Paisajes después de la destrucción
El pintor asturiano Hugo Fontela interpreta en Nueva York los árboles que devastó el huracán Sandy
Hugo Fontela (Grado, 1986) se dio un paseo por las calles de Manhattan tras el paso del huracán Sandy en octubre de 2012. El paisaje urbano de “una ciudad con mayúsculas” en la que vive desde hace casi una década se había distorsionado. Era un desastre. Pero también una posibilidad de belleza. Y un elemento llamó su atención: los árboles que habían caído en Central Park por el hacer y deshacer de la naturaleza salvaje. Pensó en esos árboles y les dio una interpretación hasta hacerlos el centro de la exposición Trees ahora en The Gabarron Foundation de Nueva York hasta el 20 de junio. Su pasión por la tierra y por el análisis de aquello de lo que no nos podemos apropiar y no hay forma de que controlemos marca su arte y viene no de tan lejos, de su infancia en su Asturias natal. “Aquellos árboles y mareas me impresionaron. Lo que nos ocurre cuando niños nos condiciona para toda la vida.”
La historia de Fontela es la de un joven artista con una vocación decidida por la pintura como forma de expresión y de temprano éxito. “Es mi impulso, aunque ahora no me sienta tan lejano a otras formas de arte”, cuenta por teléfono desde su estudio en Tribeca. A los 14 años ingresó en la Escuela de Artes y Oficios de Avilés, y a los 17 se marchó a The Art Students League, en Nueva York. Ganó el prestigioso Premio BMW de pintura a los 19 y dos años después, en 2007, recibió el Premio al Mejor Artista de la feria de arte gráfico ESTAMPA, concedido por la asociación de Críticos de Arte de Madrid. Ahora, con varias exposiciones a sus espaldas, ve Nueva York como ciudad decisiva para su arte, por “creativa”, por “plataforma profesional”, porque le ha abierto un panorama “universal” y le ha enseñado también los aspectos organizativos de las grandes exposiciones.
“Parto de imágenes toscas para extraer la parte bonita”, explica. De aquella caminata por un Manhattan fantasmagórico o de aquella otra por Miami después de la devastación que llevó el Katrina, de la que salió una serie con palmeras como motivo. “Algo llama mi atención. Entonces, recojo fotografías, imágenes en libros…” Y asocia. Y a continuación pinta el motivo de forma “más analítica” hasta que lo va despojando, desnudando, interpretando hasta nuevas formas de “asimilación”.
La pintura que “no está muerta ni muchísimo menos” es su gran apuesta. “Es cierto que ha vivido tiempos de poco esplendor. Ahora veo que hay una vuelta a ella y no a cualquier precio”, indica. El pintor apunta: “Ha habido corrientes artísticas vinculadas a la moda. Ahora esto se va regularizando… En España hay grandes artistas con una vocación sincera”.
España y Nueva York. Un océano de por medio. Sin embargo, Fontela mantiene fuertes vínculos con su país, donde ha sentado sus bases como artista. “Aproveché los pasos que se me ofrecían. No habría podido destacar en Nueva York si no lo hubiera hecho ya en sitios pequeños”. Pero al arte español le hace falta un buen impulso, opina el artista porque “no está muy cotizado” y es necesario que esa “semilla se implante fuera”. “Si las instituciones son inteligentes deberían aprovechar la salida que hay ahora de artistas para promoverlos internacionalmente”, arguye Fontela, para quien la Transición fue una época de espléndida producción artística.
Ahora tiene 27 años. Ante su juventud asegura que se ha encontrado gente “abierta” y que ha intentado progresar de una forma “segura”, con “un altísimo nivel de trabajo”. Y pronto vuelve a España. Será en el Festival Fringe (del 5 al 27 de julio) que se celebrará en Matadero Madrid y donde hará un “concierto para pintura”: el dibujo en directo con carboncillo y tinta china de los árboles que ama, los principios de su arte.
Babelia
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