Ejercicio de sencillez
Una de esas películas en las que desde el inicio se nota que quieren hablar simplemente de la vida (¿hay algo más esencial?)
Hay películas en las que casi desde el inicio se notan las ganas de decir mucho con las palabras más graves: grandes temas, expuestos con trascendentes teorías y diálogos altamente elaborados. Y hay películas en las que desde el inicio se nota que quieren hablar simplemente de la vida (¿hay algo más esencial?), a través de las palabras más llanas, de las conversaciones más intrascendentes. ¿Acaso no es así la existencia en un 99% de su tiempo? Uno de esos trabajos es Pensé que iba a haber fiesta, segundo largometraje de la argentina Victoria Galardi.
Hasta casi los últimos diez minutos de una película muy escueta, para bien, en cuanto a metraje y pretensiones, Galardi practica la elipsis cuando se acercan las conversaciones y actos que otros filmarían, y en cambio muestra todos esos momentos en los que se rumian las encrucijadas. Con un grupo de intérpretes magnífico, encabezado por unas naturalísimas Elena Anaya y Valeria Bertuccelli, Pensé que iba a haber fiesta lo mismo podría ser un rohmer del siglo XXI que una de esas películas francesas veraniegas tan sexys, tipo La piscina (Jacques Deray, 1969), pero, sin llegar a esas cotas, opta por una sencillez que, desde luego, llevará a muchos a decir que es "poca cosa", o incluso "un corto alargado". No lo es en ninguno de los dos casos; es un bonito ejercicio de sencillez que te mantiene alerta por medio de un vacío sólo aparente. Como la vida.
PENSÉ QUE IBA A HABER FIESTA
Dirección: Victoria Galardi
Intérpretes: Elena Anaya, Valeria Bertuccelli, Fernan Mirás, Esteban Vigliardi, Esteban Lamothe.
Género: drama. Argentina, 2013.
Duración: 81 minutos.
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