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CRÍTICA | TRANSCENDENCE
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Lógica de la industria

El filme está dividido en dos mitades que cuajan mal: una primera de planteamientos interesantísimos y otra en el terreno de la acción

Javier Ocaña
Fotograma de 'Transcendence', de Wally Pfister.
Fotograma de 'Transcendence', de Wally Pfister.

Desde aquel siglo XIII en el que Ramon Llull planteó en Ars magna la posibilidad de construir una máquina lógica de naturaleza mecánica, la posteriormente bautizada como inteligencia artificial ha avanzado de forma tan apasionante que, claro, el cine se ha ido haciendo eco de sus teorías y de sus consecuencias en no pocos productos entre el entretenimiento y la filosofía más trascendente. Un término medio en el que, a pesar de su título, se coloca Transcendence, primera película de Wally Psister, hasta ahora fotógrafo de Christopher Nolan. Y un término medio que, en lugar de surgir, mezclado, a lo largo de toda la historia (Blade runner, por ejemplo, era tan compleja como entretenida), aparece dividido en dos mitades que cuajan mal: una primera de planteamientos interesantísimos y de alta relevancia, y una segunda parte donde sus derivaciones en el terreno de la acción están muy por debajo.

Como un capítulo más de la sensacional Black mirror, Transcendence comienza apuntando situaciones que, partiendo de la actualidad, enlazan con un pasado mañana terrorífico en el que el avance de las ciencias de la computación debe convivir con un aspecto moral donde el elemento emocional es la clave, a través de un guion que articula ideas potentísimas: desde las balas envenenadas con polonio hasta la idea del Gobierno de echar la culpa de todos sus males a un grupo de ideas tan radicales que pueden ser vislumbrados por la ciudadanía, por la masa, como simples terroristas.

Sin embargo, conforme la película se aleja del superhombre de Nietzsche para acercarse a un mal producto sobre el superhombre de la Marvel, el esquema se viene abajo, sobre todo porque la puesta en escena de Psister está presidida por ese convencionalismo visual de superproducción del XXI, que no permite el más mínimo elemento de montaje o encuadre que se salga de lo que haría una máquina (supuestamente) inteligente, capaz de dirigir una película por sí sola gracias a un avanzado programa informático.

TRANSCENDENCE

Dirección: Wally Pfister.

Intérpretes: Johnny Depp, Rebecca Hall, Paul Bettany, Cillian Murphy, Kate Mara, Morgan Freeman.

Género: ciencia-ficción. EE UU, 2014.

Duración: 119 minutos.

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Sobre la firma

Javier Ocaña
Crítico de cine de EL PAÍS desde 2003. Profesor de cine para la Junta de Colegios Mayores de Madrid. Colaborador de 'Hoy por hoy', en la SER y de 'Historia de nuestro cine', en La2 de TVE. Autor de 'De Blancanieves a Kurosawa: La aventura de ver cine con los hijos'. Una vida disfrutando de las películas; media vida intentando desentrañar su arte.

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