“Solo me atrae la visceralidad”
Pregunta. Usted es un director que crispa y endurece los rodajes.
Respuesta. Bueno, me guío por mi director artístico, que ha trabajado en 100 películas, y que me reconoció que Alacrán enamorado era el rodaje más duro en el que había estado. Los rodajes españoles son todos complicados, porque hay muchas limitaciones presupuestarias. Pero sí, yo soy un volcán y mi cine es igual que yo: solo me atrae la visceralidad. Destruyo todas las técnicas previas de los actores para empezar de cero. Unos están a la altura, al 100%, y otros solo llegan al 80%. Yo exprimo a muerte. Soy cañero.
"A mí no me digas que no se puede". La frase de Langui en El truco del manco, el primer largo de Santiago Ahuanojinou Zannou, madrileño de 35 años, define su carácter. Hijo de inmigrante africano y aragonesa, y tras dos documentales, El alma de la Roja y La puerta de no retorno (sobre la vuelta de su padre a su país, Benín), Zannou ha estrenado Alacrán enamorado, cóctel de Romeo y Julieta, neonazis y 'Million dollar baby'.
P. ¿Es cierto que metió a vivir unas semanas a los tres protagonistas de su filme en su piso de 30 metros cuadrados?
R. Sí, teníamos que hacer grupo.Por mi manera de hablar, toco los temas de forma que la gente o me da una hostia o se abre.
P. Cine a lo bruto y realista.
R. El cine europeo es hoy muy realista. Y eso es lo que Hollywood nos copia. Ves El caballero oscuro y es realista. Como El mito de Bourne, Argo, las de Bigelow...
P. ¿Eso quiere la gente?
R. Los espectadores no son tontos, y el cine compite contra la televisión y su morbo realista, así que los directores, usando el lenguaje cinematográfico, deben de ofrecer productos con mucha verdad delante de la cámara. Si no, no nos creen. Los espectadores ya no van a pasar la tarde y a comer palomitas. El cine es caro, se elige más y ahí competimos todos. Debemos ser exigentes.
P. ¿Y cómo hará el cine español para ser otra vez querido?
R. Pues como la selección de fútbol \[Zannou dirigió el documental El alma de La Roja, sobre la historia del equipo nacional\]. Los aficionados han visto que son futbolistas humildes, muy currantes, accesibles y poco estrellas. Yo llevo poco en el cine, pero aún no me he cruzado con un chulo. Solo veo gente que quiere currar y que tiene los huevos de corbata. Como cualquier trabajador.
P. De pequeño le llamaban cara sucia \[así tituló su primer corto\], chococrispis, le hacían burla con la canción de Nocilla... Y todo su cine habla del racismo.
R. Desde que me apunté a la escuela de cine, pensé en filmar cosas de inmigración. Es un tema que siempre me ha tocado. Desde que nací, vivo un acto de racismo a la semana. Hoy más que antes. El racismo está más diluido ahora en nuestro entorno. Oyes: “Los chinos se están quedando con nuestro barrio”. Y cuando llamas la atención a ese colega, te responde: “No soy racista, y tú eres como yo, español”. El racismo está tan instaurado que ni se habla de ello. Mira cómo son los estadios de fútbol. Y los modernos neonazis son atractivos, al estilo Jörg Haider en Austria. Repitiendo muchas veces una mentira —como lo de los chinos o eso de que Cataluña será un Estado musulmán— se crean falsas verdades.
P. ¿No vislumbra un cambio?
R. No. Viendo el último partido de la selección en un bar de Sevilla, unos chicos me cantaron en la cara lo de “Yo soy español, español, español”. Y uno me dijo: “Están buenas las tapas, ¿eh?”. Insistió: “De estas no hay en tu país”. Como yo no quería pelea, solo pensé que esos gilipollas estaban viendo un partido de una selección de la que yo he hecho la película, y que nací en Carabanchel. Menudos tontos.
P. ¿Necesitamos que pase una generación?
R. En Francia se nota: allí está Omar Sy, admiran a varios cómicos árabes... Aquí no sé si falta tiempo o nunca va a ocurrir. España es un país que expulsó a los árabes, a los judíos, que hoy echa a los inmigrantes... Eh, y hay racismo por discriminación positiva: los actores de origen sudamericano, magrebí o africano solo hacen de inmigrantes, cuando nuestra sociedad está mucho más mezclada. ¿Sabes las veces que he oído, cuando cuento que soy director, “A nosotros nos encanta que gente como tú llegue a esos sitios”? ¿Gente como yo? ¿Qué tengo? ¿Cuatro brazos? A mí todo eso me llena de fuerza.
P. ¿Fue más dura la infancia en Carabanchel o estos años en Barcelona?
R. Carabanchel es un barrio humilde, con situaciones cercanas a la desesperación. Sufro cuando regreso a mi barrio y veo amigos que han vuelto a la casa de sus padres. Es un hervidero, y de ahí puede salir cualquier cosa: directores de cine, artistas, neonazis... Eso sí, los chorizos de verdad van con corbata.
P. ¿Ventajas de ser mulato?
R. Que pensaban que jugaba mejor al fútbol de lo que lo hacía... y me ficharon en Segunda.
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