“Me sentí como en el carnaval de Río”
El director de 'Blancanieves', Pablo Berger recuerda los mejores momentos de la noche del domingo
Ha dormido poco. Porque pocas veces se ganan diez goyas (y en concreto tres para él como productor, guionista y autor de la canción original), pero tras su encuentro digital en EL PAÍS, un cansado Pablo Berger (Bilbao, 1963) recuerda los mejores momentos de la noche del domingo, la que fue casi casi su noche. El viernes Blancanieves vuelve a 128 pantallas.
Pregunta. La 27ª edición de los Goya sonó a relevo generacional. ¿Lo vivió así?
Respuesta. Me sentí como si estuviese en el carnaval de Río y fuese una bailarina exhibiéndome [risas]. En serio, sí es cierto que había muchos actores jóvenes que apenas conocía pero que reconocía, nuevos directores... Hay un cambio generacional y yo soy un caso atípico. Por edad pertenezco a la generación de Enrique Urbizu o Alex de la Iglesia. Pero salté tarde al largometraje y habiendo pasado tanto tiempo entre Torremolinos 73 (2003) y Blancanieves (2012) coincido con Bayona, Alberto Rodríguez o Nacho Vigalondo. Ayer había pocos representantes de nuestros mayores, como Fernando Trueba o José Sacristán, como gran actor aún sin Goya. Sin embargo los directores no tenemos fecha de caducidad. Shohei Imamura fue rompedor hasta sus últimos días. Aún así yo me gano la vida dando talleres de cine y me encuentro gente joven que pisa fuerte y no tiene complejos. No les asusta coproducir o el idioma. Es el cine sin fronteras.
"Mi siguiente marcianada también será a contracorriente"
P. ¿Qué sintió al oír el nombre de Bayona en el Goya a mejor dirección?
R. Mentiría si dijera que no tuve una sorpresa, porque lo quería. Estaba sentado al lado de Maribel Verdú y ella me había avisado: “Pablo, prepárate para las sorpresas, y piensa en otro nombre cuando lean los nominados”. Desgraciadamente no le hice caso \[risas\]. En seguida se me pasó porque rápidamente llegó el último, el Goya a la mejor película, que es el galardón comodín, el que agrupa a todos. Y me llevé el de guion... que confieso que era el que realmente quería.
P. De lo dicho en la gala, ¿firmaría el 100%, el 80%...?
R. Lo que dijo Maribel es lo que yo pienso. Habló de manera clara, concisa y con mucha seguridad. Lo llevaba muy bien preparado. Cada ganador en su minuto de gloria tiene derecho a decir lo que quiera: como si quiere bailar una jota o nombrar a todos sus primos. A pesar de ser larga, la gala dio para un poco de todo: risas, reivindicaciones, lloros... Y al final me queda el sabor de que ha sido un buen año de cine español.
P. Tiene alma de director de gran público, mainstream, pero la vida le lleva por la etiqueta de cineasta de culto. ¿Es una lucha interior o contra la realidad?
R. Cuando charlamos en EL PAÍS los cuatro directores candidatos, Fernando Trueba recordó que antes no se decía de autor o popular, sino que ibas a ver una de Hitchcock, una de Bergman. Se hablaba de cine. Tengo vocación comercial, quiero llegar al mayor número de gente. Hago los filmes para mí, pero me gusta todo tipo de largometrajes. Sé que mi cine, de forma inconsciente, es un cine de autor abierto, y lo puede disfrutar desde un crítico hasta un ama de casa. Lo de ser de culto me halaga, queda muy bien en las revistas de tendencias, pero ya me gustaría tener algunos de los millones de espectadores de Lo imposible, y a lo mejor a Bayona le apetece alguno de mis premios. Podríamos hacer un intercambio.
P. Si la gala de los Goya fue su momento de gloria, ¿el peor trago llegó cuando le avisaron desde Cannes que existía The artist?
R. El mejor momento fue anoche \[por el domingo\]. Salimos por la puerta grande, si vale el símil taurino. Sin embargo el peor fue cuando vimos que no llegábamos al presupuesto para arrancar la película. Durante unas semanas cedí a rodar una doble versión: una muda para cine y otra sonora para que las televisiones la comprasen. Afortunadamente nadie mordió el anzuelo. Creo en el destino, todo pasa porque tiene que pasar, y tendría que agradecer a los productores y a las televisiones que entonces no entraron, porque volvimos al plan original. Aunque la salida de The artist dolió, porque tenía el mismo concepto que nosotros: películas mudas para gran público. Y yo rodaba en pocas semanas cuando se estrenó en Cannes. Nos pisaron.
P. ¿Habrá que esperar otros ocho años para su nuevo filme?
R. No tengo esa vocación. El sistema financiero me ha empujado a ello. Yo la haría cada tres años: escribo, produjo y dirijo, y ese es el tiempo perfecto. Y sí, mi siguiente marcianada también será a contracorriente.
Babelia
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