Un nuevo punto de encuentro teatral
El recién nacido proyecto Draft.Inn pone cara a cara autores españoles y latinoamericanos El encuentro se enmarca dentro del Festival Escena Contemporánea
De proyecto imaginado en una estación de tren perdida en la frontera entre Alemania y Polonia, a realidad en un local de tres plantas subterráneas al otro lado de la autovía que bordea la madrileña plaza de toros de Las Ventas. Aunque el emplazamiento haya cambiado, y mucho, la esencia es la misma: crear un espacio de reflexión y desarrollo de las artes escénicas. Un punto de encuentro y comunión con otras disciplinas y enclave en el que venerar la palabra. Draft.Inn, una propuesta capitaneada por José Manuel Mora, Javier Bastías, que se hacen acompañar de un equipo de varios colaboradores y asesores artísticos (como la directora y actriz Carlota Ferrer, el director del Festival Escena Contemporánea Salva Bolta, el dramaturgo Ignacio García May, el director Paco Montes y el actor y director Fernando Soto), abrió sus puertas el pasado octubre con la intención de enriquecer el panorama local y nacional. “En Madrid no existe un espacio con estos planteamientos, cosa que sí ocurre en países como Reino Unido, Alemania u Holanda, donde nosotros habíamos residido antes”, señala Bastías.
España y Latinoamérica: ideas en común
El pasado jueves, y dentro del programa de actividades del Escena Contemporánea, tuvo lugar en el espacio de Draft.Inn un encuentro de profesionales latinoamericanos y españoles. La mayoría están presentes en el festival madrileño, y otros se sumaron como agentes interesados. Entre los participantes había dramaturgos, directores o gestores como Bárbara Colio, Richard Viqueira, Edgar Chías, Guillermo Heras, José Padilla, Borja Ortiz de Gondra, Paco Bezerra, Ana Isabel Fernández María Velasco, Fefa Noia, David Luque, Silvia de Marta, Aitana Sánchez Galán o Fernando Cerón. El motivo de la reunión estaba claro desde el principio: tomar un primer contacto.
El propósito final, más difuso, pasa por establecer relaciones duraderas y generar nuevas ideas en común, pero sin marcarse ningún objetivo medido. “Fue una mesa de debate con la intención de conocernos, ver lo que le interesa al otro y ver cuáles son nuestros terrenos comunes”, explica Bastía. Ese concepto, el del “otro”, entendido como todo aquel que queda fuera del perímetro de la individualidad, se ha erigido según creen los directores en uno de los motores que impulsan la actual creación. “Ha llegado un momento en que la única manera de avanzar es dejar de pensar en nosotros y pensar en el otro”, sostiene Mora. “En ese sentido, en la escena se ve una vuelta a cierto espíritu colectivo. No es que volvamos a ciertos criterios estéticos asociados a la creación colectiva, pero sí hay compañías sin director y con un trabajo en conjunto que sirve de reafirmación como encuentro de seres humanos”.
Su aportación, más concretamente, tiene tres ejes principales: talleres, actividades enfocadas en la zona en la que están situados y “con acento en lo pedagógico”, y alquiler de espacios a creadores y/o docentes. “Es un lugar para desarrollar e investigar sin estar constreñidos por la necesidad de tener que llegar a una fecha con un producto”, explica Mora. Los laboratorios teatrales ya existen, pero ellos ponen el matiz eliminando la imposición de crear por crear, sustituyéndola por la plantación de una semilla que, algún día, de algún modo y forma, pueda germinar: “Es un lugar para pararse, reflexionar y hacer cosas que no sean necesariamente rentables”. Para hacer dinero, alquilarán también el espacio –que ellos han arrendado con unas condiciones más flexibles por su vocación cultural, gracias a la disposición de dos intermediarios con su dueño- a empresas para realizar eventos.
Entre los colaboradores de sus actuales talleres destacan entre otros el cineasta Benito Zambrano, la directora escénica Tamzin Townsend o el director de fotografía Manuel Zambrana. Aunque su enfoque esté dirigido a las artes performativas, ninguna vía creativa queda excluida de sus miras. En activo como un proyecto en pleno proceso de desarrollo, se han propuesto además generar en los próximos meses varias plazas de residencia de artistas. “Se vislumbra un futuro un poco negro, donde lo más básico, como es la vivienda, no va a estar cubierto”, dice Mora, “así que nosotros queremos aportar un lugar donde conciliar vida y creación”. Sin subvenciones públicas, solo les queda el asidero de lo privado. Pero, ay, esa prometida ley que proporcione beneficios fiscales a los mecenas no termina nunca de hacerse real. “Si el Estado no se puede hacer cargo, debe facilitar la gestión cultural”, exigen.
Con acuerdos rubricados con el Centro Dramático Nacional, el Teatro Español y el de la Abadía, que les han “mostrado apoyo y brindado ayuda”, Draft.Inn vive con el deseo “de no posicionarse en contra de lo institucional, sino de crear sinergias para un mayor desarrollo del tejido teatral”, como indica Mora. “El problema es que los diferentes sectores han sido tradicionalmente estancos, nunca han tenido una relación orgánica, aunque a nosotros nos han recibido con gran disposición”. Aliados también con el Festival Escena Contemporánea (hasta el 24 de febrero, en diferentes espacios de Madrid), celebraron el jueves pasado un encuentro con los jóvenes dramaturgos latinoamericanos y españoles que participan en el certamen, que este año sopla las velas de su 13ª edición. En el marco del festival también representarán tres lecturas dramatizadas de autores contemporáneos alemanes, en el Teatro Español (del 21 al 23 de febrero), y acogerán en su local la función del dramaturgo Dirk Laucke Gonzo en el siglo XXI.
Como ellos, el Escena Contemporánea bucea en la modernidad para encontrar nuevos canales de desarrollo. E igualmente como ellos, necesita un soporte económico sobre el que levantar sus actividades. Si antes contaban con una subvención nominativa de la Comunidad de Madrid y otra del Ministerio de Cultura, lo que les queda ahora es un apoyo en forma de pagos directos por parte del gobierno regional. “El resto ha sido recogido fundación a fundación y embajada a embajada, sumando aportaciones”, explica Bolta. De esa desazón causada por la crisis no solo a la cultura, sino a todos los sectores de la sociedad, surge la vena política que este año marca el festival, que presenta piezas comprometidas de dramaturgos y compañías como La Veronal, El Pont Flotant, Cooperativa general humana, Teatro sotterraneo o Lisbeth Gruwez.
“Quería desmontar la idea de que los artistas solo están interesados en su propio proceso creativo”, explica el director. “Un artista es un ciudadano, y su discurso vive con la voluntad de ser compartido. Ya de por sí hay pocos espacios colectivos donde se emplee la palabra con valor poético y como medio para activar el pensamiento, las emociones y el diálogo, y si este espacio se hace cada vez más pequeño, la sociedad se empobrece”.
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