Guerra Civil, trinchera de la imagen
Michel Lefebvre-Peña analiza en ‘Guerra gráfica ‘ los mensajes publicitarios utilizados por los republicanos de 1936 a 1939
A golpe de disparos de cámara, dibujos y carteles tanto republicanos como franquistas hicieron de 1936 a 1939 una guerra de propaganda paralela a la bélica que se saldó con un triunfo de los primeros. Se han publicado cerca de 20.000 obras sobre la Guerra Civil desde que finalizó la contienda. Una parte de ellas fueron escritas durante los 40 años de franquismo y estaban destinadas a elogiar la victoria de Franco y humillar a los republicanos. Estos trataron de publicar su versión de los hechos con más ímpetu que suerte. El historiador Paul Preston, prologuista del libro, considera justificado el trabajo de Michel Lefebvre. “Sus ilustraciones muestran a una nueva generación surgida de la Guerra Civil que provocó pasión, crueldad y heroísmo”, puntualiza el hispanista y especialista en la Guerra Civil.
El periodista y escritor Michel Lefebvre-Peña sostiene en Guerra Gráfica (Lunwerg) -un libro que recoge las obras de divulgación realizada por poetas, escritores, pintores y fotógrafos españoles como Agustí Centelles, Alfonso Sánchez Portela o José María Díaz Casariego y extranjeros como Robert Capa, Gerda Taro o David Seymour Chim- que los republicanos no ganaron la guerra pero la vencieron en el terreno de la divulgación y en ofrecer la visión de una España masacrada. Estos utilizaron sus cámaras para dar testimonio del fervor de un pueblo en armas cuyas imágenes oscilan entre fotoperiodismo y propaganda. Algunas de ellas, repetidas en infinidad de ocasiones, se han convertido en iconos de la Guerra Civil como el Guernica de Picasso, la muerte de un miliciano y el brigadista italiano con el puño en alto de Capa o fotos de niños muertos en bombardeos.
Las imágenes fui encontrándolas poco a poco en mercadillos y librerías en Londres, París, Buenos Aires y España
Lefebvre-Peña, hijo de un militar republicano exiliado en Francia, comenzó la recopilación de su archivo en un rastro de París, en el que encontró un paquete de fotografías firmadas por Paris-Soir. “La compra fue una sorpresa y un disgusto. Las olvidé más tarde en un taxi en Bruselas y años después fui encontrándolas poco a poco en mercadillos y librerías en Londres, París, Buenos Aires y en menor número en España. En aquellas imágenes se puede reconocer a André Malraux con su escuadrilla. En esa búsqueda por lo inédito logré encontrar los archivos de un brigadista; los del embajador español en Bruselas Ángel Ossorio; los de un militar francés encargado de acoger a los refugiados españoles en 1939; álbumes de fotos de anónimos franquistas, republicanos o alemanes y postales, carteles y, sobre todo, revistas”, puntualiza el autor. El libro se centra en los enemigos de Franco, aquellos que se enfrentaron a él en el terreno de la propaganda. En primera fila se encuentran Willi Münzenberg, jefe de propaganda del Comintern (Internacional Comunista), que huyó de Berlín en 1933; Jaume Miravitles, comisario de propaganda de la Generalitat de Cataluña, y el fotógrafo Robert Capa.
Hay dos visiones de la Guerra Civil: la que se contempla fuera de España – todas las agencias de prensa enviaron corresponsales al frente español desde el comienzo de la contienda- y la que difunden los franquistas. “La fotografía no muestra la guerra, muestra la imagen de la guerra que el fotógrafo, la censura o el periódico han querido dar y los intereses de estos tres participantes pueden ser contradictorios o convergentes”, puntualiza Lefebvre quien ha empleado diez años de su vida para realizar un archivo cuya misión principal es la de transmitir.
Entre los seiscientos documentos que figuran en el libro se pueden contemplar inéditos de los fotógrafos Walter Reuter, Ione Robinson y James Abbe, carteles de Josep Renau, revistas anarquistas, folletos del fotógrafo holandés Cas Oorthuys, dibujos de José Luis Rey Vila, Sim, o documentos escritos en los campos de internamiento. Los combates con las imágenes entre los partidarios de Franco y los republicanos fueron constantes desde el inicio de la guerra. Los primeros se apresuraron a difundir fotografías de asaltos y quemas de iglesias, mientras que el bando republicano se apresura a llenar las paredes de carteles denunciando la barbarie fascista de España unida al nazismo alemán. Los franquistas respondieron eficazmente a la propaganda republicana. En Londres, Nueva York y París publicaron revistas con las mismas técnicas que sus adversarios, rivalizando en imaginación para mostrar los horrores de la guerra.
Babelia
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