Las cenizas empiezan a hablar
Los investigadores encuentran restos de pigmentos en los restos de las pinturas robadas
Malas noticias para el arte. "Fragmentos de cuadros al óleo" y, sobre todo, "pigmentos especiales y muy caros para pinturas, en desuso desde la segunda mitad del siglo XX", han aparecido entre las supuestas cenizas del botín del Centro de Arte de Rotterdam (Kunsthal), asaltado en 2012 por una banda de ladrones rumanos. A pesar de que los análisis continúan, el Museo Nacional de Historia de Rumanía ha hecho públicos los primeros resultados, que considera significativos. Según su director, Ernest Oberländer-Tarnoveanu, en la materia colorante encontrada hay estaño, plomo y zinc. Estas mezclas están prohibidas hoy por su toxicidad, pero fueron utilizadas a partir del Renacimiento. También hay trazas de azul, rojo y amarillo y clavos. "De comprobarse la destrucción de los cuadros, estaríamos ante un crimen monstruoso, bárbaro. Un crimen contra la humanidad", ha señalado.
Los expertos no están seguros todavía, pero el rastro que les guía coincide con el testimonio de Olga Dogaru, madre de Radu Dogaru. Él es uno de los acusados del robo de siete obras de Picasso, Matisse, Monet, Gauguin, Lucian Freud y Meyer de Haan, descolgadas de las paredes del Kunsthal holandés la noche del pasado 16 de octubre. Asustada y sin saber cómo proteger a su hijo, que se los dejó al no poder venderlos, los enterró primero en el jardín de una casa abandonada. Luego haría lo mismo en un cementerio. Cuando Radu fue detenido, no encontró mejor manera de deshacerse del cuerpo del delito que destruirlo. Por completo. Según ella, metió las telas (cinco óleos y dos al pastel) en una estufa de su casa. "Prendieron enseguida y se quemaron del todo", le dijo a la policía. El conjunto está valorado en 18 millones de euros, pero la madre Dogaru ni siquiera lo miró.
A pesar de que las cenizas estudiadas fueron recogidas en el domicilio de los Dogaru, en Holanda la noticia ha sido recibida con cautela. Mientras no llegue la confirmación definitiva de que los cuadros fueron quemados, la dirección del Kunsthal y la familia del industrial Willem Cordia, dueña de la colección, de unas 500 piezas, prefiere callar. Y eso que la declaración completa de Olga Dogaru detalla la cremación pictórica con todo lujo: "Preparé primero el fuego en la estufa de mi cuarto de baño. Cuando se puso al rojo, desenterré los cuadros del cementerio y los llevé a casa. Los metí en el fuego con zapatos, botas de goma y madera y esperé a que ardieran por completo", dijo. Y la policía y los fiscales de su país la creyeron. Es más, sospechan que se deshizo de los cuadros tras el registro efectuado en su casa.
Solo uno de los seis ladrones consiguió huir. Los demás serán juzgados a partir del próximo 13 de agosto. Si los análisis no están listos, será el momento de saber qué ocurrió con las siete obras, firmadas por artistas consagrados de los siglos XIX al XXI. Son los óleos Cabeza de arlequín, de Pablo Picasso (1971), Mujer ante una ventana abierta, de Paul Gauguin (1888), La lectora en blanco y amarillo, de Henri Matisse (1919), Autorretrato, de Meyer de Haan (1889-1891), y Mujer con los ojos cerrados, de Lucian Freud (2002). Los firmados por Monet, El puente de Charing Cross y El puente de Waterloo (1901), son pasteles. Un material que no deja huellas.
Babelia
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