Herb Geller, el perfecto músico de músicos
El saxofonista fue muy apreciado por sus colegas en el mundo del jazz pero minusvalorado por los aficionados
Definitivamente, 2013 no ha sido un buen año para el jazz. A la larga lista de fallecidos durante los pasados 12 meses —Yusef Lateef, Jim Hall, Stan Tracey, Chico Hamilton…— se suma el nombre del más pluscuamperfecto de los “músico de músicos” de la historia del jazz, tan apreciado por sus colegas como minusvalorado por la opinión pública. Herb Geller, saxofonista, compositor, arreglista y docente, falleció en un hospital de Hamburgo el pasado 19 de diciembre, a los 85 años de edad. Por expreso deseo, sus restos reposan en el Forest Lawn Memorial Park de Glendale, California.
Herbert Arnold Geller nació un 2 de noviembre de 1928 en la ciudad de Los Ángeles, en el seno de una familia judía de origen ruso. A los ocho años, tuvo en sus manos su primer saxofón: “Mis padres quisieron darme una educación musical, pero les horrorizaba que pudiera convertirme en músico profesional”. Con 13 años ingresó en la banda del instituto Dorsey, donde cursaba sus estudios. Su compañero de sección era otro joven saxofonista: Eric Dolphy. Los dos mejores amigos aprovechaban los días de partido para pavonearse delante de las colegialas: “Estábamos convencidos de que éramos los mejores saxofonistas del mundo hasta que vino una chica llamada Vi Redd, que era mucho mejor que nosotros”. Cierta tarde, los tres amigos acudieron al teatro Orpheum para escuchar al saxofonista Benny Carter con su orquesta. Impresionado, Geller decidió ese día convertirse en saxofonista profesional. Apenas dos años después estaba tocando con el violinista y contumaz bromista Joe Venuti.
En febrero de 1945, la vida de Herb Geller tomó un nuevo rumbo inesperado: “Una noche fui a escuchar a Charlie Parker y Dizzy Gillespie en Billy’s Berg Club, y digo que les escuché porque no les vi, dado que no tenía 21 años y, por tanto, tuve que quedarme fuera”. Convertido en un bopper de pura cepa, viajó a Nueva York para tocar con Claude Thornhill y, más tarde, con Billy May. Su compañero de atril en esta orquesta era otro de sus ídolos de juventud, el saxofonista Willie Smith: “Todos los días aparecía completamente borracho y todos los días tocaba Sophisticated lady maravillosamente”.
De vuelta en Los Ángeles, Herb Geller pasó a convertirse en uno de los portavoces del “sonido West Coast” entre los saxofonistas alto, junto a Art Pepper, Frank Morgan, Bud Shank, Lennie Niehaus, Charlie Mariano... Habitual de las jam sessions, en una de ellas conoció a Lorraine Walsh, “una pianista espectacular” con la que terminaría desposándose. El matrimonio Geller convirtió el Jazz Club Lighthouse de Hermosa Beach en su cuartel general, Lorraine como pianista de la casa y, ambos, integrando el conjunto All Stars que dio lustre y esplendor al garito.
Formó pareja musical con su esposa, la pianista Lorraine Walsh
La compañía barcelonesa Fresh Sound recopiló las grabaciones conyugales entre 1954 y 1955 en un doble CD sin desperdicio: The Gellers. Two of a kind. Sin embargo, la suerte de los Geller no tardaría en torcerse. Un embarazo problemático y la mala salud de Lorraine, obligada a pasar largas temporadas bajo cuidados hospitalarios, dejaron las arcas del matrimonio en cuadro. De vuelta a la vida pública, la pianista se vio forzada a aceptar un trabajo como acompañante de la cantante pop Kay Starr mientras su marido se ganaba el sustento tocando en clubes de striptease. Si había ocasión, la propia Lorraine ocupaba el puesto de pianista junto a Geller: “La música de strip era la mejor para entrenarse”, recordaba el saxofonista, “eso, aparte de la paga”.
Lorraine Geller falleció de un edema pulmonar en 1958 dejando a su marido sumido en la depresión más absoluta. Decidido a huir de Estados Unidos a cualquier precio, el doliente saxofonista se incorporó a la orquesta del clarinetista Benny Goodman en plena gira. Con ella viajó por toda Sudamérica. Geller decidió establecerse por un tiempo en São Paulo tocando bossa nova en el club Stardust, recién abierto por el bandleader israelí Maurice Pisi Osherowitz. De São Paulo viajó a Nueva York y a Lisboa, invitado por un empresario de la ciudad, y París, para encontrarse con sus viejos amigos Kenny Clarke y Kenny Drew.
En 1962, aceptó una oferta de trabajo para tocar en la big band de la RIAS (Radio in the American Sector) en Berlín, junto a otros expatriados, como el trompetista Benny Bailey o el baterista Joe Harris. Más importante, conoció a quien se convertiría en su segunda mujer, Christine Rabsch, bajo cuya influencia terminaría por rehacer completamente su vida.
De Berlín a Hamburgo. Durante 28 años, Geller iba a ser uno de los puntales de la renacida orquesta de la Radiotelevisón Alemana (NDR) con sede en dicha ciudad. Su influencia, como saxofonista y arreglista, fue decisiva en la transformación de lo que venía siendo una orquesta de baile sin demasiado aliciente en la “máquina de jazz” que es hoy. El saxofonista, que nunca aprendió a hablar alemán, convirtió su propia biografía en un musical: Playing Jazz (BSO editada igualmente por Fresh Sound).
Babelia
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