Chicas al borde de un ataque de pánico
El director argentino Santiago Palavecino presenta el 'thriller' psicológico 'Algunas chicas' en la sección Horizontes
Ojeras marcadísimas y cansancio. La cara del joven director argentino Santiago Palavacino (Chacabuco, 1974) delata muchas horas sin dormir. Ha desembarcado en el Lido, procedente de Buenos Aires con más de diez horas de retraso. En la maleta, una copia de la película, Algunas chicas, proyectada ayer en la sección Horizontes, y poco dinero para apañarse unos días en la laguna: apenas 50 euros.“Sabés, el gobierno argentino no nos permite cambiar euros. Me las arreglaré con la tarjeta de crédito, pero vale la pena estar aquí”, comenta el director, feliz de poder ver su obra por primera vez en la pantalla grande. Y nada menos que en la edición número 70 de La Mostra de Venecia.
Por Horizontes pasan jóvenes autores que proponen nuevos lenguajes cinematográficos. Dirigida y escrita por Palavecino, Algunas chicas es un thriller psicológico, lleno de tensiones. Para algunos espectadores, que abandonaron la proyección antes de que finalizara, a lo mejor, demasiado larga. No obstante recibió una buena cantidad de aplausos entre los presentes, ayer por la mañana en la Sala Grande del Palacio de Cinema.
La identificación de dos mujeres tristes y deprimidas, sus conflictos internos y sus sombras del pasado es lo que busca proyectar Palavecino. Con el pretexto de una crisis matrimonial, Celina, una cirujana (Cecilia Rainero), escapa de la capital argentina para visitar la casa de campo de una vieja compañera de estudios. Una vez instalada allí, Celina advierte que la hijastra de su amiga, Paula (Agostina López), silenciosa y escurridiza, esconde algo. Sin querer, Celina descubre que la chica ha intentando sucidarse, cortándose las venas. La intensidad sube cuando Celina comprende demasiado tarde que ha caído en el lugar menos indicado. “Conozco a muchas chicas de mi edad, bellas, con carreras de éxito, que no sé por qué han atravesado periodos de tristeza profunda. Viven angustias interiores tremendas. A eso, los sicólogos lo llaman depresión o ataques de pánico”, comenta Palavecino.
Esa identificación entre dos féminas burguesas y desesperadas, que en apariencia lo tienen todo para ser felices es lo que Santiago Palavecino busca reflejar. Al mismo tiempo, explora el universo femenino. “Las mujeres piensan y se comportan de un modo muy diferente al de los hombres. La lógica masculina bloquea el pensamiento femenino. El pensamiento de las mujeres tiene un ecanto y fascinación particulares”.
Palavecino también se adentra en los límites del sueño y la vigilia. La vida y la muerte. Celina cae en un limbo infernal, sus fantasmas no harán otra cosas que resurgir, esté ella dormida o despierta. “Todos conocemos la sensasión de atravesar un día envueltos, como hipnotizados, en algún sueño que no nos quiere abandonar, y que se vuelve hasta más intenso que las acciones reales que ejecutamos”, prosigue Palavecino. De alguna manera, el espectador se pregunta si en ciertos casos la muerte puede ser una alternativa. “No juzgo a quien toma esa decisión. El suicidio es todo un misterio”, declara.
El guion fue realizado a escondidas de las protagonistas. Palavecino les regaló una copia del libro Entre mujeres solas, del escritor italiano Césare Pavese. En ningún momento se propuso hacer una adaptación literal de la obra. Y tras escuchar los comentarios de las intérpretes escribió, en seis meses, el libreto de Algunas chicas, su tercer largometraje. El director viene del mundo de la música, estudió piano y composición musical; más adelante, filosofía y letras en la Universidad de Buenos Aires. “Podría vivir sin el cine, pero no sin la música”, confiesa.
Con la presencia de Palavecino suman cuatro las representaciones latinomericanas en el festival. América Latina estará también representada en Horizontes por La vida después, del mexicano David Pablos, y por el argentino Ignacio Gatica, autor del corto Blanco. El documental brasileño, Amazonia, rodado en 3D y dirigido por Thierry Ragobert, cerrará el certamen el 7 de septiembre. El hecho de que los filmes latinoamericanos no abunden en Venecia tiene sin cuidado a Palavecino. “No podemos ver el cine en términos geográficos. Me siento profundamente argentino y orgulloso de que en mi país haya nacido Borges. Lo que no acepto son los autores que copian los modelos de Hollywood. Eso sucede más en México, que está tan cerca de Estados Unidos. Argentina, por suerte está en el sur”.
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