Lewis Morley, una crónica fotográfica de los 'swinging sixties'
Documentó las convulsiones sociales y culturales que transformaron el Reino Unido, pero debe su fama al retrato que tomó de Christine Keeler durante el ‘caso Profumo’
El fotógrafo Lewis Morley, fallecido la semana pasada a los 88 años, fue un reconocido cronista de la revolución social y cultural que transformó Reino Unido en los años sesenta, pero su nombre permanece principalmente ligado a una sola instantánea que en su día dio la vuelta al mundo: el retrato de Christine Keeler en pleno caso Profumo. Cuando la bailarina de 19 años posó desnuda y sobre una silla ante la cámara de Morley, en mayo de 1963, ya era pública su condición de amante del ministro británico de la Guerra, John Profumo, a quien compartía con un espía soviético. El político conservador tuvo que dimitir al mes siguiente, y la fotografía de Keller pasó a simbolizar el escándalo sexual más sonado de la guerra fría.
Morley siempre odió esa imagen icónica, una de las más célebres del siglo XX. Consideraba que su énfasis ensombrecía el trabajo de una dilatada carrera, sus retratos de las figuras más representativas de la escena artística o de la moda británica cuando el país estaba enterrando el conservadurismo de los cincuenta en pro de unos tiempos irreverentes, subversivos y de enorme potencial creativo (los swinging sixties). Sus fotografías de las manifestaciones celebradas en el Hyde Park londinense contra la guerra de Vietnam siguen siendo una referencia del mejor periodismo en muchas universidades del mundo.
Profesional autodidacta cuya aspiración inicial era dedicarse a la pintura, Lewis Morley no se limitaba a registrar la apariencia de los hechos o las personas, sino que utilizaba la cámara como instrumento al servicio de su curiosidad intelectual. A lo largo de varias décadas retrató a un sinfín de artistas plásticos, desde Salvador Dalí a Tracey Emin, a escritores como Somerset Maugham, a un buen ramillete de actores (Peter O’Toole, Charlotte Rampling, Vanessa Redgrave…), o a directores de cine como François Truffaut, entre una nómina casi interminable. Fue también fotógrafo de moda —con él ejecutó sus primeros trabajos Twiggy, la modelo de referencia de los sesenta— y un brillante documentalista.
De padre inglés y madre china, Lewis Morley nació en 1925 en la entonces colonia británica de Hong Kong. La II Guerra Mundial truncó las primeras aspiraciones de un joven que, fue internado con su familia en un campo de detención a raíz de la ocupación japonesa de la península y las islas. Solo tras su liberación pudo consagrarse al estudio del arte en Reino Unido, donde conoció a la que se convertiría en compañera de por vida, además de musa y principal apoyo en su trabajo, Patricia Clifford. La carrera de Morley en aquel país despegó a finales de los cincuenta y se afianzó en la siguiente década, pero en 1971 decidió trasladarse definitivamente a Sidney. Murió como ciudadano australiano, después de haber residido durante más de cuatro décadas en su país de adopción.
El fotógrafo era un ávido coleccionista y al tiempo un hombre generoso. En su testamento legó su extraordinario archivo al National Media Museum de Bradford (norte de Inglaterra).
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