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OBITUARIO

Wojciech Kilar, música al servicio del miedo

Fue uno de los más destacados vanguardistas musicales de Polonia y compuso bandas sonoras para películas de Coppola, Polanski, Champion y la mayoría de los grandes directores polacos

Wojciech Kilar, compositor polaco, en 2011.
Wojciech Kilar, compositor polaco, en 2011.RAFAL KLIMIKIEWICZ (AP)

Wojciech Kilar, compositor polaco de fama internacional por las bandas sonoras que creó para películas de Roman Polanski y Francis Ford Coppola, falleció ayer a los 81 años en su ciudad de residencia, Katowice, en el sur de Polonia. Kilar padecía un cáncer desde hacía varios años.

Kilar era uno de los más apreciados y premiados compositores polacos contemporáneos. A lo largo de su medio siglo de carrera artística fue autor de partituras de muy diversos géneros, del concierto a la sinfonía, pasando por el ballet, aunque el inconfundible estilo de las obras que compuso para el cine haya eclipsado en gran medida el resto de su obra.

Su nombre empezó a ser conocido por el público no especialista a partir de 1992, cuando Francis Ford Coppola le propuso componer la banda de su Drácula. Aquella partitura le valió el premio al mejor compositor de música cinematográfica de la Sociedad Americana de Compositores, Autores y Editores. Parece que Coppola no le había marcado directrices demasiado precisas para la composición, y sorprendido al recibir la obra, le preguntó qué hacía falta para escribir aquella música. Kilar le replicó: “Basta con vivir en Katowice”.

Kilar nació en 1932 en lo que entonces era la capital de la Silesia polaca, Lwow, y actualmente es la ciudad ucrania de Lviv. Tras la deportación de la población polaca en 1944, la familia se estableció en Rzeszow, donde el joven Kilar, estudiante de piano, empezó a familiarizarse con la obra de Ravel, Debussy y Zymanowski. En 1948 se instaló en Katowice, donde fijaría su residencia y donde entre 1955 y 1958 amplió sus estudios de piano y composición con Boleslaw Woytowicz, que le marcó profundamente. De aquella época data también su primera obra publicada, Mala uwertura [Pequeña obertura] (1955).

Tras concluir su formación con Woytowicz, entre 1959 y 1960 ese periodo tomó lecciones de la maestra de compositores Nadia Boulanger en París. Empezó su carrera musical como un versátil compositor neoclasicista, tan hábil en la escritura polifónica que había estudiado con Woytowicz como en las complejidades de la sinfonía concertante, pero a partir de 1962 empezó a interesarse por las técnicas más innovadoras (Riff 62) y la música vocal (Diphthongos, de 1964 y Upstairs/downstairs, de 1971). Su producción de aquella época, que una crítica calificó de “constructivismo sonorista”, estableció su reputación como uno de los principales músicos de vanguardia de Polonia. En ese periodo compuso también un ballet inspirado en la obra de Poe, Maska czarnej smierci [La máscara de la muerte negra] (1961).

Sin embargo, en los setenta simplificó su estilo compositivo y empezó a escribir obras inspiradas en el folklore (Krzesany, Siwa mgla, Orawa) que se incorporaron a los repertorios internacionales y con los que cosechó un éxito apreciable. También empezó a crear música sacra (Bogurodzica [La madre de Dios], Angelus o Victoria).

Desde finales de los años cincuenta Kilar empezó a componer partituras para el cine. Arrendaba su talento a lo que consideraba “la forma artística contemporánea más común” en atención a tres criterios, por este orden: la reputación del director, el salario y el guion. Con arreglo a ellos, trabajó para directores polacos de la talla de Andrzej Wajda, Krzysztof Kieslowski o Krzysztof Zanussi, que rodó una película biográfica sobre el músico. Pero tras el filón de la banda sonora de Drácula, cuyos temas se cuentan entre los más citados musicalmente en otras películas, sus características progresiones de bajos y violonchelos se incorporaron también a filmes como La novena puerta (1994), la multipremiada El pianista (1999) y La muerte y la doncella, (2002), de Polanski; Retrato de una dama, (1996) de Jane Champion; o La lista de Schindler, que utilizó en su tráiler un tema de Kilar, Éxodo. También firmó la partitura de La noche es nuestra (2007), de James Gray.

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