Incendio cubano en Matadero
El colectivo caribeño Los Carpinteros prepara una instalación en el centro cultural de Madrid El proyecto evoca las llamas sociales que nos abrasan
Pasar una mañana en el estudio madrileño de los artistas cubanos Dagoberto Rodríguez (Caibarién, 1969) y Marco Antonio Castillo (Camagüey, 1971), más conocidos en el mundo de las artes plásticas como Los Carpinteros, es un excelente ejercicio de humildad. Es comprobar cómo funciona el proceso de creación compartido de dos personas con mundos tan singulares, a veces avanzando en una misma dirección, otras siguiendo caminos en apariencia opuestos o sirviendo el uno al otro de espejo deformante. Si el motivo del encuentro, además, es ver cómo marcha la intervención que Los Carpinteros planean para su primera exposición en el centro de arte contemporáneo Matadero Madrid, prevista para finales de enero, entonces la humildad es doble pues la instalación abarca nada menos que 600 metros de dibujo, realizado con listones de madera iluminados, que abrazarán una sala de 800 metros cuadrados.
El lugar de la intervención es la antigua cámara frigorífica del desaparecido matadero municipal de Legazpi, edificación chamuscada en los años noventa por el descuido de unos okupas que habían tomado el lugar, todo un símbolo de los fuegos sociales de hoy. En este sitio inquietante, mantenido con las paredes y techos tiznados del incendio, funciona desde 2007 el espacio Abierto x Obras, donde se desarrolla el programa Site Specific de Matadero, “concebido para que un artista o un colectivo de artistas realice una intervención o cree una obra específicamente para el espacio”, recuerda su directora, Manuela Villa.
Hace más de un año Villa invitó a Los Carpinteros a intervenir en Abierto x Obras —“era un sueño tenerlos aquí”, asegura—. Y Rodríguez y Castillo se pusieron a pensar. “Queríamos hacer una intervención especial, no simplemente llevar una obra nuestra y mostrarla en Matadero, sino crear algo que estuviera inspirado y muy relacionado con el lugar”, cuenta Castillo. Recuerda que les llamó la atención “que el sitio se quemara de aquel modo y que el incendio fuera parte de la estética que se mantuvo, pues no pintaron la sala, la dejaron tal cual”.
Los Carpinteros —que llevan instalados en España tres años, aunque mantienen abierto su estudio en La Habana— recuperaron entonces para el proyecto una idea que les rondaba la cabeza hacía tiempo. “Siempre nos fascinó la técnica de las esculturas del Che Guevara y Camilo Cienfuegos en la Plaza de la Revolución de La Habana, queríamos trabajar con ella”, cuenta Rodríguez.
El recurso, conocido como back light drawing, es utilizado habitualmente en anuncios comerciales, pero, explica Castillo, en Cuba ha sido empleado para la propaganda política dando pie a una especie de “arte pop revolucionario”. “El dibujo se hace con unos listones que van separados de la pared unos centímetros; por detrás llevan unas canaletas con luz que se proyecta sobre la superficie e ilumina la silueta del personaje de un modo que lo endiosa”.
En un ordenador muestran una fotografía de la escultura del Che en el edificio del Ministerio del Interior de La Habana. “Está situada en la plaza, en la meca de la ideología revolucionaria, y cuando se ilumina su figura en la fachada, que tiene diez pisos de altura, el efecto que se logra realmente es épico, casi religioso”, sostienen. Al principio su idea fue utilizar la técnica para una broma artística: crear con ese dibujo iluminado una especie de galería de héroes, de escala doméstica, donde colocar sus propios ches y camilos, pero quizás convertidos en lámparas. Pero como muchas otras intenciones, el proyecto no llegó a materializarse y quedó durmiendo largo tiempo en un cajón de su taller.
Dúo de referencia
Los Carpinteros surgen como grupo de creación en 1991 en el Instituto Superior de Arte de La Habana.
Al principio el colectivo está integrado por Marco Castillo, Dagoberto Rodríguez y Alexander Arrechea, quien desde 2003 trabaja solo.
Hace tres años abrieron su estudio madrileño, aunque mantienen el de La Habana.
Son máximos exponentes del arte conceptual cubano.
En 2011 fueron invitados del estand de EL PAÍS en Arco.
“Cuando nos dieron Matadero el proyecto giró 180 grados, se volvió mucho más abstracto y nos enfocamos solamente en la representación de una cosa dramática, extrema, como es una habitación quemándose”, cuenta Castillo.
El estudio de Los Carpinteros en Madrid es un laboratorio de ideas. Ahora trabajan en la pieza que llevarán a la feria de Arco con Ivorypress, mientras que de la pared cuelga el boceto del gigantesco güiro-bar —el güiro es un instrumento de percusión hecho con el fruto de un árbol— que llevarán a la 11ª edición de Art Basel Miami Beach (entre el 5 y el 8 de diciembre), como parte del estand de Absolut. El güiro que han inventado ocupa un espacio de 13 metros de largo por seis de ancho, y es a la vez una construcción y un mueble, ya que todas sus paredes son estanterías.
El nombre les viene a Los Carpinteros de cuando estudiaban en la escuela de arte de La Habana —el grupo original, fundado en 1991, tenía tres miembros, pero en 2003 Alexander Arrechea decidió trabajar solo—, porque siempre andaban buscando madera para sus piezas. Esta obsesión por la construcción y el diseño es una de sus marcas de identidad. Admiten que trabajan en los límites en que las cosas pueden parecer tan funcionales que se alejan del concepto clásico del arte, pero ese lenguaje, a veces medio industrial, es en el que se reconocen y funciona como un imán, tanto que arquitectos como Norman Foster o Arata Isozaki se les han acercado, interesados por su obra.
En esta ocasión, la instalación de Los Carpinteros para Matadero consiste simplemente en un fuego. Bueno, “simplemente” no, pues el antiguo refrigerador que guardaba los cadáveres de las reses del matadero municipal mide 40 metros por 21. En esta superficie, calculan, su intervención abarcará unos 120 metros lineales de pared, si bien el dibujo fabricado con los listones de madera es mucho mayor, unos 600 metros, aproximadamente, con llamas de hasta cuatro metros de altura.
Detrás de los listones, encajadas en una canaleta van dos líneas de LED, una de color naranja y otra roja, para fabricar este nuevo incendio del Matadero. Lo explica Rodríguez y comenta que ya se han hecho las primeras pruebas con éxito. Vamos para Abierto x Reformas para comprobarlo, y allí está Manuela Villa fascinada. “Solo hay un pedacito colocado y te quedas hipnotizado mirándolo”, afirma.
Sobre el sentido de la obra, el arte conceptual de Los Carpinteros es rico en significados. “El fuego es un elemento que tiene miles de lecturas y en este caso una puede estar vinculada a la historia del lugar, al incendio que ocurrió aquí. Pero además ahora mismo estamos en llamas y el fuego también puede tener una referencia social, política, y a la vez es un elemento sensorial, que transmite paz”, opina la responsable del centro de arte de Matadero. Rodríguez y Castillo desean que la gente saque sus propias conclusiones. Aclaran, eso sí, que el recurso utilizado pretende “revertir el efecto que tiene en la propaganda”, de modo que, “en vez de contaminante”, la técnica y la obra se conviertan “en algo purificador”.
Babelia
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