Fantasmas del deseo
El director elude por completo la atmósfera de intriga para centrarse en lo mejor que tiene alrededor: Annette Bening y Ed Harris
En 2006 y 2007, la ahora revitalizada Sandra Bullock protagonizó sendos ejercicios cinematográficos que, aunando la intriga, la experiencia sobrenatural y el romanticismo de novela rosa, alcanzaban tales cotas de inusitado desgarro forzado que casi acababa dejando a Ghost en simple sucedáneo sobre el amor y la muerte. En principio, aquellas películas, La casa del lago y Premonition (7 días), a las que en un alarde de originalidad crítica e incorrección política algunos llegaron a bautizar como thrillers para(sub)normales, tienen mucho que ver con La mirada del amor,segundo largometraje de Arie Posin, director hasta ahora inédito en España. Pero solo en principio.
Porque, con buen criterio, Posin decide eludir casi por completo la atmósfera de intriga para centrarse en lo mejor que tiene alrededor: dos intérpretes guapísimos en su belleza natural, uno ya en la sesentena de edad, la otra, a un paso, excelentes en su sencillez expositiva, con infinito carisma y toneladas de química en común. La mirada del amor es Annette Bening; es Ed Harris; y poco más. Pero, dependiendo de lo que busque cada arco de público, quizá eso no sea poco. Salvo en alguna frase excesiva y al borde del ridículo (“Me podría bañar en tu mirada”, dice el rol de Harris, en un personaje que, además, tiene mucho que ver con el término bañar), el guion no desbarra. Fluye al son de sus protagonistas, de sus sonrisas y de la profundidad de sus miradas y de sus arrugas, hasta llegar a la primera secuencia cumbre, a la hora y diez minutos, entre madre, hija y amante (exacto al padre muerto, he ahí el intríngulis), bien resuelta, sin trucos.
LA MIRADA DEL AMOR
Dirección: Arie Posin.
Intérpretes: Annette Bening, Ed Harris, Robin Williams, Amy Brenneman, Jess Weixler.
Género: drama. EE UU, 2013.
Duración: 90 minutos.
Por contra, eso sí, y muy lejos de lo que ocurría, por ejemplo, en la italiana Fantasma de amor (Dino Risi, 1981), otra película de engranaje semejante, aunque muy superior y, por supuesto, a las de Bullock, nunca hay una reflexión de altura sobre la naturaleza del deseo, el peso del pasado y la permanencia del amor tras cruzar la línea de la muerte. Por lo que hay que conformarse con Bening y Harris, y unas pinceladas de romanticismo.
Babelia
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