El futuro ya está aquí
A Neill Blomkamp se le da mejor la construcción de las alegorías que el desarrollo de las historias, como ya se vio en 'District 9'
Todas las distopías tienen su icono, esa imagen perfecta que da cuenta de un futuro, pero que nos hace reflexionar sobre el hecho de que esa sociedad venidera completamente alejada de lo ideal puede estar mucho más cerca de lo previsto. En Elysium ese momento se produce con un aterrizaje, el de una nave espacial proveniente de la Tierra cargada de no-ciudadanos de la lujosa estación espacial en órbita adonde llega: seres humanos que salen despavoridos del interior, y, cual zombis en una tierra que no les pertenece, corren como pollo sin cabeza con las ansias de libertad y con el desasosiego del que deambula por lugar prohibido; una carrera por el césped artificial, por el aire limpio de polución, por las mansiones de mármol, que desemboca en persecución, en detenciones, en el camino de regreso al lodo. Estamos en el año 2154 y los ricos se han ido a vivir a Elysium, reducto vallado en plena galaxia. Pero el futuro ya está aquí. Esa misma imagen la vemos cada día, muy cerca; por ejemplo, con los inmigrantes saltando la verja de Melilla y corriendo, paradojas de la vida, por el aledaño campo de golf ante la mirada extrañada de los ciudadanos del Primer Mundo.
Como ya ocurría con su primera película, la prometedora District 9, el surafricano Neill Blomkamp demuestra ser un mago en la construcción de la alegoría. Eso sí, se le dan mucho mejor las metáforas que los desarrollos. También como aquella, Elysium sufre un cortocircuito a mitad de película, resquebrajándose entre la falta de garra en las secuencias de acción y el pobre devenir de algunos personajes. En la película que le dio a conocer, Blomkamp iniciaba su historia narrando a través de un formato de falso documental, ideal para la historia de esos extraterrestres encerrados en el gueto de Johannesburgo (el apartheid, en la memoria). Pero el problema es que, a mitad de metraje, olvidaba el formato que él mismo había elegido para recuperarlo sólo en las secuencias finales. District 9 tenía aspectos magníficos, pero la utilización más tramposa del punto de vista en mucho tiempo.
ELYSIUM
Dirección: Neill Blomkamp.
Intérpretes: Matt Damon, Jodie Foster, Diego Luna, Sharlto Kopley, William Fichtner.
Género: ciencia ficción. EE UU, 2013.
Duración: 109 minutos.
La media hora inicial de Elysium es, de nuevo, de impacto. Ayudado por un gran diseño de producción, el retrato de ese Los Ángeles desolado (como ciertas partes del mundo real de hoy día), de las corporaciones empresariales como fuente de esclavitud, de la inseguridad física en el trabajo (quienes lo tienen), de la burocracia robótica y del mortuorio aspecto de la sanidad pública es escalofriante. Sin embargo, quizá empujado por las ganas de otorgar fuelle de acción a una parte del público que no demanda metáforas sino peleas, Blomkamp acaba cayendo en la medianía: en un villano de pacotilla, remedo del Chuck Norris de los ochenta, que parece salido de otra película; en unas secuencias de acción demasiado mecánicas; en el cliché de las cámaras lentas y la música con coros celestiales para enmarcar el dolor. Y la alegoría, poco a poco, pierde su carga poética en beneficio de la tralla.
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