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Narrativa pegada a los huesos

Wim Mertens y Kirmen Uribe unen música y literatura sobre el escenario de los Teatros del Canal de Madrid

 Kirmen Uribe y Wim Mertens.
Kirmen Uribe y Wim Mertens. Álvaro García

La segunda, y por el momento, última, novela de Kirmen Uribe está ambientada en Gante, a pocos kilómetros del lugar de origen de Wim Mertens. Lo lógico sería pensar que el autor vasco de 43 años y el músico belga de 60 se habían encontrado gracias a ese nexo. Pero no. “Fue al revés. Nuestro trabajo empezó en el festival de poesía Pido la paz y la palabra, en Bilbao, en 2012. Me propusieron hacer algo con un músico. Y yo pensé inmediatamente en él. Sus discos me han acompañado desde hace muchos años. Él, afortunadamente, aceptó. Y salió muy bien”, explica el escritor en una sala de los Teatros del Canal donde, ahora sí, el domingo estrenan Lo que mueve el mundo,un espectáculo basado en la novela homónima de Uribe. “Queríamos volver a trabajar juntos”, continúa Mertems. “La novela, con sus obvias conexiones entre nosotros nos dio esa oportunidad”.

 El libro novela la historia de Robert Mussche, un escritor y traductor belga cuya vida cambió tras acoger en 1937 a una niña de la guerra. “En mi país sabíamos algo de ese periodo, pero muy poco. Es a raíz del libro de Kirmen que se ha despertado un nuevo interés sobre los niños vascos acogidos por familias belgas. Ahora empiezan a aparecer artículos y documentales”, explica Mertens.

“De todas formas yo diría que el espectáculo funciona por él mismo. Independientemente de la procedencia de los textos, o de que ciertas músicas ya estuvieran compuestas. Son fragmentos muy, muy cortos de la novela, que leídos en directo funcionan como poemas. No pretendo que después de verlo, el público se compre el libro. Es abrir otra ventana”, matiza el autor vasco. Esta es una tesis que comparte su compañero. “Es interesante combinar textos con música. La cuestión es cómo encajan. Los sonidos y las palabras tienen una relación dual. Por un lado se comportan como enemigos, se anulan. Pero también se complementan. Ese es el reto. La voz, la de Kirmen, y la mía, funcionan en este caso como cimientos”.

De momento han trabajado en la distancia. Mertens no habla español y Uribe le envió fragmentos en inglés. Él seleccionó las piezas de su amplio repertorio. Mertens, compositor, cantante y pianista, con más de 50 discos publicados, hace ya 30 años que saltó a la fama gracias a la banda sonora para la película de Peter Greenaway, El vientre de un arquitecto. Era la época en que los músicos minimalistas, Mertens, Michael Nyman o Philip Glass tenían el tratamiento de pequeñas estrellas pop. “En ciertos términos este trabajo se parece a la composición para cine. El contexto, las imágenes o los textos, te vienen ya dados”.

“La música es importante en la literatura. Mi prosa es muy musical. Tiene ritmo. Muchas novelas fallan por la falta de ese ritmo en la prosa. El sello de Wim se llama Usura, está sacado de un verso de Ezra Pound, que decía en el Canto 14, que escribía una poesía ‘pegada a los huesos’. Sin adornos. En eso coincidimos. Su música es muy directa. Los textos que se van a oír son muy directos, con imágenes muy claras y él con muy pocos elementos sabe crear diferentes ambientes”.

Uribe, Premio Nacional de Narrativa en 2009 con su primera novela, Bilbao, Nueva York, Bilbao, responde tajante a si se siente cómodo en un escenario. “Sí”, ríe. “Es raro en un escritor, lo sé, pero me gusta, porque mi trabajo es muy solitario y salir de ese mundo es bueno. En mi caso doblemente, porque cuando más mayor me hago más me gusta estar solo. Estos actos me obligan a trabajar en equipo, a salir”.

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