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Gabo y la Escuela de Periodismo

El 6 de septiembre de 1995 un grupo de alumnos de La Escuela de Periodismo de EL PAÍS escuchó por primera vez el inicio de 'Noticia de un secuestro'

Joaquín Estefanía
El escritor Gabriel García Márquez, durante la charla coloquio en la Escuela de Periodismo de la Universidad Autónoma de Madrid en 1994.
El escritor Gabriel García Márquez, durante la charla coloquio en la Escuela de Periodismo de la Universidad Autónoma de Madrid en 1994.GORKA LEJARCEGI

Se desató un vendaval y las luces se apagaron para no volver en un gran rato. En el aula La Cristalera de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM), en el pueblecito madrileño de Miraflores de la Sierra, a 60 kilómetros de la capital, Gabriel García Márquez pidió velas y continuó con su taller de Reporterismo y Redacción para una docena de privilegiados alumnos de la Escuela de Periodismo UAM/EL PAÍS. En medio del estrépito de la tormenta, los congregados oyeron por primera vez el siguiente párrafo: “Antes de entrar en el automóvil miró por encima del hombro para estar segura de que nadie la acechaba. Eran las siete y cinco de la noche de Bogotá. Había oscurecido una hora antes, el Parque Nacional estaba mal iluminado y los árboles sin hojas tenían un perfil fantasmal contra el cielo turbio y triste, pero no había a la vista nada que temer”. Parecía una metáfora de lo que en ese momento estaba ocurriendo en Miraflores. Era el 6 de septiembre de 1995 y un grupo de periodistas en ciernes había escuchado por primera vez el inicio de Noticia de un secuestro.

A finales de 1993 Gabo viaja a Madrid. Quiere entrevistarse con los responsables y los alumnos de la Escuela de Periodismo para conocer in situ su funcionamiento. Gabo se encierra alrededor de tres horas con profesores y alumnos, en las que da su visión del periodismo y de lo que quiere hacer y, sobre todo, pregunta para resolver sus dudas, afianzarse en algunas ideas y corregir otras. Permite a los alumnos que graben esa conversación, que está inédita y que se conserva en el archivo de la Escuela. Apenas un trimestre después, la conversación se repite en Bogotá, con más intensidad. En la cafetería del hotel Charleston de la capital colombiana, García Márquez comenta que está muy decidido a liderar “algo” relacionado con la formación de los periodistas. Es el origen de la Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano (FNPI).

Dijo: “Para mí, la entrevista ha terminado por ser parte de la ficción”

Casi un año después de ello, aprovechando una estancia en Madrid, García Márquez dirigió un taller de Reporterismo y Redacción en la Escuela de Periodismo. Se pensó que era bueno que fuese muy intensivo y que los periodistas que participasen en él se aislasen de cualquier otra actividad en los días en que se desarrollase. Por ello se escogió la sede de La Cristalera. El primer problema fue la selección: aunque nunca fue pública sino restringida a periodistas de EL PAÍS, la Escuela de Periodismo e invitados de otros medios, la primera lista de participantes ascendió a un centenar. Hubo que dejarlos en un máximo de doce por exigencia de Gabo que nunca trabajaba con un gran número de personas, en una mezcla de eficacia y timidez. La única vez que Gabo consintió que todos los alumnos y profesores estuviesen presentes en uno de sus talleres fue a finales de 1993, cuando vino a la Escuela. Entre las opiniones que dejó en aquel taller figuran las siguientes, a modo de píldoras:

Cuando Gabo terminó de leer, los presentes aplaudieron a rabiar

-“Hay un aspecto fundamental del periodismo que es el reportaje, que es el que siempre me gustó a mi, que es el que siempre practiqué, que se está confundiendo con la entrevista. Tengo, no sé si la ventaja o la desventaja, de estar a ambos lados del escritorio, soy sujeto del periodismo y me siento periodista y me preocupa la relevancia de la entrevista como género. Me sorprende mucho que casi nadie me pida como tema de su trabajo algo distinto a una entrevista. Hace poco tiempo, tratando de ayudar a una joven periodista que me había pedido la entrevista correspondiente, la dije: ven mañana, desayunamos juntos, y luego vas a permanecer a mi lado sin estorbar, vas a estar a cierta distancia pero te vas a dar cuenta de todo, y luego escribes el reportaje de lo que hice en un día. Estuvo muy bien, permaneció todo el tiempo a mi lado, pero al final no se resistió y me dijo 'le voy a hacer unas preguntitas'. Y terminó escribiendo una entrevista”.

- “Yo detesto la entrevista. Tengo la impresión de que es un convencionalismo. En las pocas entrevistas que doy represento el personaje que quiero ser, no el que soy. Para mi la entrevista ha terminado por ser parte de la ficción. Yo invento respuestas si es para un periodista que quiero mucho, para que se luzca más, para que tenga más tema, pero no creo que esté comunicando mi verdadera personalidad, mi verdadero pensamiento, y creo que todos los que están sometidos a la dictadura de las entrevistas tarde o temprano terminan haciendo lo mismo. En cambio, el reportaje, que creo que inventaron los periodistas norteamericanos, no se practica tanto como se debería. Es decir, contar lo que pasó para que el lector sepa lo que pasó como si hubiera estado en el lugar. Esta es la parte que más me preocupa del periodismo actual”.

- “Les voy a decir una cosa que quizá descorazone a algunos: yo creo que se nace periodista, como se nace pintor o músico. Lo creo porque considero el periodismo como un género literario, como la novela, como el teatro, como la poesía. Eso significa que algunos de los que están aquí nunca serán periodistas. Lo tengo muy claro con la narración. Dos personas van a ver una película y les dices que te la cuenten. El primero explica: 'Bueno, es la película de una chica que está traumatizada por las contradicciones entre su formación de campesina y los agobios de la ciudad'. El segundo dice: 'Esta es una muchacha que un día se fuga de casa y se pone a hacer autostop en la carretera; llega a la ciudad, no sabe qué hacer pero se cuela en la beneficencia para conseguir dinero'. Éste último está contando la película tal como fue y el primero está interpretándola. El primero puede aprender lo que quiera, pero jamás será un narrador; al segundo todavía le falta mucho, le falta la técnica, la formación, pero puede llegar a serlo. Se nace o no se nace periodista, la vida lo dirá. Además, se necesita la vocación: es muy duro sentarse a escribir todos los días, salgan o no bien las cosas, toda la vida. Y sólo la vocación permite superar las dificultades”.

García Márquez en la Escuela de Periodismo de EL PAÍS en 1996
García Márquez en la Escuela de Periodismo de EL PAÍS en 1996GORKA LEJARCEGI

En octubre de 1994 nace la Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano (FNPI). Desde entonces, los intercambios de profesores se han multiplicado. Los de la Escuela de Periodismo UAM/EL PAÍS han acudido muchas veces a Cartagena; los maestros de la FNPI han dado numerosas conferencias en la Escuela de Periodismo UAM/EL PAÍS. Un año después de esta presencia de Gabo en la calle Miguel Yuste de Madrid (sede de la Escuela de Periodismo), en septiembre de 1995, volvió para dar el taller de Reporterismo y Redacción citado, en Miraflores. Durante tres días, todas las mañanas, muy temprano, Gabriel García Márquez tomaba un coche a las puertas de hotel Ritz y se dirigía a la residencia La Cristalera, donde convivía todo el día con la docena de alumnos que participaban en el taller. El tercer día, el 6 de septiembre, la clausura consistió en la lectura de las primeras páginas de aquel libro reportaje que había anunciado: Noticia de un secuestro. Fue entonces, como para validar el realismo mágico y para que la realidad copiase la ficción, la tormenta dejó sin electricidad un aula sin ventanas, y a la luz de las velas, con su voz inconfundible, leyó y leyó.

Poco después volvió la luz. Cuando Gabo terminó de leer, los presentes aplaudieron a rabiar. Los secuestrados habían sido ellos. Por el periodismo puro y la gran literatura.

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