‘La herida’, el dolor que no cesa
El montador Fernando Franco debuta en la dirección con un drama protagonizado por Marian Álvarez, que huele a premio
Llega La herida, la última película española a concurso en el festival de cine de San Sebastián. Una sorpresa porque pocas veces un debutante llega directamente a concursar en la sección Oficial del festival de San Sebastián. El andaluz Fernando Franco, responsable del montaje de filmes como Blancanieves, No tengas miedo, Cargo, Aparecidos o Alacrán enamorado, debuta como director con una historia muy difícil: el día a día de una chica aquejada de un trastorno límite de personalidad, aunque ella lo desconozca. Franco pega la cámara al rostro de Marian Álvarez (ganadora hace años del premio a la mejor actriz en Locarno con Lo mejor de mí) y agarrado a su actriz, público y director siguen los pasos de su dolor, de su montaña rusa emocional, de su desmoronamiento emocional.
En la presentación a la prensa, Franco ha insistido en algo que no se cuenta en la película: “El trastorno de la personalidad necesita tratarse”. Ha justificado que la cámara casi sea parte del personaje, “porque queríamos que el público atravesara ese vaivén emocional… y la medida emocional es su rostro”. El cineasta explicó que su guion no está basado en hechos reales. “Me planteé hacer un documental sobre el tema, y contacté con mucha gente: todo se ha filtrado en la historia. Pero descubrí que ante la cámara los afectados acentuaban el trastorno, y creí que sería mejor la ficción. ¿Influencias? Los Dardenne por supuesto, pero también Lodge Kerrigan, el cine de retrato psicológico… Pensé mucho en el cinéma vérité’”.
Marian Álvarez cuenta que investigó mucho en foros virtuales y blogs. “Y por supuesto conté con Fernando. Ensayamos mucho antes del rodaje, así que en la filmación lo teníamos todo muy claro. Ha sido mucho trabajo, ya supuse desde el principio que iba a suponer un gran esfuerzo, pero que merecería la pena. Y el uso de Fernando del plano secuencia ayuda mucho a un actor a lanzarse ¿Premios? Con estar aquí, que es difícil que vuelva a producirse, ya es suficiente. Sí quiero recordar al equipo artístico y técnico que me rodeó. Dieron, dieron, dieron… Gracias a ellos Ana creció mucho más”.
Sobre su uso del plano secuencia, Franco explicó el porqué de esa elección, a pesar de ser él mismo un montador: “El plano secuencia me interesa porque me gusta trabajar en tiempo real. Es más flexible con los actores. Como cineasta busco la mejor manera de contar cada historia”. Otra aportación arriesgada es que en ningún momento se menciona la enfermedad en la pantalla. “Optamos por no nombrar el trastorno. Al amarrar el punto de vista de forma tan radical con Marian, no hay flash-backs ni voz en off, no hay ciencia ni subrayado. Sencillamente primo el rigor en la construcción del punto de vista”. Franco ha contado como montador con David Pinillos, otro cineasta-montador que debutó como director con Bon appétit, Goya a la mejor dirección novel, y cuyo montaje fue labor de… Fernando Franco. Todo un guiño entre amigos.
En cuanto al final, abierto, su responsable aseguró: “Sí creo que es un cierre que da esperanza. Desde luego es abierto, y no quiero descubrir spoilers, pero creo que en ese final hay algo de catarsis que marca la esperanza del personaje. Nosotros lo trabajamos desde ahí”.
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