El Oeste de Tarantino asalta las viñetas
Rajko Milošević Guéra ilustra la versión completa de 'Django desencadenado', la última película estrenada del cineasta
Tarantino no es tan Hitler como lo pintan. Al menos, cuando confía en uno, si hay que creer a Rajko Milošević Guéra (Belgrado, 1959), ilustrador yugoslavo que ya se encargó de llevar a las viñetas Malditos bastardos y que vuelve a la carga con un tebeo muy ambicioso: el guion completo de Django desencadenado (Planeta DeAgostini) en versión cómic. La fama de celoso dictador de sus obras no se corresponde en absoluto con la experiencia del dibujante: "Una vez tuvimos luz verde, tuvimos también carta blanca. Pude elegir a casi todo el equipo y Quentin no se metía en nuestro trabajo. Hablábamos por mail y siempre nos decía que todas nuestras decisiones le parecían 'excelentes'. No nos hizo ningún tipo de corrección. Ni una sola".
Lo que no quiere decir que fuera pan comido. "Tuvimos un problema grave. El guion no estaba bien pensado para cómic. Nos empezó a crecer. De entre 120 y 140 páginas previstas, pasamos a más 200... Al final vi que aquello se iba a retrasar e iba a ser una locura". Por ello precisó la ayuda de otros cuatro ilustradores: Jason Latour, Denys Cowan, Danijel Zezelj y John Floyd. Aunque Guerá se encargó del grueso del trabajo, "más de 100 páginas" de este western sanguinario protagonizado por un esclavo negro y un cazarrecompensas alemán.
En estos casos en que una obra suele repetirse por varias vías, la promoción tiende a exagerar lo genuino de cada medio. En la contra se destaca: "¡Adaptación al guion completo, incluyendo escenas que no llegaron a aparecer en el montaje final de la película!". El epílogo de José Torralba va en la misma línea: "el metraje rodado llegaba a las cinco horas [...] tramas enteras, escenas completas y buena parte del transfondo de los protagonistas se perdieron [...]". Pero leído el cómic, uno se encuentra que esta versión completa solo añade una trama más: el pasado de Broomhilda, la mujer de Django. En la película nos la encontrábamos como esclava ya del psicópata Calvin Candie que interpretaba Leonardo DiCaprio; aquí se nos cuenta como Candie se la ganó a un calzonazos bonachón que la apostó en una timba. La otra novedad es una vuelta de tuerca, no un añadido: el duelo final en viñetas es mucho más breve y sobrio (se resuelve en un par de páginas) que la ensalada de tiros con la que remataba el filme Tarantino. Guéra admite que se ha inflado la importancia del contenido a mayores: "Es verdad, es verdad. Pero lo importante no es lo que se añade, sino que la experiencia es completamente distinta".
El dibujante defiende al cómic como medio totalmente independiente del cine. No solo independiente, sino incluso superior: "En cine tienes un problema. La fotografía hace que todo sea demasiado real y paradójicamente el efecto en el público es que a la mínima le parece falso. Pero el cómic es como la pintura. Trabaja con las emociones, no con la fidelidad a la realidad. La reinterpreta expresivamente". El cómic de Django, sin pasarse, porque el guion es clásico y "pide ser narrativo", es ejemplo de este mantra. El dibujo y su coloreado cambian a cada el episodio. En el pasado de Broomhilda el estilo es europeo, con una paleta desvaída. Sin embargo, la visita a Candyland es puramente expresionista, el lápiz desaparece y grandes masas de color definen personajes y escenarios.
Guéra se permitió no depender del look visual de la película para crear su Django. "A mí me influyeron más los westerns de Peckinpah o Martin Reed que los de Sergio Leone". La apariencia de los personajes tampoco tiene mucho que ver. "Salvo Django, que sí se parece a Jamie Foxx, el resto los interpreté como quise. Ni vi la película para no influirme". Lo más curioso es cómo ha decidido retratar al doctor King Schultz que encarna en la gran pantalla Christoph Waltz. En el cómic hay un aire familiar con Waltz pero mezclado con otro ingrediente: "Franco Nero, el Django original [western del 66 que dirigió Sergio Corbucci]. Mezclé los dos rostros en uno solo".
Todas las viñetas del Django de Guéra se dibujaron en Barcelona, la ciudad en la que el ilustrador lleva afincado desde que se instaló en 1991, huyendo de la guerra de los Balcanes. Ahora, desde hace muchos años ya como español, disfruta de vivir donde quiere y trabajar para Estados Unidos, aunque ve con pena la situación del cómic en España: "Desde fuera y desde hace muchos años España se ha visto como una cantera de ilustradores increíbles, pero por algún motivo aquí lo que han faltado siempre son lectores. No hay industria. Espero que con el reconocimiento de los nuevos autores españoles en los Eisner se consiga mejorar la situación". En cualquier caso, Guéra cree que vale la pena dejarse la piel en el lápiz: "Para hacer cómic tienes que ser director, actor, escenógrafo, fotógrafo, colorista... Tienes que dominarlo absolutamente todo. Por eso, aunque es muy cansado, la satisfacción de firmar un trabajo es enorme". Incluso si al firmar uno sabe que el nombre más grande será el de Quentin Tarantino.
Babelia
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