La última hazaña de la ‘Kon-Tiki’
El mítico viaje de la balsa podría dar a Noruega su segundo galardón de Hollywood
No hay hazaña imposible para la Kon-Tiki. En abril de 1947, el aventurero noruego Thor Heyerdahl construyó esta embarcación, bautizada con el nombre del dios solar de los incas, con nueve troncos de balsa, cada uno de ellos de 13,7 metros de largo, unidos entre sí con cuerdas de cáñamo. Como si fuera una barca indígena, o al menos tal y como las dibujaron los exploradores españoles del siglo XVI. Heyerdahl quería demostrar que los primeros pobladores de Polinesia eran peruanos y tras 101 días de travesía, con otros cinco compañeros, completó 7.000 kilómetros, uniendo Callao (Perú) con el atolón de Raroia, en las islas Tuamotu.
“Heyerdahl fue uno de los grandes maestros de las relaciones públicas del siglo XX. Ninguno de los seis era navegante... y sin embargo dos de ellos sabían manejar la radio, porque a Thor le interesaba el eco de los medios de comunicación”, cuenta desde Los Ángeles el cineasta Joachim Ronning. Él y su amigo de la infancia Espen Sandberg han recreado el mítico viaje de la balsa en la película Kon-Tiki, que se ha colado de refilón en la categoría de película de habla no inglesa. Si lo ganan —“Amor es una rival demasiado dura, pero nuestra película cumple la doble condición de tono de autor con aventuras pensadas para toda la familia”—, serían los segundos noruegos en lograr un Oscar. Porque el primero fue... sí, Thor Heyerdahl, con el documental que grabó durante el viaje y que, cómo no, también se titula Kon-Tiki. “Para mi país es un héroe nacional, y vendió más de 40 millones de ejemplares de su libro sobre el viaje, una obra que se tradujo a 67 idiomas. Enger y yo nacimos en un pueblo a diez minutos de su localidad natal, así que tarde o temprano íbamos a realizar una película sobre su vida. Por cierto, ¿en España es conocido?”. Sí, sobre todo por las generaciones mayores. “Ya te dije, famosísimo, un grande de la promoción”.
Ese antes o después de su película se ha prolongado en el tiempo. La pareja debutó en el cine en el mismísimo Hollywood con el western Bandidas (2006), coprotagonizado por Salma Hayek y Penélope Cruz. “A Salma la vimos en los Globos de Oro [donde ya fueron derrotados por Michael Haneke y Amor] y recordamos viejos tiempos. De Penélope me acuerdo de su calidez, de su paciencia infinita. Era nuestro primer largo y nos ayudó y enseñó muchísimo. Aprendimos a volar con ella”. Tras aquel desastre volvieron a casa, y dirigieron Max Manus (2008). “Vendimos 1,5 millones de entradas en un país de cinco millones de habitantes. Eso nos animó a encarar el proyecto sobre la Kon-Tiki”. Pero los derechos los tenía el veterano productor inglés Jeremy Thomas, y no lograron hablar con él. Curiosamente, a la vez, Thomas buscaba directores noruegos para el proyecto y sus caminos se cruzaron. “Al final ha salido bien. No te puedes ni imaginar cómo se volcaron mis compatriotas en la producción. Todos querían participar. Hemos filmado en seis países, de Perú a las islas Maldivas, hemos rodado en alta mar varias semanas. Ha sido el filme noruego más caro de la historia”.
Aunque muchos de los hechos están dramatizados, Ronning apuesta por la verosimilitud. “Teníamos que resumir la historia en dos horas, pero que todo sonara real y que funcionara como thriller”. Tanto, que usaron dos balsas: una de ellas es la misma con la que el nieto de Heyerdahl repitió el viaje de su abuelo en 2006. ¿Locura familiar? “Bueno, les da por unas cosas...”.
Si Heyerdahl supo manejar las relaciones públicas, Ronning y Sandberg no se han quedado atrás. De Kon-Tiki han rodado dos versiones, una en noruego y otra en inglés, que es la que se distribuye por todo el mundo. “Hay pocos diálogos, así que repetimos pocas secuencias. La versión noruega tiene un poco más de humor, que para eso dominamos el idioma”, cuenta Ronning. La pareja ya no volverá a casa: en Hollywood les espera Spectral. “¿Cómo la definiría? Como si cruzaras Black Hawk derribada con Encuentros en la tercera fase”. Eso sí es un viaje.
Babelia
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