_
_
_
_

Inventario digital de una infamia

El Victoria & Albert de Londres publica por primera vez en Internet los dos tomos del legendario catálogo de ‘arte degenerado’ confeccionado por los nazis

Miguel Ángel García Vega
Una de las páginas del catálogo
Una de las páginas del catálogoEL PAÍS

Son 16.558 entradas catalogadas de forma precisa. Algunas contienen varias anotaciones, por lo que en total son 20.000 las obras incluidas. El Museo Victoria and Albert (V&A) de Londres pondrá a disposición del público en Internet la única copia que se conserva de los dos tomos con la lista que los nazis confeccionaron de lo que llamaban arte degenerado (Entartete Kunst). Son dos volúmenes mecanografiados que ocupan 479 páginas redactados entre 1941 y 1942 por orden del ministerio de Propaganda nazi.

Esas históricas páginas están ordenadas de manera alfabética. Las entradas corresponden a las ciudades en las que se encontraban las instituciones donde fueron confiscadas. De Aachen (Aquisgrán) a Zwickau. Hay trabajos de Van Gogh, Gauguin, Chagall, Picasso, Kandinsky, Klee, Kokoschka y casi todos los expresionistas alemanes de la primera mitad del siglo XX. Del primer tomo se conservan dos ejemplares en los archivos de Berlín mientras que el segundo se daba por desaparecido. Esta percepción cambió en 1996. De forma inesperada, la viuda del marchante Heinrich Fischer donó una copia al V&A. Lo que nadie ha podido averiguar es cómo llegó a manos de su marido, que huyó a Londres en 1938, al ser Viena anexionada al Tercer Reich.

'El Rabino', 1912, de Marc Chagall. Estaba inventariada en el catálogo de arte degenerado con el número 15956.
'El Rabino', 1912, de Marc Chagall. Estaba inventariada en el catálogo de arte degenerado con el número 15956.VG Billd Kinst

Los tomos, escaneados en alta resolución, resultan una fuente de información fabulosa. Algunas páginas incluyen un dato muy importante: quiénes compraron las piezas. Y repasando esos nombres hay uno que se repite: Hildebrand Gurlitt. El padre (falleció en accidente en 1956) de Cornelius Gurlitt, el octogenario alemán en cuyo apartamento de Múnich la policía encontró en noviembre 1.400 obras que bien pudieran proceder del expolio. Para los monuments men (soldados que se dedicaron al final de la II Guerra Mundial a recuperar las obras saqueadas por el nazismo) no había ninguna duda: Hildebrand Gurlitt era un “marchante de arte del Führer”.

“Esta lista es de gran valor [aunque sea incompleta y con anotaciones erróneas] para los investigadores”, reflexiona, en una nota, Martin Roth, director del V&A. “El caso Gurlitt revela la importancia de poner esta clase de documentos a disposición del mayor público posible”. La lista, confeccionada a partir de las piezas confiscadas de los museos alemanes entre 1937 y 1938, contiene además el precio al que fueron vendidas muchas obras. Algunas entradas aparecen marcadas con una X. Significa que esa pieza se destruyó. Más de 5.000 pinturas, grabados y dibujos fueron quemados (eso sí, fiel al cinismo nazi, antes se catalogaron) en Berlín en 1939. Una de las primeras conclusiones es que tal vez los nazis detestaran estos lienzos y dibujos procedentes del “perverso espíritu judío”, pero no tenían reparo en venderlos. Fue una organizada operación de saqueo de la Gestapo con la connivencia de la alta jerarquía del régimen.

Lo que habrá que ver es hasta qué punto estos volúmenes ayudan a restituir las obras (en el caso de que así fueran) a sus legítimos propietarios. Ya que esta purga de los museos se hizo conforme a las leyes que regían en 1937 y 1938, y así lo han aceptado desde el final de la II Guerra Mundial las instituciones alemanas. De hecho, muchas de las obras que forman parte de esa lista cuelgan de museos estadounidenses y fueron vendidas “libremente” en el mercado. Una muestra de cómo la historia tiene también su extraña manera de crear colecciones.

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
Recíbelo

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Miguel Ángel García Vega
Lleva unos 25 años escribiendo en EL PAÍS, actualmente para Cultura, Negocios, El País Semanal, Retina, Suplementos Especiales e Ideas. Sus textos han sido republicados por La Nación (Argentina), La Tercera (Chile) o Le Monde (Francia). Ha recibido, entre otros, los premios AECOC, Accenture, Antonio Moreno Espejo (CNMV) y Ciudad de Badajoz.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_