Refresco sin gas
¿Es 'Tres 60' una buena película? No. ¿Y un buen producto? Tampoco


¿Al abordar una crítica se debe valorar que la película tenga como reclamo al público adolescente, y dentro de este, al que solo quiere pasar el rato en compañía de refresco y palomitas, para olvidarse a los cinco segundos de lo que ha visto, salvo, quizá, algún detalle anatómico de los protagonistas? ¿Es lícito diferenciar en la reseña valorativa entre los conceptos de película y de producto, como suele ser habitual (este cronista, el primero) en la prensa española? ¿Son El orfanato, Fuga de cerebros y Tengo ganas de ti buenas películas? ¿Y buenos productos? Vienen estas cuestiones a cuento de Tres 60,debut de Alejandro Ezcurdia, producido por, entre otros, Santiago Segura, y destinado a ese arco juvenil.
TRES 60
Dirección: Alejandro Ezcurdia.
Intérpretes: Raúl Mérida, Sara Sálamo, Joaquim de Almeida, Adam Jezierski, Geraldine Chaplin.
Género: thriller. España, 2013.
Duración: 100 minutos.
El modelo de tales propuestas está en el cine americano (del pastiche de terror al romance desaforado y cursi, pasando por la comedia cafre), y Tres 60 no es menos. Un cine, el de Hollywood, que en tono hitchcockiano (nombrar al maestro en un texto así casi duele) ha conseguido colarnos más que decentes películas (¿o eran productos?), como Disturbia y Sin salida, y al que se apunta Tres 60, thriller que hasta se atreve con la penosa actualidad: los tejemanejes económico-criminales entre hospitales y religiosos, relacionados con el contrabando, ya sea de bebés o de órganos.
Eso sí, no piensen en altura dramática, porque no la hay. El guion de Luiso Berdejo está más cerca de aquel episodio de Verano azul en el que descubrían las cuevas de Nerja o de Los cinco han de resolver un enigma (Enid Blyton, un mito), que de cualquier denuncia. Y no le haría falta si no fuera porque, al revés que el hábil cine juvenil americano, o el buen relato popular, no sabe utilizar el lenguaje (elipsis, manejo del estereotipo en pos del clasicismo) para enmascarar sus agujeros.
Y la película se empeña en intentar explicar lo que simplemente es inexplicable. Incluso da la impresión de que no tenían claro cómo terminar la historia. De modo que, tirando por la calle de en medio, y esta vez sí con una elipsis truculenta, deciden romper con la ética de los personajes y, por fin, enseñar el culo de la chica.
¿Es, por tanto, Tres 60 una buena película? No. ¿Y un buen producto? Tampoco.
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