El triunfo de una prenda en forma
Las sudaderas, en su versión elaborada, se confirman como una de las apuestas más comerciales
Es el hábito de Rocky Balboa y también de Marc Zuckerberg. La sudadera ha transitado de los gimnasios al mundo del lujo, con parada en el street style.Esta temporada los diseñadores la reinventan enriquecida con bordados y trabajadas ilustraciones, desposeyéndola de su aura más canalla, pero manteniendo intacta su versatilidad. El otrora paradigma del desaliño elevado a la categoría de prenda fetiche. En cinco claves:
¿Qué? la historia de la sudadera está indisolublemente unida a la del chándal, que era como se denominaba a finales del siglo XIX a los jerséis característicos de los vendedores franceses de frutas y hortalizas. De hecho, el término es una abreviatura de marchand d’ail (vendedor de ajos). Por su robustez, la prenda se extendió entre los soldados de la I Guerra Mundial. Y en la década de los treinta, elaborada ya en algodón, dio el salto a Estados Unidos. Una de las primeras firmas en producirlas industrialmente fue la mítica Champion, y el mundo del deporte no tardó en adoptarla por sus bondades frente a los clásicos equipamientos de lana tejida. De ahí su nombre tanto en inglés (sweatshirt) como en español. En los setenta, el hip-hop la sacó de las canchas para llevarla a la calle y reivindicarla como uniforme e instrumento estético. Dos décadas después, serían los surferos y skaters quienes la confirmarían como pieza clave del street style.
¿Cuándo? Las pasarelas no les eran ajenas —verbigracia de Tommy Hilfiger y Ralph Lauren— pero, cuando en la primavera de 2012 Balenciaga y Kenzo las convirtieron en icono de sus colecciones para el otoño-invierno, la tendencia mutó en pandemia. Las sudaderas con ilustraciones digitales de Nicolas Ghesquière, así como el modelo firmado por Carol Lim y Humberto Leon, alcanzaron un éxito masivo. Encumbradas por estilistas, modelos y blogueras, fueron fotografiadas hasta la saciedad por los medios especializados y finalmente fagocitadas por las cadenas textiles.
¿Por qué? Son una prenda básica, polivalente y dúctil. Accesible para cualquier tipo y talla de mujer y hombre. “Además, son perfectamente reconocibles. Solo los fashionistas más empedernidos pueden identificar una falda o un pantalón, pero gracias a los logos y bordados con los que se busca personalizar esta pieza, cualquiera sabe a qué firma pertenecen”, explica Ana Locking. Su línea de sudaderas para el próximo otoño —presentada en la última Mercedes Benz Madrid Fashion Week Madrid— ha tenido tan buena acogida que prevé comercializar un pequeño adelanto junto a su colección para esta primavera-verano. “Nos ha escrito un montón de gente pidiéndonoslas ahora. No quieren esperar a septiembre. Y aunque el margen de beneficios es muy pequeño, nos compensa producirlas porque son casi como un anuncio ambulante”.
¿Cómo? “Una de las claves de su éxito es su versatilidad, una cualidad muy valorada en tiempos de crisis. Puedes llevarlas con vaqueros, dentro de un espíritu más deportivo, o a combinarlas con una camisa, una falda y unos tacones, y darle un aspecto más formal. Es una prenda transversal que funciona de la mañana a la noche”, argumenta la diseñadora Ana Locking.
¿Quién? Una sudadera ilustrada con una suerte de Bambi bipolar fue la pieza elegida por Ricardo Tiscci para abrir su último desfile. Una prenda que el director creativo de Givenchy emplea a modo de metáfora en su exploración de la dualidad sexual. Carol Lim y Humberto Leon proponen una versión centáurica, que promete erigirse en digna sucesora de su exitoso modelo primigenio, bordado con una cabeza de tigre. Un diseño que certificó su capacidad no solo para identificar tendencias, como responsables de la cadena de tiendas Open Ceremony, sino también para facturarlas al frente de Kenzo. Christopher Kane apuesta por el dramatismo neorromántico y MM6 regresa a los orígenes del chándal. En España, la firma Isaacymanu triunfa con sus collages digitales de osos polares, ovnis y diosas hindúes.
Babelia
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