Lucidez y exigencia ética
Nadie puede poner en duda que fue muy valioso para sus semejantes
Probablemente, la palabra que más se va a emplear hoy para describir a José Luis Sampedro es la de humanista; a mí no se me ocurre otra mejor. Sampedro fue un humanista casi arquetípico, alguien que respondía a la perfección al principio clásico: nada humano le fue ajeno. No es fácil conciliar espíritu crítico y tolerancia, inteligencia y respeto cómo él lo hizo. Como tampoco lo es ser fiel a unas convicciones y permitir que nuevos puntos de vista vengan a enriquecerlas. Hay personas para las que la erudición es poco más que el adorno de una existencia mezquina, y otras que gracias a su sabiduría mejoran la vida de los demás; José Luis Sampedro era de estas últimas.
La Economía fue el instrumento que eligió para actuar sobre la realidad, y siempre tuvo muy presente que el objeto de esta ciencia es el bienestar de los seres humanos. Algo que algunos economistas parecen haber olvidado. Sampedro fue un economista brillante, de una enorme solidez técnica, pero que trascendió los límites de su disciplina y que puso la ética por encima de cualquier otro requerimiento. Una exigencia moral que le llevó a plantar cara a la realidad en los muchos aspectos de esa realidad que no le gustaban. Y exigente fue también en su actividad creativa, que completa el perfil de humanista. Borges dijo que desconocemos los propósitos del universo, pero sabemos que razonar con lucidez y obrar con justicia es ayudar a esos propósitos. José Luis Sampedro razonó con lucidez y obró con justicia. No sé si ayudó a los designios del universo, pero nadie puede poner en duda que fue muy valioso para sus semejantes.
Alfredo Pérez Rubalcaba es secretario general del Partido Socialista Obrero Español.
Babelia
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