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cámara oculta
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Las barbas del vecino

Malos tiempos corren para la Filmoteca Portuguesa, que está amenazada de cierre por falta de dinero

Malos tiempos corren para la Filmoteca Portuguesa, que está amenazada de cierre por falta de dinero. Hasta ahora se financiaba con un pequeño porcentaje sobre la publicidad que emite la televisión, un ocurrente sistema de financiación que le permitía no depender de los presupuestos generales del Estado, pero dado que la publicidad ha ido cayendo como consecuencia de la crisis económica que sufre el país, la filmoteca puede quedar arrollada en la caída. Por lo tanto, se ha organizado un llamamiento de apoyo para que el tema de la Filmoteca se debata en el Parlamento y se encuentre un marco legal que permita su sostenimiento. “El gobierno, responsable de la protección de los archivos nacionales, no previó una solución para un problema que conocía bien”, se dice en el texto. Las adhesiones se recogen en http://peticaopublica.com/pview.aspx?pi=P2013N70628.

La propia Filmoteca había tomado medidas para evitar el desastre a base de recortar sus servicios, por ejemplo, eliminando subtítulos en sus proyecciones, algo especialmente grave en un país como Portugal donde todas las películas se exhiben subtituladas, incluso en salas comerciales. El dictador Salazar no llegó a exigir, como su correligionario Franco, que en el país solo se oyera hablar la lengua propia –la lengua del imperio, se decía–, y permitió que las películas no se doblaran. En España, entre otros desastres, los españoles somos desde entonces los europeos más duros de oído para otras lenguas, amén de haber sufrido una censura sibilina que trastocaba los diálogos a su antojo. Aquí se doblaban hasta las películas portuguesas, incluida la biografía del poeta Camoens (1946), que interpretó el actor Antonio Vilar, luego tan bien afincado en España que incluso hizo de Cristóbal Colón entre otros paradigmas del franquismo. Eran tiempos en que los dos países se miraban gracias a las dictaduras que ambos padecían.

Todo ha cambiado desde entonces para mucho bueno, pero ahora toca solidarizarse con la filmoteca portuguesa, que es cuna de la memoria histórica de su país. Y viendo cómo nos gobiernan aquí en lo referente a la cultura, conviene no pasarlo por alto. Puede que también lleguemos a necesitar de la solidaridad internacional.

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