Las guerras del ‘folk’
Un cambio de paradigma, dicen. Durante décadas, el cine ha dirigido reiteradamente su mirada hacia el pop de los sesenta: infinidad de películas sobre los Beatles o conjuntos similares. En los últimos tiempos, algunos realizadores están explorando el periodo anterior, cuando las guitarras eran acústicas. Han coincidido dos películas sobre la beat generation, el On the road, de Walter Selles, y la reciente Kill your darlings, de John Krokidas. Sobre todo, y conviene celebrarlo, los hermanos Coen se han zambullido en el Greenwich Village, el laboratorio neoyorquino que impulsó la popularización del folk y el boom de los cantautores, inicialmente politizados.
Enclave de la bohemia y la disidencia, el Village funcionaba como imán para iluminados que habían descubierto las verdades eternas del cancionero folclórico y estaban dando el paso siguiente: la creación de piezas contemporáneas siguiendo los modelos ancestrales, además con voluntad de incidir sobre la realidad. Así, en 1962 llegaron Phil Ochs, tejano, y Bob Dylan, de Minnesota. Se encontraron con vecinos ya establecidos, exiliados de otros barrios de Nueva York, como Ramblin' Jack Elliott y Dave Van Ronk.
Teóricamente, la trayectoria de Van Ronk (1936-2002) sirve de columna vertebral del nuevo proyecto de Joel y Ethan Coen. Tras leer su autobiografía póstuma, The mayor of MacDougal Street (2005), los Coen compraron los derechos cinematográficos. Pero no se iban a conformar con un biopic convencional. La película resultante, Inside Llewyn Davis, retrata a un folkie nítidamente dylaniano, aunque lleve barba (¡y un gato!).
Eso deducimos del tráiler, ilustrado con una rareza de Dylan (Farewell, tema destinado a The times they are a-changin') y que muestra lugares identificados con sus años neoyorquinos, aparte de una novia peleona con ecos de Suze Rotolo. Ese desplazamiento seguramente obscurece al propio Dave Van Ronk, uno de esos secundarios colosales. Antiguo marino mercante, poseía un repertorio aparentemente infinito, que iba desde las baladas a obscuros blues del Sur Profundo. Formado en el recio jazz de Nueva Orleans, amaba el ragtime y el sonido de jug band; también conocía la obra conjunta de Bertolt Brecht y Kurt Weill. El cancionero de Dylan engordó a su lado.
Políticamente, Van Ronk renegaba de los bandazos del Partido Comunista y se alineaba con posiciones trostkistas, con un ramalazo libertario que explica su detención en 1969, durante las batallas entre la policía y los gays que protestaban contra la redada al Stonewall Inn. Hasta tenía un punto friki: su devoción por la ciencia ficción, poco habitual en aquellos círculos.
En esa batalla contra el mainstream, irrumpió Dylan. La historia es conocida. Bob embelesó a todos los conspiradores antes de protagonizar un verdadero golpe de estado cultural. Era una esponja pero aparcó el elemento tradicional y potenció la expresión personal. Tras las canciones que señalaban con el dedo, adoptó una poética más evasiva. Y finalmente se abrió al rock, pecado capital en un movimiento purista. Cada cambio exigía tomar posiciones, como indica el gran texto Wich side are you on?, de Dick Weissman.
Por lo que intuimos, los hermanos Coen no llegan al Gran Cisma. Han evitado una narración en clave: con alguna excepción, aseguran que sus personajes no son trasuntos de los protagonistas reales. Para la banda sonora de Inside Llewyn Davis, han llamado a T-Bone Burnett, el productor que convirtió O brother, where are thou? en un fenómeno comercial a principios del presente siglo.
En O brother, los Coen demostraron un extraordinario conocimiento de su material de base. Aparecía un bluesman llamado Tommy Johnson, que presumía de tener tratos con el diablo en los cruces de caminos; en numerosas críticas, entendieron que se referían al mítico Robert Johnson. Y no: retrataban a un predecesor, el Tommy Johnson real, el único músico del Delta del Misisipí al que se implicaba en pactos diabólicos.
Cabe imaginar que Inside Llewyn Davis también ignorara mitos en busca de verdades sorprendentes. Lo sabremos en próximos meses, cuando StudioCanal lo presente por festivales. El viento sopla a su favor: Dave Van Ronk y otros compañeros de insurgencia son mencionados en una de las mejores nuevas canciones de David Bowie, (You will) set the world on fire. Llámenlo sincronicidad.
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