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Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Sublime ‘Niñito’

Un verdadero recreo para los desconsolados aficionados, que ya merecían una alegría como solo puede proporcionar un toro de tan suprema calidad

Antonio Lorca
David Mora, durante la faena con su primer toro, 'Niñito'.
David Mora, durante la faena con su primer toro, 'Niñito'.Raúl Caro (EFE)

Salió el que, probablemente, sea el mejor toro de la feria. La verdad es que ya era hora, después de tantas malas tardes, de sufrimiento interior y penosa desesperación. Salió Niñito, colorao de capa, y de 545 kilos de peso, y desde que pisó el albero cantó que podría ser un toro diferente. Embistió con largura y codicia al capote de David Mora, que lo veroniqueó con elegancia y templanza en lo que supuso un fogonazo de buen gusto. No atesoraba Niñito mucha fuerza, como toda la corrida, y lo mimaron en el caballo, pero acudió de largo y con alegría en el segundo encuentro con el piquero. Galopó y persiguió en banderillas, y su matador brindó a la concurrencia porque tenía claro que le había tocado un premio gordo.

El Pilar / Abellán, Escribano, Mora

Toros de El Pilar-Moisés Fraile—el primero, devuelto—, correctamente presentados, blandos, nobles y manejables; destacaron el tercero, bravo y de encastada nobleza, y el cuarto. Sobrero de Jandilla, deslucido.
Miguel Abellán:
media muy ladeada, media baja y un descabello (silencio); estocada que asoma y tres descabellos (silencio).
Manuel Escribano:
estocada ladeada, tres descabellos —aviso— y dos descabellos (silencio); casi entera (ovación).
David Mora:
estocada baja (oreja); pinchazo y estocada (ovación).
Plaza de la Maestranza,
8 de mayo. Octava corrida de feria. Algo más de media entrada.

Y así fue. Niñito embestía con todo su cuerpo, fija la mirada en el engaño, humillando en cada acometida, incansable en su recorrido; y todo ello, con excepcional nobleza y una dulzura exquisita. Un verdadero recreo para los desconsolados aficionados, que ya merecían una alegría como solo puede proporcionar un toro de tan suprema calidad. Cuando Mora lo consideró oportuno, se perfiló y lo mató, pero la plaza entera estaba convencida de que la decisión de Niñito era seguir embistiendo un par de horas más. Y se lo llevaron al desolladero entre la emocionada ovación del respetable. ¿Era toro de vuelta al ruedo? Pues, sí; con los parámetros modernos, sin duda. Bien hecho, guapo, sin descaro ni exageraciones más que en el arte que encerraba en su interior. No fue un toro que deslumbrara por su fiereza, sino que enamoraba con su gracia. En suma, el toro artista del siglo XXI, que recordó al indultado Arrojado en esta misma plaza.

¿Y el torero? Bien, bonito, bien… Pero sin arrebato, sin conmoción, sin esa vibración que se siente y se nota en las faenas verdaderamente grandes. Mora acompañó lo mejor que pudo la grandeza del toro, y dibujó momentos de enorme brillantez. Elegante fue el comienzo, abrochado con un trincherazo de cartel; largos redondos y naturales, algo retorcida la figura, , y la impresión en todo momento de que Niñito era el triunfador de la pelea. No mató bien y paseó una merecida oreja. No pudo reverdecer laureles en el sexto, al que hizo una faena interminable, plagada de medios pases insulsos, despegados y birriosos. El toro no era el mismo, y tampoco Mora parecía el de antes.

Volvía a Sevilla Miguel Abellán tras un retiro voluntario. Y se le notó el descanso. Parece que quiso, pero no pudo. Ha perdido alegría, y fueron cortas su entrega y disposición ante el dificultoso primero, y no estuvo a la altura, ni mucho menos, del noble cuarto.

La corrida de hoy

Toros de Victoriano del Río para los diestros Enrique Ponce, Sebastián Castella y Joselito Adame.

Y Escribano repitió el guion de tardes pasadas: largas cambiadas en los medios, banderillas con más voluntad que lucimiento, y un loable y desmedido afán por torear bien. Primorosas fueron unas verónicas a su primero, y destacó por su templanza y torería ante un toro descastado, con el que aburrió en su afán por encontrar una estructura imposible. Lo intentó de nuevo ante el parado quinto, pero al toro le faltó la viveza que le sobraba a Escribano. 

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Sobre la firma

Antonio Lorca
Es colaborador taurino de EL PAÍS desde 1992. Nació en Sevilla y estudió Ciencias de la Información en Madrid. Ha trabajado en 'El Correo de Andalucía' y en la Confederación de Empresarios de Andalucía (CEA). Ha publicado dos libros sobre los diestros Pepe Luis Vargas y Pepe Luis Vázquez.

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