El microrrelato que se convirtió en ‘best seller’
En el décimo aniversario de la muerte del escritor guatemalteco se publica 'El Paraíso imperfecto, Antología tímida'. Escritos que reflejan su vida
Alguien, en algún momento, lo decidió. Y de repente aquellas 43 letras, distribuidas en 7 palabras y divididas por una coma se convirtieron, supuestamente, en el cuento más corto del mundo en lengua española. “Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí”, rezaba el microrrelato que se convirtió en best seller. Porque aquellas palabras de Augusto Monterroso (1921-2003) pasaron a ocupar un lugar en las preguntas de los juegos de mesa e incluso se colaron en los programas de televisión en forma de cuestiones para los concursantes.
Monterroso conseguía, con siete palabras, elevar el cuento a la categoría de contenido mediático. Un prodigio de comunicación. La gente hacía cábalas sobre qué significaría aquel dinosuario, ¿a quién se referiría? ¿qué querría decir? Quizá algún despistado pueda llegar a pensar que, en estos tiempo de brevedad e inmediatez, el microrrelato en cuestión es el tweet perfecto. Pero no. Lo escribió en 1959 y, más de 40 años después, el gran público lo conoció gracias a que el escritor ganó el Premio Príncipe de Asturias, un galardón que él mismo entendió como un reconcomiento al relato breve: “el cuento, un género que ha venido siendo relegado por las grandes editoriales, por algunos críticos, y aún por los mismos lectores. Pues bien, no tiene nada de extraño que así suceda. Las leyes del mercado son inexorables, y no somos los escritores de cuentos ni los poetas -hermanos en este negativo destino- quienes vamos a cambiarlas. Pero como decía el Eclesiastés refiriéndose a la Tierra, generación va y generación viene: mas el cuento siempre permanece”, dijo el día que recibió el galardón.
Ahora, justo cuando se cumplen 10 años de su muerte, Random House Mondadori edita El Paraíso imperfecto, Antología tímida, una selección de cuentos y ensayos que, a lo largo de más de 200 páginas, dibujan un retrato de la personalidad del autor: irónicamente melancólico o, si se prefiere, melancólicamente irónico. Porque el libro tiene la esencia de lo que es Monterroso: una prosa directa, sencilla, alegre y triste a la vez y en la que destaca el humorismo que, según el autor, es “el realismo llevado a las últimas consecuencias. Excepto mucha literatura humorística, todo lo que hace el hombre es risible o humorístico”.
La media sonrisa que sus relatos dejan en la cara resulta ambigua. El primer instinto conduce a la risa, pero cuando se reflexiona sobre lo leído, la melancolía atrapa al lector. Y es que, a pesar de ese humorismo que regía sus escritos, Monterroso siempre lo tuvo claro: “La vida es triste. Si es verdad que en un buen cuento se encuentra toda la vida, y si la vida es triste, un buen cuento será siempre triste”.
Los ensayos también ocupan un lugar capital en la antología. Las reflexiones de Monterroso son un reflejo de sus relatos: repletos de la sencillez que conlleva el pensamiento expresado con sinceridad y sin ornamentos. Los miedos y las vergüenzas del escritor, los problemas que acompañan al mundo editorial o la importancia de ampliar las miras personales sin importancia del lugar en el que a uno le ha tocado nacer. Y también son lugar para recuerdos, como el del consejo que un día le dio el chileno José Santos González Vera: “Si para ganarse la vida tiene ahora que vender algo, no se vaya a dedicar a vender cosas pequeñas, como escobas o planchas. Eso da mucho trabajo, deja poco dinero, y por lo general la gente ya tiene una escoba y una plancha. Venda acorazados. Con uno que venda tiene resuelto el problema suyo y de su esposa para toda la vida”. Al final no le fue tan mal con las cosas pequeñas.
En el libro el lector encontrará la clave sobre cómo funciona la vanidad de poseer muchos libros y automáticamente creerse más inteligente que el resto, por qué los libros malos deberían ser editados por el Estado a todo lujo o la verdadera historia de Penélope y Ulises. Lo que no encontrará el lector será el microrrelato que se convirtió en best seller. Eso sí, aseguran los editores que cuando el libro se terminó de imprimir, en 2013, el dinosaurio todavía estaba allí.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.