¿Hay vida después de ‘The artist’?
El francés Michel Hazanavicius retrata la tragedia de Chechenia en ‘The search’, su regreso a la dirección tras el triunfo de su filme en blanco y negro
Hay muchos acontecimientos que pueden cambiar la vida de una persona. Ganar la lotería, por ejemplo. O inventar una red social para mantenerse en contacto con los amigos. O, también, rodar una película muda en blanco y negro con un perro. Porque, cuando el cineasta francés Michel Hazanavicius trajo hasta Cannes The artist, en 2011, no era especialmente conocido, por usar un eufemismo. Sin embargo, esta mañana regresó a la Croisette como un director oscarizado y acompañado por una expectación tremanda y una pregunta: ¿qué puede hacer un cineasta después de The artist?
La respuesta escogida por Hazanavicius es The search. Y la reacción del público ha sido contradictoria: la película ha recibido aplausos y abucheos casi en partes iguales. Sea como fuere, The search viaja hasta Chechenia en los noventa, cuando la región sufría la –enésima- de las represiones de Rusia que han destrozado sus tierras, su gente y buena parte de las generaciones futuras. El filme arranca con una grabación aficionada de un soldado ruso y luego, a través de tres historias –el propio combatiente, una trabajadora de la ONU y un niño checheno que lo ha perdido todo-, trata de relatar una tragedia que en Chechenia nunca termina.
“Chechenia es la gran olvidada”, aseguró Michel Hazanavicius, en la rueda de prensa posterior a la proyección. Porque la región sufrió dos guerras que acabaron con sus aspiraciones de autonomía y, sobre todo, causaron más de 150.000 muertos. Allí, como contaba la fallecida periodista rusa Ana Politkóvskaya, las madres chechenas veían a sus hijos salir de casa por la mañana y a veces los recibían de vuelta días después en un saco negro.
“La película no defiende una causa, no es una obra política. Intenta profundizar sobre todo en la dimensión humana”, relató Hazanavicius, que deseó que la obra mueva también las conciencias de las altas esferas de la comunidad internacional. El director contó que hubo una intensa fase de documentación previa, a través de documentales y libros, tanto de periodistas como de soldados rusos. “No he querido hacer una denuncia sobre el ejército ruso, pero lo cierto es que es una máquina dura y violenta de hacer soldados”, añadió el cineasta.
La rueda de prensa también dejó tiempo para que le preguntaran a Hazanavicius y su mujer, Bérénice Bejo, la actriz franco-argentina que vuelve a protagonizar otra de sus películas, por su relación. “Obviamente no vamos a contestar a cuestiones personales”, defendió Bejo. Y poco dijo también el pobre Abdul Khalim Mamutsiev, el jovencísimo que interpreta al pequeño checheno y que recibió un par de preguntas sobre su presencia en Cannes y lo que le hace ilusión.
Encantados con estar por estas tierras se muestran en cambio tanto Ryan Gosling como Damien Chazelle. El actor lo afirmó ayer, antes de la proyección de su ópera prima detrás de la cámara, la convincente Lost River, que compite en Una cierta mirada. Y el segundo lo ha contado esta mañana en un encuentro con periodistas internacionales, por su filme Whiplash, que arrasó en Sundance y está en la Quincena de Realizadores. Ambos directores estadounidenses son los responsables de que ayer cientos de personas aguardaran buena parte de su tarde en cola. Llegar una hora antes a sus respectivas proyecciones podía no bastar.
Y una vez dentro de la sala Debussy, la segunda más grande del certamen, Gosling acaparó toda la atención del público. Algunos se levantaban para fotografiarlo, otros le ovacionaron, muchos en general estaban pendientes de sus movimientos. Tanto que cuando percibieron que el actor se iba a ir unas cuantas espectadoras se levantaron y salieron corriendo. Se perdieron el final del filme. Pero, quizás, consiguieron una foto con su director.
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