La escritora que dejó de ser invisible con un ‘thriller’
Tras vender cien mil ejemplares de 'El guardián invisible', Dolores Redondo ultima la segunda entrega de la inspectora Salazar
Está encerrada, escribiendo el último capítulo de su segunda novela. Dolores Redondo (San Sebastián, 1969) irrumpió en el panorama literario el pasado 15 de enero con El guardián invisible (Destino) y lo que nunca llegó a imaginar es que, cinco meses después, hubiese vendido 100.000 ejemplares. “Cuando vas escuchando las primeras cifras te produce una sensación de desasosiego, luego vértigo y finalmente agradecimiento a los lectores que han comprado tu novela y les ha gustado. He estado en la Feria del Libro de Madrid y ha sido una locura”, señala la autora desde su casa en Cintruénigo (Navarra).
Se encuentra tan concentrada en su mundo de ficción que el ruido de un libro que se ha caído en la habitación le ha dado un gran susto. “Estoy en absoluto silencio, aprovechando que no hay nadie en casa. Luego llega la familia, los niños del colegio y todo se transforma. En la parte más creativa de la obra yo tengo que cerrar la puerta para que nadie me interrumpa. Hay otras fases: documentación o corrección que puedes ir haciéndolo en otro ambiente. Escribir, no”.
Tal como está la situación es más complicado apostar por nuevos escritores, pero es importante que novelas como la mía se hayan vendido.
Redondo aborda una investigación criminal pero al mismo tiempo describe un mundo, el rural de Navarra, y a unos personajes que tienen influencias de personas reales. La responsable de resolver las muertes que se producen en Elizondo es Amaia Salazar, inspectora foral, que ha estudiado en Quantico (Estados Unidos) con el FBI, y posee una sensibilidad especial para percibir el mal. Está casada con un escultor estadounidense que la quiere con pasión, tiene dos hermanas y una tía, Engrasi, que está inspirada en Maritxu Guller, una respetada vidente y echadora de cartas de San Sebastián. Guller era conocida como la bruja buena de Ulia. Nació en Isaba (Navarra) y desde la infancia mostró una enorme capacidad sensitiva. Ejerció la carrera de magisterio, contrajo matrimonio con el suizo Giovanni Guller y estudió Parapsicología en París.
La autora de El guardián invisible cree que las editoriales tienen ganas de leer voces nuevas. “Tal como está la situación es más complicado apostar por nuevos escritores, pero es importante que novelas como la mía se hayan vendido. Eso anima a los editores a realizar apuestas. Que todo haya ido rodado, como ha sido mi caso, depende de muchos factores. Influye desde la editora, Silvia Sesé, hasta el resto de engranajes que son necesarios para que el libro salga a la calle y se promocione”, puntualiza la escritora vasca.
Dolores Redondo manifiesta que está con el corazón acelerado. “Sabes que estás en las últimas páginas, que una vez que las acabes y hagas las correcciones pertinentes las tienes que mandar a la editorial. Con este segundo libro creo que tengo un vértigo mayor porque has creado unas expectativas y no puedes fallar”. La autora no sabe cuándo saldrá a la venta, aunque no le importaría que fuera en enero: “Es un mes que me ha traído suerte”.
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