Escritores frente a obras de maestros
De los viajes de Ulises a las trincheras de Junger, los novelistas diseccionan sus obras de referencia en las Conversaciones de Formentor
“Los libros están donde los pájaros comunican la muerte”, apuntó el escritor Manuel Rivas en su apología del libro Pedro Páramo, de Juan Rulfo. “Las palabras humildes se convierten en sublimes”, agregó. “Cuando estemos muertos hablaremos mejor”. Sucedió ayer ante 300 personas en la clausura de las Conversaciones Literarias de Formentor 2013, que organizan la Fundación Santillana, el Gobierno balear y el grupo Barceló. Esta edición se centró en las grandes obras maestras, en los clásicos que perduran.
El novelista Bernardo Atxaga, comentó, en círculos y metáforas, su pasión por La Ilíada. Habló de otros pájaros. Mientras desayunaba, temprano, en solitario, ante el mar en la terraza del hotel, su mesa fue visitada por nueve o diez gorriones que pretendían compartir su cruasán. Vio una bandada de lectores indicó, irónico. “La muerte es el amor que no desfallece”, observó Atxaga.
Los lectores se extasiaron, al final, escuchando las disertaciones sencillas del gran sabio helenista y académico de la RAE, Francisco Rodríguez Adrados, aplaudido de manera espontánea nada más ser citado. Desmenuzó La Odisea con sus grandes temas, el dolor, la derrota y la muerte, la amistad y la solidaridad de los pueblos. “Sin un buen traidor no hay sociedad que sea completa”, concretó Adrados. “Tenemos el DNI del héroe, en lo que canta Odiseo”. El experto en el mundo clásico ofreció toques de ironía. Un ministro de Franco le vetó en el pasado y ahora vive en una calle que lleva su nombre. Apuntó que el exalcalde de Ítaca era poeta, peculiar, “una especie de Odiseo moderno”. Habló de la expansión de fenicios y griegos por el Mediterráneo.
Las conversaciones de Formentor, en las que participaron también el filósofo Javier Gomá y autores locales, suceden a una milla de un islote pegado a la costa de Mallorca, parecido a los de Empúries o Cádiz. Estas islitas fueron plataforma de entrada de otros pueblos, que las usaban para saltar a tierra. A Occidente llegó el mercado y otras culturas, la griega y la fenicia, con su vino, metales y letras, según ilustró Francisco Rodríguez Adrados.
Basilio Baltasar navegó con el capitán Ahab y Moby Dick, la novela de Herman Melville, que ligó con El corazón de las tinieblas, de Joseph Conrad, porque ambas obras son “un único original sobre el horror y del espanto”. Baltasar, director de la Fundación Santillana y gestor de las Conversaciones, dijo que en Moby Dick anida “un viaje emprendido por el hombre contra sí mismo”.
El escritor Ignacio Vidal-Folch explicó su interés, extraño pero profundo, por Tempestades de acero, de Ernst Jünger, sobre su vida de soldado en 1914. Son las “experiencias reveladoras” de un hombre que va a las dos guerras mundiales, fue herido 14 veces en la primera, en la segunda ocupó París con los alemanes y después hizo un texto pacifista y estuvo relacionado con el intento de atentar contra Hitler.
Las guerras, las tempestades, los duelos y los quebrantos ocuparon en la mañana del domingo la ultima travesía de las Conversaciones Literarias de Formentor 2013. Se trataba de cerrar el ciclo de mesas y encuentros sobre las grandes obras maestras. Así, el filósofo Javier Gomá disecciona a Thomas Mann en Tonio Kröeger y el novelista Ignacio Vidal-Folch afronta Tempestades de acero de Ernst Jünger. En el mismo debate, diseñado por Basilio Baltasar, los Cuentos de la montaña de Miguel Torga los recorre Antón Castro e Inger Enkvist penetra en El sueño del celta de Mario Vargas Llosa.
Decenas y decenas de lectores –profesores, juristas, arquitectos, jubilados y estudiantes– han cruzado una parte o toda la isla de Mallorca hasta llegar al cuerno norte, al finisterre de Formentor, desde el pasado viernes. Es una pequeña peripecia en coche tras un serpenteo de curvas con coll y descenso en el interior de un paisaje cargado de escenas pictóricas y versos publicados.Vale la pena repetir el viaje varias veces en tres días.
El presidente de la Fundación Santillana, Ignacio Polanco, y el secretario autonómico balear de Educación, Guillem Estarellas, asistieron al cierre del evento cultural recuperado en 2008, en la senda de los premios y conversaciones suscitadas en el pasado por Carlos Barral, también por Camilo José Cela y, antes, por el conde Keyserling y Joan Estelrich.
En la apertura del ciclo, –que no congreso ni asamblea, sobre obras deslumbrantes y títulos que iluminan, dijo Basilio Baltasar–, Ignacio Polanco opinó que las Conversaciones de Formentor se han de consolidar en el circuito internacional de grandes festivales literarios. La consejera de Educación de Baleares, Joana Maria Camps, evocó el espacio de libertad y cultura.
Especialistas, discretos mitómanos y aficionados se cruzan y hablan con autores, editores, críticos –grandes figuras y noveles acreditados– en los salones de Formentor, repletos, con cerca de 300 asistentes en la mayor parte de las mesas. La apertura de las Conversaciones citó a editores de grandes marcas y menores, desde al clásico Daniel Fernández de Edhasa hasta Miquel Ferrer de la nueva Bilibú, en tercera generación de editor-impresor-librero.
A su vez, Ana S Pareja de Alpha Decay, Llucia Font de Rua y Enrique Redel de Impedimenta coincidieron con sus colegas en un análisis crítico pero posibilista. Todos los promotores editoriales jugaron con imágenes y metáforas sobre la crisis económica y de modelo cultural, hablaron de las extinciones de los saurios en las glaciaciones y la supervivencia de ratas y otras especies que volaron, bien águilas o gallinas.
El clásico de todos los debates de años anteriores, la obsesión por el impacto del mundo digital en la producción del libro, pasó, esta vez, a segundo plano. La obra del poeta y traductor de Ibiza, Marià Villangómez, en su centenario, mereció un homenaje audiovisual que completó, en su turno, el joven poeta insular y traductor Ben Clark (de Ibiza y de padres ingleses), que situó en la misma línea de sus querencias a Shakespeare, Antonio Machado y al ibicenco Villangómez
Un retrato pictórico de Carlos Fuentes, junto al dibujo insinuado de Robert Graves, domina la exposición La mirada de las letras del pintor de Valldemossa Nils Burwitz, que retrata autores ligados a Mallorca o visitantes como Camilo José Cela y Jorge Luis Borges.
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