánchez, director del Instituto Mexicano de Cinematografía, añade que un factor fundamental han sido las escuelas de cine, sobre todo el Centro de Capacitación Cinematográfica y el Centro Universitario de Estudios Cinematográficos. “Son muchos años de funcionamiento, y ofrecen un bagaje cultural muy importante”, opina.
Un proceso similar de incentivos fiscales también entró en vigor en Brasil. La Agencia Nacional del Cine (Ancine) aprueba una reducción de impuestos a personas y empresas que direccionen los recursos, a través de patrocinio, coproducción o inversión, a proyectos aprobados por la entidad. Además, la institución actúa de forma directa y financia proyectos a través de oposiciones y selecciones públicas. “El país tiene una ley de incentivo fiscal fuerte. Es uno de los que más tiene dinero para el cine”, afirma Mariela Besuievsky, de Tornasol Films.
Los resultados de los últimos cinco años también han sido positivos: la producción nacional, pese a que haya oscilado en los últimos cinco años, ha variado de 84 películas en 2009 a 126 en 2013. De los 10 filmes más vistos ese año, dos eran brasileños —Minha mãe é uma peça, el cuarto más visto, y De pernas pro ar 2, el séptimo más visto—.
También han sido positivos los resultados de facturación. En 2009 se vendieron 112,7 millones de entradas, una cifra que ascendió a 149,5 millones en 2013. La facturación en taquilla, que fue de 489,1 millones de dólares en 2009, llegó a 862,4 millones en 2011 y ahora se sitúa en 744,1 millones.
Enseguida está Argentina. El número de entradas vendidas también ha variado positivamente, de 27,6 millones en 2009 a 43,3 millones en 2013, mientras que la facturación de taquilla ha aumentado de 126,2 millones de dólares en 2009 a 257,6 millones en 2013.
Los mejores resultados del país están en su producción nacional: en 2009 fueron producidas 95 películas; en 2013, fueron 166. “Una película nacional tiene que permanecer por más tiempo en las pantallas. Además, la Ley de Medios dice que las televisiones tienen que destinar parte de sus inversiones a la producción nacional. Hay mucho incentivo a la producción cinematográfica”, explica Besuievsky. “Pero en el caso de Argentina, pocas películas nacionales son responsables por gran parte de la facturación de taquilla”, finaliza.
Los demás países que han presentado resultados positivos son Colombia, Venezuela, Peru, Chile y Uruguay. Parte del éxito de la región es debido también a un incentivo a las coproducciones. “Hay películas que son producidas entre Argentina y España, o Argentina y Brasil... Facilita el desarrollo”, explica Besuievsky. Los desafíos siguen siendo la búsqueda por una distribución más justa y el acceso a las obras, muchas veces dificultado por las televisiones. “Hay muchas preocupaciones por el mundo digital y en cómo los ciudadanos tendrán acceso al contenido”, sostiene Jorge Sánchez.
Babelia
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