Retratos, relojes, un periquito y la soledad
Petra Martínez vuelve a la Sala Mirador 30 años después con la obra 'Una mujer en la ventana'
Una fotografía familiar. Relojes de antaño. Una enorme radio. Un canapé. Un periquito en su jaula. Objetos del día a día ligados a los recuerdos de toda una vida. Así es el escenario que recibe a Petra Martínez en su retorno a Una mujer en la ventana, monólogo teatral escrito por el autor alemán Fran Xaver Kroëtz sobre una anciana a punto de ser deshauciada y obligada a mudarse a una residencia de ancianos. "Era el momento de volver a esta obra porque cuando la representé hace 29 años tuve que maquillarme e interpretar una situación con la que no podía identificarme", explica Petra Martínez (1944, Jaén), de 69 años, que representa la obra en la Sala Mirador, la misma de antaño, hasta el próximo 26 de enero de jueves a domingo en una sola función —a las ocho de la tarde de jueves a sábado y a las siete y media el domingo—. "Ahora sí comprendo bien lo que se siente, porque los objetos de mi casa ya tienen los recuerdos de toda una vida. Me da mucho miedo pensar en verme en una situación así".
Su marido, Juan Margallo (1940, Cáceres), repite como director como ya hiciera en los setenta y tiene claro lo que un anciano debe hacer si se ve en una situación así. "¡Que nos quemen y que quemen todas nuestras cosas!", bromea Margallo. Pero el buen humor para el director se acaba cuando reflexiona sobre la actualidad de esta pieza. "Pensamos que la obra no tendría ningún éxito, nos ha cogido desprevenidos que funcione tan bien. Pero lo triste es que funciona porque treinta años después la cosa está aún peor", subraya el director, en referencia a la ola de deshaucios que ha provocado la crisis.
A pesar de que encajaba como un guante cambiar cuándo sucede la obra, de los años setenta a los 2000 de la crisis, Margallo ha preferido permanecer fiel al original. "Así se aprecia mejor el problema que tenemos. Si vemos cómo vivíamos hace treinta años y pensamos que ahora estamos igual o incluso peor, impacta más". Para recrear con realismo un hogar lleno de objetos con memoria, la pareja teatral acudió al rastro de Madrid. "Dedicamos mucho tiempo a encontrar cada cosa, porque era muy importante que fueran de la época, que se sintieran auténticas", explica Margallo. Uno de los hallazgos que más impactó a la pareja teatral fue una fotografía de una familia sevillana. "En blanco y negro. Y venía firmada: 'Lourdes", detalla el director. "Fue muy duro pensar que algo tan íntimo podía acabar en manos extrañas".
Estos objetos son los que recorren las manos de Petra Martínez, que tuvo que inventar un recuerdo para cada uno, hasta un nombre para su periquito. "Lo llamé Perico en un ensayo y así se quedó", comenta, divertida, la actriz. "Lo más difícil de sostener un monólogo es que todo lo tienes que construir tú. No tienes a nadie en quien apoyarte, salvo el público, al que a veces le hablo". Un público que descubre el pasado de una mujer en el ocaso y el peso de la soledad durante hora y cuarto de minimalismo teatral.
Babelia
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