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crítica de 'la extraña vida de timothy green'
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Un pastel para niños

El filme es un cuento, una versión libre de 'El patito feo' para los tiempos de la crisis económica (hay fábrica de pueblo con despidos) y el derecho a la diferencia

Javier Ocaña

En la secuencia inicial de La extraña vida de Timothy Green, un matrimonio sale lloroso del médico tras conocer que les resultará imposible tener hijos. Justo en el ascensor, la puerta se cierra a destiempo y está a punto de separar, uno fuera, otra dentro, a un niño pequeño de su madre. Frase: “¡Hijo mío, no sé qué hubiera hecho sin ti!”. ¿Más caldo? Dos tazas. Y, claro, más lágrimas. La verbalización del mensaje desde el minuto uno de película hace temer lo peor, y más con un tema como este, y sin embargo el resto del relato logra contenerse (hasta cierto punto). Sí, estamos ante un pastel, una de esas películas prohibitivas si solo nos alimentáramos de ellas, pero que en ciertas circunstancias pueden venir bien; sobre todo para comprobar cómo sienta el exceso de azúcar.

LA EXTRAÑA VIDA DE TIMOTHY GREEN

Dirección: Peter Hedges.

Intérpretes: Jennifer Garner, Joel Edgerton, C. J. Adams, David Morse.

Género: drama. EE UU, 2012.

Duración: 105 minutos.

Una de dos: o es una película para niños, sobreexplicada, o es una película tirando a infame. Sin embargo, y ya que lo que sigue es que a estos padres estériles les sale (literal) un niño de ocho años de su jardín, con hojas en las pantorrillas y carita de bueno, habrá que quedarse con lo primero: es un cuento, una versión libre de El patito feo para los tiempos de la crisis económica (hay fábrica de pueblo con despidos) y el derecho a la diferencia (tampoco falta el homosexual que reclama su condición).

Quizá en manos de otro la fábula se vendría abajo, pero al mando hay alguien con oficio: el estadounidense Peter Hedges, director de Retrato de April y Como la vida misma, y guionista de ¿A quién ama a Gilbert Grape? y de Un niño grande. Así que, a fuerza de control, y de un tono que parece inspirarse en la ensoñadora Campo de sueños, Hedges logra estabilizar un eficaz relato infantil (produce Disney) que no mata si se toma en dosis bajas.

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Sobre la firma

Javier Ocaña
Crítico de cine de EL PAÍS desde 2003. Profesor de cine para la Junta de Colegios Mayores de Madrid. Colaborador de 'Hoy por hoy', en la SER y de 'Historia de nuestro cine', en La2 de TVE. Autor de 'De Blancanieves a Kurosawa: La aventura de ver cine con los hijos'. Una vida disfrutando de las películas; media vida intentando desentrañar su arte.

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