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Un sujetador que lleva a otra vida

Ángel Rupérez sumerge al protagonista de 'Sensación de vértigo' en una espiral de infidelidades Es la segunda novela del poeta, traductor, ensayista y crítico literario de EL PAÍS

Tommaso Koch
Una dependienta muestra a una clienta un sujetador en una tienda de Barcelona.
Una dependienta muestra a una clienta un sujetador en una tienda de Barcelona. Marcel·lí Saènz

Una mujer coge un sujetador de un mostrador. Una escena cualquiera de un centro comercial cualquiera. Ocurre en Milán, pero sucede cada día en todo el planeta. Lo distinto es que hay un escritor observándola. Y fantaseando –literariamente, aclarémoslo-. “La escena se me impuso. Me intrigó mucho. Con el paso del tiempo, que como dicen muchos autores es gran fabricador de fábulas, nació una historia que ni imaginaba”, cuenta Ángel Rupérez, escritor, poeta, crítico literario de EL PAÍS y autor de la novela Sensación de vértigo, que ahora publica Izana Editores.

“En definitiva, es una historia de infidelidades”, añade Rupérez. Arrastrado por el dichoso sujetador (y por la mirada de su potencial compradora), el protagonista de la obra, hasta entonces felizmente emparejado y enamorado, empieza a hundirse cada vez más en unas arenas movedizas hechas de traiciones, mentiras, dudas y arrepentimientos. De ahí que, para la salud de las relaciones sentimentales y familiares de Rupérez, se haga imprescindible otra aclaración: “El libro es cero autobiográfico. Puede haber algo de mis experiencias en algunas anécdotas aquí y allá, pero es una novela imaginada”.

Es, también, su segunda contribución al género. Porque, más allá de la anterior Vidas ajenas, el autor se suele dedicar sobre todo a traducciones, ensayos y versos. “Hay cosas que solo la novela puede decir. Y quizás otra razón tenga que ver con el penoso discurrir de la poesía, que se encuentra en una situación de aislamiento profundo respecto al público”, explica Rupérez sobre los motivos de su regreso a la ficción.

Muchísimas más novelas, en cambio, se le han quedado a medias. Pero han servido para llenar la antología de cuentos que Rupérez acaba de terminar: “Los relatos que escribo me producen la sensación de una novela deseada, de un conato de libro truncado que no sé si sabría terminar”. Lo que sí pudo poner sobre el papel son una serie de cuentos que viajan entre la muerte (“un acontecimiento que no nos merecemos nunca”), las experiencias familiares (“un laberinto de difícil exploración”) y la propia literatura como vocación y fascinación.

A ella Rupérez dedica su vida desde hace años y desde ambos bandos. Porque además de escribir juzga y valora las obras ajenas. Aunque, al parecer, codearse cotidianamente con la crítica no ayuda a perderle el miedo. “El ser crítico no te protege: temes las reseñas negativas. De hecho, te convierte quizás en más vulnerable. Estás acostumbrado a ver lo más débil de los libros de los otros, así que es más fácil que también lo veas en los tuyos”, defiende el autor.

En efecto, puesto a buscar, Rupérez tarda relativamente poco en encontrarle una pega a Sensación de vértigo: “El incesante preguntarse del narrador sobre todo lo que le pasa puede resultarles a algunos lectores complicado de aceptar. Es una novela que contiene un riesgo”. Menor, eso sí, que dejarlo todo por un sujetador.

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Sobre la firma

Tommaso Koch
Redactor de Cultura. Se dedica a temas de cine, cómics, derechos de autor, política cultural, literatura y videojuegos, además de casos judiciales que tengan que ver con el sector artístico. Es licenciado en Ciencias Políticas por la Universidad Roma Tre y Máster de periodismo de El País. Nació en Roma, pero hace tiempo que se considera itañol.

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