La Casa Buñuel cobra vida en México
Una decena de organizaciones culturales convierten la residencia del cineasta en un centro de creación cinematográfica
Cuando era joven, Luis Buñuel (1900-1983) se sentía tan poco atraído por América Latina que siempre decía a sus amigos: “Si desaparezco, buscadme en cualquier parte, menos allí”. Sin embargo, vivió en México 36 años de su vida, adquirió la nacionalidad en 1949 y rodó allí 20 de sus 32 películas. El imaginario del país latinoamericano brindó al cineasta aragonés la oportunidad de convertirse en un director de culto, uno de los más originales e influyentes de todos los tiempos. En julio, con motivo del trigésimo aniversario de su fallecimiento, Buñuel será homenajeado durante dos meses en el lugar en el que residió durante los últimos 30 años de su vida, un caserón de ladrillo rojo ubicado en el corazón de la Colonia del Valle, al sur de la Ciudad de México. Una decena de entidades culturales, entre las que destacan el Ministerio de Cultura de España, la Filmoteca de la UNAM y la Cineteca Nacional de México, se encargarán de convertir la morada del cineasta en un centro cultural y cinematográfico.
México convirtió esa cosa tan espantosa que es el exilio en algo maravilloso" Ventura Pons
La Casa Buñuel presentó la mañana del jueves el ciclo de talleres y conferencias que dará inicio a la actividad del centro. El evento se celebró en el patio de la casa completamente atestado de comensales y periodistas y contó con la presencia de importantes promotores de la cultura cinematográfica en México como Carmen Carrara, subdirectora de difusión de la Filmoteca de la UNAM y Nelson Carro, subdirector de programación de la Cineteca Nacional de México. La presentación tuvo un aporte español en la figura del director catalán Ventura Pons, autor de filmes como Caricias (1997) o La vida abismal (2006). Tras el acto, los ponentes continuaron charlando con los presentes entre tapas de lacón y jamón serrano.
“Esta casa tiene un enorme valor simbólico. Tenemos que revindicar la obra de este cineasta tan mexicano y tan nuestro”, comentó Carmen Carrara, quien aseguró que la UNAM se siente muy orgullosa de apoyar esta iniciativa. Ventura Pons aportó una nota entusiasta al evento: “Estoy muy emocionado. He llegado a esta calle y he escuchado a los pajaritos que él no podía oír debido a su sordera y de repente he imaginado el México de Buñuel: Las historias acerca de esta casa, toda la leyenda que rodea su figura, las fiestas con las que recibía a sus amigos… Veo su espíritu en cada rincón. Veo a Buñuel andando por aquí con sus amigos”.
El catalán homenajeó la solidaridad mexicana durante el periodo del Presidente Lázaro Cárdenas (1934-1940) y recordó que México fue el único país del mundo que apoyó de forma desinteresada al bando republicano. “Este país, al que Buñuel llegó casi por azar, convirtió esa cosa tan espantosa que es el exilio en algo maravilloso. El suyo fue un exilio dorado”. Mario Barro Hernández, coordinador de cine en la Embajada de España, concluyó el acto asegurando que la casa está casi lista para ser visitada como centro cultural: “No queremos que sea una casa museo estática como la de Frida o la de Trotsky, queremos crear un centro que desprenda creatividad”.
Los talleres programados por las distintas organizaciones contarán con la presencia de destacados cineastas españoles como el citado Ventura Pons, con su película Any de grácia (2012), el director Pablo Berguer, que asistirá junto al actor Daniel Giménez Cacho al estreno mexicano de Blancanieves (2012), y Jonás Trueba, que exhibirá su último filme, Los ilusos (2013). Serán dos meses de charlas, talleres y ciclos del mejor cine mexicano y español para homenajear al exiliado más célebre de la España del siglo XX. Ventura Pons dio en el clavo con su definición: “Los franceses reivindican que es francés, aquí dicen que es mexicano y nosotros decimos que es nuestro. Él fue un artista universal que supo adaptarse a todo”.
Abandono y resurrección de una casa emblemática
El hogar de Buñuel fue diseñado en 1952 por el arquitecto español Arturo Sáenz, compañero del cineasta durante sus años en la madrileña Residencia de Estudiantes. Protegida por altos muros en forma de panal de abejas, la casa se haya en el número 27 del callejón cerrado Félix Cuevas, aledaño a la avenida Insurgentes -una de las principales arterias del DF- y bien comunicado con los estudios Churubusco, escenario de muchos de sus filmes mexicanos. Allí recibió a personalidades legendarias de la cultura latinoamericana como Diego Rivera, Carlos Fuentes o Gabriel García Márquez. Su originalidad artística, su personalidad extrovertida y sus célebres cócteles Buñuelonis le convirtieron en todo un personaje del Distrito Federal. La casa de la Colonia del Valle fue el escenario de fiestas memorables y uno de los únicos hogares permanentes que tuvo en su larga y errante vida.
Tras la muerte del cineasta, su viuda Jeanne Rucar continuó viviendo allí hasta los años noventa. En 2010 el inmueble fue adquirido por el Ministerio de Cultura de España que invirtió medio millón de euros para llevar a cabo una serie de remodelaciones destinadas a rescatar sus características originales. La casa ha permanecido vacía durante años hasta que diversas organizaciones culturales encabezadas por la Embajada española han tomado la iniciativa de convertirla en un centro cultural. Quienes disfrutaron con la casa de Frida y la de Trotsky, ya tienen un nuevo escenario en el que rememorar aquellos increíbles años de efervescencia cultural mexicana.
Los momentos mexicanos de Buñuel
En sus memorias, Mi último suspiro, Buñuel habla de los momentos claves en su etapa mexicana. Comenta la reacción que provocó su obra maestra, Los olvidados (1950), película que en un primer momento no gustó a los mexicanos nacionalistas como Jorge Negrete, ya que retrataba la pobreza y miseria suburbana que la élite no quería reconocer:
“Me dediqué a recorrer las 'ciudades perdidas', es decir, los arrabales improvisados, muy pobres, que rodean México DF. Algo disfrazado, vestido con mis ropas más viejas, miraba, escuchaba, hacía preguntas, entablaba amistad con la gente. (…) Estrenada bastante lamentablemente en México, la película permaneció cuatro días en cartel y suscitó en el acto violentas reacciones. Uno de los grandes problemas de México, hoy como ayer, es un nacionalismo llevado hasta el extremo que delata un profundo complejo de inferioridad”.
Sobre la importancia que el cóctel tuvo en su proceso creativo:
"Cuando llegan los amigos, saco todo lo que necesito. Primeramente, sobre el hielo bien duro echo unas gotas de Noilly-Prat y media cucharadita de café, de angostura, lo agito bien y tiro el líquido, conservando únicamente el hielo que ha quedado, levemente perfumado por los dos ingredientes. Sobre ese hielo vierto la ginebra pura, agito y sirvo. Eso es todo, y resulta insuperable. (…) Si bien el dry-martini es mi favorito, yo soy el modesto inventor de un cóctel llamado Buñueloni (...). También en este caso, la presencia de la ginebra, que domina en cantidad sobre los otros dos ingredientes, es un buen estímulo para la imaginación. ¿Por qué? No lo sé. Pero doy fe".
Sobre la violencia en México:
“Nada más peligroso que un mexicano, que te mira calmosamente y te dice con voz dulce, porque, por ejemplo, has rehusado beber con él un décimo vaso de tequila, esta frase siempre temible:
—Me está usted ofendiendo.
En tal caso, más vale beber el décimo vaso”.
Sobre los exiliados españoles:
“Al final de la guerra civil, numerosos españoles eligieron México como tierra de exilio, y entre ellos muchos de mis mejores amigos. Estos españoles pertenecían a todas las clases sociales. Había entre ellos obreros, pero también escritores, científicos, que se adaptaban sin demasiado esfuerzo a su nuevo país”
Sobre su trabajo en México:
“Cuando me preguntan si no lamento no haberme convertido en un director hollywoodense, como muchos otros directores llegados de Europa, respondo que no lo sé. El azar no actúa más que una vez y no rectifica casi nunca. Me parece, sin embargo, que en Hollywood, atrapado en el sistema americano y aun disponiendo de medios sin comparación posible con los exiguos presupuestos con los que habría de desenvolverme en México, mis películas hubieran sido completamente distintas. ¿Qué películas? No lo sé. No las he hecho. En consecuencia, no lamento nada”.
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