El cine que se lee
Jesús García de Dueñas y Manuel Hidalgo se pasan de la crítica a la literatura en sendos libros sobre el séptimo arte
Medio oculto entre otros muchos carteles rubricados por sus autores en la librería 8 1/2 de Madrid hay uno que dice: El cine también se lee. Y aunque allí hay libros de sobra para demostrarlo, dos interesantes novedades editoriales han venido a enriquecer ese aserto al estar escritas por dos antiguos críticos de cine y, desde luego, cinéfilos recalcitrantes. Uno de ellos, Jesús García de Dueñas, más tarde director de películas y de trabajos televisivos, nos cuenta su biografía, su amor por el cine desde niño, su paso por la mítica Escuela de Cine, su trabajo en la no menos mítica revista Triunfo, en la que publicó hasta 1970, sus posteriores experiencias como director de películas fallidas y de buenas series –una de ellas, Manuel de Falla, siete cantos de España–, pero como es un tipo observador y reflexivo sus Memorias del mirador, una vida para el cine acaban siendo también la crónica de su propia generación y, de algún modo, la de una parte de cierta historia de España, ya que algunos de los personajes que aparecen entre sus páginas acabaron marcando nuestra vida artística y cultural. García de Dueñas no hace con su tiempo ningún ajuste de cuentas, lo describe en tono amable pero también de forma implacable.
Por su parte, El banquete de los genios, de Manuel Hidalgo, que tiene como subtitulo Un homenaje a Luis Buñuel, está en el polo opuesto ya que su autor cuenta algo que no vivió. Tomando como referencia la ya famosa cena que George Cukor ofreció a Luis Buñuel en 1972 y en la que participaron otros siete grandes directores del mejor cine clásico de Hollywood, el ex crítico, más tarde guionista y desde luego escritor, desmenuza aquel encuentro fabuloso con amenidad y conocimientos cinéfilos, seguramente como lo haría un entomólogo, llevando al lector por vericuetos inesperados a través de anécdotas y analogías que despiertan deseos de volver a ver las películas que cita, y con el mismo prisma con que él las analiza. Buñuel es el centro de su narración, y especialmente El discreto encanto de la burguesía, pero también es un pretexto para bucear con pasión por la mejor época del cine norteamericano.
Son libros personalísimos, dos gozadas para quien considere –como dice el cartel de la librería– que el cine también se lee, es decir, que hay películas que toman vida a través de libros como estos.
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