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Illya Kuryaki and the Valderramas: La vuelta del funk campeador

Tras una década de hiato, la agrupación argentina está entre los grandes favoritos de los próximos Grammy Latino

A dos años de su vuelta a los escenarios, tras una década de separación, reflexión y de proyectos unipersonales, Dante Spinetta y Emmanuel Horvilleur, el tándem que capitanea a Illya Kuryaki and the Valderramas, acorazado argentino del funk campeador y del rock esotérico, aún recoge la cosecha de Chances: álbum que documentó su regreso y que certifica la longevidad de su groove. “Esta época acomodó a la banda en un lugar, y el público puede entender ese mestizaje”, asegura Spinetta. “Brindamos mucha información, contenido visual, y hoy la gente está más acostumbrada a eso gracias a la Internet. Nos criamos así, aunque en ese entonces no había sino libros, revistas y moda, y veníamos con esa velocidad. Ahora la audiencia se acopla más a esta propuesta porque todos tienen acceso a la información, y pueden dominarla y crear su propio panorama. Si bien los detractores abundan, el tiempo siempre te da la razón. Así que hoy en día somos un grupo más entendido, al menos por el momento”.

Después de haber sido elegido por unanimidad como el álbum más importante de 2012 por la prensa de su país, lo que fue respaldado en agosto último por su arrasador triunfo en los premios Gardel (el Grammy local), en el que vencieron incluso en la categoría “Disco del año”, Chances llevó a Illya Kuryaki and the Valderramas a convertirse en el artista argentino con más nominaciones en la próxima entrega del Grammy Latino, que se celebrará en el hotel Mandala Bay de Las Vegas, el 21 de noviembre, por sobre Fito Páez, Vicentico y Bajofondo Tango Club. “The Funk is Back, Motherfucker (El funk está de regreso, hijo de puta)”, reza Madafaka, sencillo incluido en el sexto trabajo de estudio del grupo. Y es que el éxito de esta producción, ilustrada por 11 vírgenes descalzas que cercan a Dante y Emmanuel, radica en que la dupla al reunirse lo hizo conectando el imaginario musical previo a su hiato con la actualidad sonora de su artífices, lo que permitió refrescar esa impronta conceptual e incluso ensalzar su contemporaneidad.

Cuando se sentaron a componer las canciones de su nuevo disco, ¿desde qué momento partieron: se remontaron a su última etapa o iniciaron una nueva?

Dante: Este material es un nuevo paisaje, pero teniendo en cuenta la experiencia pasada del grupo. No queríamos hacer un álbum que pareciera el de dos solistas mezclados, que fuese como si se tratara de un tema de Emma en el que yo rapeo. La idea justamente era que fuera una combinación real. Lo que logramos en Chances, por primera vez, fue que las cosas suenen cada vez más definidas. Todos estos años de oficio nos permitió establecer una estética sonora, vinculada con una época, en el espacio y el tiempo, y eso es importante para nosotros porque somos melómanos.

Mucho antes de que estos kamikazes del ritmo salieran del vientre materno, sus vidas ya estaban signadas por la actividad artística, pues el padre de Emmanuel es el fotógrafo Eduardo Martí, mientras que el de Dante es el cantautor Luis Alberto Spinetta. Aunque fue este último, prócer del rock latinoamericano, quien falleció el año pasado, el que unió musicalmente sus destinos hace un cuarto de siglo, cuando los convocó para participar en su disco Téster de violencia, a través de un coro infantil al que bautizó Pechugo. “Si escucho funk y soul es gracias a mi padre, él me acercó a Stevie Wonder y a todos esos capos”, revela en un restorán del barrio porteño de Puerto Madero el mayor de los vástagos del músico que en 1973 puso a la venta uno de los grandes álbumes de la historia del rock: Artaud. “Nos volvía locos que mi viejo le hubiese puesto música a una de las canciones que habíamos escrito, y que la cantáramos con él. Entonces comenzamos a componer más, hasta que armamos Illya Kuryaki and the Valderramas”.

Luego de la aparición de su ópera prima, Fabrico cuero (1991), con la que debutó internacionalmente ese año en Caracas (Venezuela), y de su secuela, Horno para calentar los mares (1993), Illya Kuryaki and the Valderramas se consagró en esta orilla del Atlántico con uno de los discos indispensables de la década del noventa: Chaco (1995). Pero en 1999, tras un show en Buenos Aires al que apenas asistió público, el dúo que enarboló una cosmogonía sustentada en súper héroes del kung fu, taxistas que versan sobre la velocidad, y tribus urbanas paridas en la psicodelia porteña y noches en antros felinos, decidió hibernar. Lo que despertó las carreras unipersonales de Dante, próxima al rap y al funk, y que legó tres álbumes, y la de Emmanuel, a medio camino del rock y del pop, con la que amparó cinco realizaciones musicales. “Volvemos a poner a funcionar a la banda en un momento muy bueno de nuestras carreas solistas”, afirma Spinetta. “Estuvimos atentos a eso, y percibimos la energía que se encontraba alrededor de nosotros, y que nos llevó a unirnos de nuevo”.

Mientras el rock argentino siempre manifestó su solemnidad, sus canciones apelaron por la lisergia, la desfachatez y la imaginería ¿Queda un poco de ese universo en su nuevo álbum o se enseriaron?

Emmanuel: Existe un poco de eso, y también hay letras no solemnes, pero sí más serias. Nos salieron de esa manera. El momento para deformar, esa palabra tan clásica de Illya Kuryaki and the Valderramas, estuvo y está, y creo que en este disco es un ingrediente clave. No tenemos por qué escapar de eso, pues es parte de nuestra idiosincrasia. En Chances hicimos un traspaso de los sentimientos bastante honesto.

En junio pasado circuló en las redes sociales un tuit de Oprah Winfrey, una de las grandes personalidades de los Estados Unidos, en el que expresaba su fascinación por Ula Ula, primer sencillo del más reciente título de los Kuryaki, que descubrió debido a que musicaliza un comercial de la cadena de tiendas Target. “Empecé a cantarlo en los momentos más extraños”, afirmó la conductora televisiva, a lo que el binomio, a través del perfil de Dante en la red social del pajarito azul, le respondió: “¡Ésa es nuestra canción! Somos una banda de funk de Argentina ¡Te mandamos nuestro amor y agradecimiento!”. Aunque meses más tarde, el combinado en el que militan asimismo el guitarrista Matías Rada y el bajista Francisco Fattoruso (hijos de los legendarios músicos uruguayos Rubén Rada y Hugo Fattoruso), al igual que Rafa Arcaute (productor de Chances y del álbum Entren los que quieran de Calle 13), anunció en octubre que aportaron una participación en español en Sing On, canción incluida Now, Then & Forever, el nuevo material de Earth, Wind & Fire.

Considerando que cantar en español ya no es una barrera para acceder a un circuito musical global, ¿Esta es una buena oportunidad para trascender hacia una audiencia más allá de la latinoamericana?

Dante: Todavía nos falta mucho en América Latina. Se nos sigue haciendo muy difícil, inclusive con Ula Ula sonando en Estados Unidos. Las discotiendas no saben dónde ponernos. Somos Illya Kuryaki and the Valderramas, y estamos orgullosos de ello.

Emmanuel: A veces lo que ayuda a bandas como nosotros son los golpes de gracia, pues acomodan las cosas en su lugar. Hacemos todo lo que está a nuestro alcance, creamos canciones de una manera libre, conectadas con músicos increíbles. Y de pronto pasa eso, que ponen un tema tuyo en una publicidad, y puede ser ese clic el que permita que tu deseo se haga realidad. Creemos también en la magia, no nos cerramos nada.

Es interesante el momento en el que reaparece Illya Kuryaki and the Valderramas porque sucede en un país dividido política y socialmente, y en una época en la que impera el nuevo orden dentro del rock argentino. ¿Qué opinión les merece este contexto?

Dante: Hay que poner más aguante que nunca. No representamos sólo a la Argentina, sino a una forma de pensar, de educar y de encarar el arte, los conceptos y la vida. Tenemos la posibilidad de conectarnos con un montón de almas en el mundo, y lo hacemos tratando de llevar a la gente a ese viaje, con Chances. De eso se trata, no hay mucho más.

Emmanuel: Se podría hacer un análisis político desde muchos aspectos, e inclusive en un contexto con nuestra música. A veces fuimos tildados de cool, como si eso fuera un insulto. No me refiero al cool jazz de Chet Baker o Miles Davis, sino a la frivolización porque no abordamos temas sociales o del barrio. Lo que siempre intentamos hacer en ese sentido fue plasmar lo que estaba en nuestras cabezas, ese imaginario que en muchas ocasiones era ambicioso.

Dante: Abrimos un paréntesis en la realidad diaria para tratar de llegar a otro lado. A pesar de que Illya Kuryaki and the Valderramas es una banda fundamentada en el surrealismo, tiene comentarios sociales, y un montón de simbología. Pero, al mismo tiempo, creemos que nuestra función es ésa, la de brindar una posibilidad diferente.

¿Confiaban en que la historia los redimiría?

Dante: En los noventa, la gente se preguntaba: “¿Qué mierda están diciendo estos pibes?, que vuelan sobre los árboles, con peluches colgando, y que tocan una música galáctica, grabada con una orquesta de 50 músicos”. No tenemos miedo. Nuestro país es mucho más grande que los movimientos, y la historia lo demuestra. Somos una agrupación de revolución y de buscar cosas nuevas. Pese a que nos dicen que nuestro sonido es americano, está hecho a la manera de acá.

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