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La cara B, salvaje y explícita de ‘La vida de Adèle’

La pareja protagonista es la gran revelación de ‘El desconocido del lago’

Gregorio Belinchón
Christophe Paou (izquierda) y Pierre Deladonchamps, en 'El desconocido del lago'.
Christophe Paou (izquierda) y Pierre Deladonchamps, en 'El desconocido del lago'.

El telón de fondo, un lago, casi idílico, apartado de las miradas inquisitoriales. Los personajes, homosexuales que pasean a la búsqueda de encuentros furtivos carnales. A todos les mueve el morbo y las ganas, por mucho que empiece a correr el rumor que entre ellos hay un asesino en serie. Con esa premisa, y un montón de sexo explícito, arranca El desconocido del lago, mejor película del festival de Cine Europeo de Sevilla, premio a mejor dirección de la sección Una cierta mirada del pasado Cannes, candidata a ocho césars y ganadora del César a mejor actor promesa para Pierre Deladonchamps. El director Alain Guiraudie nunca saca la cámara más allá del aparcamiento, plano que sirve para enlazar una jornada tras otra, y en ese trajín surge el amor entre un joven, Franck (Deladonchamps), y un tipo con aroma a peligro (Christophe Paou). ¿Thriller, drama? Da igual: el filme, estrenado en España el viernes pasado, ha catapultado en Francia las carreras de Paou, hasta ahora secundario entre secundarios, y Deladonchamps, estrella de la pequeña pantalla. “A veces, jugártela tiene premio”, dicen los dos.

El filme ha ganado premios en Cannes y Sevilla y el César a actor promesa

En persona, ambos comentan que han acabado siendo muy amigos, y Paou pide perdón por no hablar español: lo estudió de crío y aún chapurrea algo. “Desde el principio”, cuenta el cesarizado Deladonchamps (Nancy, 1978), “Alain nos explicó el gran compromiso que debíamos contraer con el proyecto. Yo mismo me pregunté si merecía la pena poder ser encasillado y que no me llegaran futuros proyectos muy distintos. Hoy nos sentimos agradecidos por haber formado parte de un filme tan radical como interesante. Cannes lo legitimó. El rodaje fue bastante cómodo, en los ensayos en París sí lo pasamos mal: de ahí salieron los cimientos de la acción, porque había poco tiempo, no se podía improvisar”. Y se acostumbraron a la desnudez. “Alain buscó la complicidad artística para que la filmación transcurriera muy rápidamente. En fin, me preocupaba más mi bigote, porque parecía Mark Spitz, Freddy Mercury o Tom Selleck”, ríe Paou. “Es mi Magnum”, bromea su compañero.

Las francesas La vida de Adèle y El desconocido del lago se estrenaron, y premiaron, en el mismo Cannes. “Ambas son explícitas, arriesgadas y cuentan amores homosexuales”, comentan a coro. “Pero nuestro filme tiene un aroma irreal que ayuda a hablar de algo tan real como la muerte y la soledad. En Adèle hay algo de Cenicienta, de cuento de los hermanos Grimm. Lo nuestro es más salvaje, cruel”, dice Deladonchamps. “Solo hemos pagado que mucha gente no nos conozca y se plantee si somos gays o no. A Douglas y Damon en Behind the Candelabra nadie se lo pregunta. Bueno, a cambio el público se mete más rápido en la historia, como si fuera un documental”.

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Sobre la firma

Gregorio Belinchón
Es redactor de la sección de Cultura, especializado en cine. En el diario trabajó antes en Babelia, El Espectador y Tentaciones. Empezó en radios locales de Madrid, y ha colaborado en diversas publicaciones cinematográficas como Cinemanía o Academia. Es licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense y Máster en Relaciones Internacionales.

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