Un paciente febril al sol de Málaga
El festival andaluz toma la temperatura a un cine español profundamente aquejado Calparsoro presenta ‘Combustión’, destinado al público joven
¿Para qué sirve un festival? Más allá de proyectarse películas (13 en Málaga en la sección oficial, más las seis de la nueva sección Málaga Premiere y las casi 80 —la mitad documentales—, del resto de apartados), rendir homenajes (en la ciudad andaluza se dan cuatro galardones de honor, el primero anoche a José Coronado), de juntarse la gente de la industria, de promocionarse ante la prensa (el festival siempre se ha considerado territorio Antena 3, porque la televisión patrocina el certamen) y darle alegrías al público local, que vive las alfombras rojas con famosos como si fuese la final de la Champions,un certamen funciona como termómetro que mide la temperatura del paciente cinematográfico, como caja de resonancia de los impulsos de la industria. Y el eco que sale de la caja de resonancia del Festival de Málaga Cine Español es sordo. Por un lado quedo, porque la crisis económica frustra cualquier recuperación; por otro, doloroso, porque el cierre de Alta Films, la nula presencia de cine europeo en las televisiones y las morosas negociaciones que rodean la Ley del Cine oscurecen el ánimo de la industria.
Ayer y anteayer se proyectaron dos de las películas potentes del certamen, que aprovechando el impulso se estrenan este viernes: Ayer no termina nunca, de Isabel Coixet, y Combustión, de Daniel Calparsoro. Ambas presentaciones acabaron provocando sendas reflexiones sobre los tiempos que corren. Candela Peña, protagonista del drama de Coixet, confesaba: “Que no me den premios, que me den trabajos. Me cundiría más si me otorgaran el Max Factor al rostro más bonito del cine español, si pesara cinco kilos menos, si midiera 15 centímetros más… Haría campañas de publicidad, tendría menos talento, pero más trabajo. Y sin embargo aquí estoy, [Hablando] con la boca pequeña porque si no, me dan para el pelo”. El productor de Ayer no termina nunca y distribuidor Adolfo Blanco, tras recordar con admiración a González Macho, apostillaba: “El IVA, la piratería… Todo nos hace daño; sin embargo ya antes veíamos un descenso de público. Hay una generación que se ha perdido para el cine. Puede que fallemos en la educación, porque nada hace tanta afición al cine como ver buenas películas. Si en la televisión no hay, si estamos todo el rato emitiendo fútbol y noticias del corazón, no creamos el hábito ni inyectamos el gusanillo”. Alex González, protagonista de Combustión, aprovechó para explicar: “Tengo una responsabilidad económica como actor. Si lo comercial es hacer taquilla, yo quiero hacer mucho cine así. Combustión va destinada a un público joven que necesitamos se reconcilie con el cine español”.
Las peores noticias llegarán hoy, cuando en la tradicional rueda de prensa de FAPAE, la asociación de los productores, para hablar del presente y futuro de las películas españolas, también esté presente el presidente de los exhibidores con un demoledor estudio sobre el negativo impacto del 21% del IVA en la asistencia a las salas. Y todas estas disquisiciones forman también parte imperiosamente de un festival de cine.
Babelia
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